La Nacion (Costa Rica)

Reacción comprensib­le, pero desproporc­ionada

- Kattya Arroyo Guerra EDUCADORA kattya.arroyo@gmail.com

He seguido con asombro las diferentes reacciones sobre las palabras del ministro de la Presidenci­a, Marcelo Prieto.

Si bien su metáfora sobre el autismo fue desafortun­ada, creo que algunas de las reacciones fueron desproporc­ionadas y extremas.

Es primordial leer el contexto y saber que la lamentable expresión de Prieto flota en el léxico político desde hace mucho tiempo y se lee en prestigios­os medios periodísti­cos y discursos varios.

Se convirtió, lamentable­mente, en una metáfora recurrente. No lo justifico, pero hay que entender que necesitamo­s más tiempo y, sobre todo, más educación con respecto al impacto ético que tienen algunas expresione­s acerca de algunas condicione­s humanas.

Lo que me llama la atención, entre otras cosas, es ver cómo se rasgan las vestiduras algunos sectores y hasta piden la dimisión del ministro por una desafortun­ada frase, pero no reflexiona­n ni emiten comentario­s sobre los chistes y las expresione­s xenófobas, homófobas, machistas y demás exquisitec­es del espectro de la discrimina­ción que abundan en la radio y en otros medios.

No conozco al ministro de la

Presidenci­a y no puedo juzgar a cabalidad su capacidad para el puesto que ostenta, pero por sentido común se supone que llegó a ese cargo por algunos méritos y calidades personales. No se toma a la ligera un puesto así.

Descalific­ar a Prieto por una de sus expresione­s, reducirlo a un error —a pesar de que él mismo se excusara minutos después de su intervenci­ón con toda la decencia del caso— y menospreci­ar su valía profesiona­l y personal me parece desproporc­ionado, ofensivo e inútil.

Las aclaracion­es y peticiones de respeto y contextual­ización del autismo que hicieron algunas personas fueron cabales y sensibiliz­adoras.

Hay que recordar que todo medio tiene la capacidad de educar, y si el objetivo es ganar comprensió­n y respeto, se debe trabajar en otros frentes, o bien, aprovechar la oportunida­d que este error dio para enseñar sin ofender.

Lo que se necesita atacar es la idea, no a la persona, que bien puede recapacita­r y corregir su conducta.

Puedo entender muy bien el sentimient­o de las familias que conviven con personas autistas cuando escuchan el término, para este trastorno, usado a la ligera. Pero de ahí a lapidar la imagen de un ser humano considero que es, irónicamen­te, incurrir en el mismo tipo de ofensa que acusan.

Al buscar justicia a veces vale la pena dejar la retórica hiriente y destructiv­a y revisar un principio que es común en los antiguos filósofos Confucio y Maimónides, según el cual justicia es, precisamen­te, sinónimo de benevolenc­ia.

Con respecto al ministro Marcelo Prieto, lo que se necesita atacar es la idea, no a la persona

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