Ian da pasos para cumplir un sueño: jugar en la NBA
››‘Sé que estoy más cerca de la NBA que hace unos años’, dijo el joven de 19 años
Hace apenas un año, el joven costarricense Ian Martínez asistió a un campamento organizado por la Asociación de Jugadores de la NBA al que solo invitan a los mejores 100 talentos de todo Estados Unidos, para proyectarlos y prepararlos.
Los 12 muchachos con mejor desempeño reciben un reconocimiento especial y, además, son vistos por los reclutadores de las universidades del país norteamericano que, más tarde, eligen a los mejores y los llevan a sus filas para que refuercen los equipos y jueguen en la división 1 de la NCAA, la antesala del baloncesto profesional de la NBA.
Martínez concluyó entre los mejores 12 y más tarde fue tentado por múltiples universidades de alto perfil, acostumbradas a proyectar talentos que luego consiguen llegar al draft de la NBA y jugar en la mejor liga del planeta.
Distintos medios especializados de EE.UU, como Los Angeles Times, colocan al tico entre los jugadores con más proyección y posibilidades de llegar a la NBA, después de que optó por elegir la Universidad de Utah.
Hijo de tigre. Martínez es un joven de 1,93 m, con un verbo educado y comedido y un tono de voz pausado. Hijo de Henry Martínez y Hellen Carrillo, dos exjugadores de baloncesto y formadores de talento, estos lo esculpieron desde muy niño, en su propia academia.
Su padre, figura del baloncesto nacional, le envió el primer mensaje cuando apenas era un niño de 10 años. Martínez recuerda que su progenitor le preguntó si realmente quería dedicarse al deporte; de ser así, era momento de ponerse serio.
Criado en Mercedes Norte de Heredia, Martínez ha pasado por distintos colegios, aunque a veces da la impresión de que cada sitio representa un peldaño más en el camino hacia su gran meta, el baloncesto profesional.
Lo recuerda Martínez desde muy joven, cuando les decía a sus padres que quería llegar hasta aquellos campos que veía por televisión, en los que jugaban sus ídolos, Derrick Rose y Russell Westbrook.
Saltó del Colegio Santa Cecilia, donde era entrenado por su padre, al Golden Valley School, un centro educativo que reproduce métodos educativos similares a los que utilizan en los colegios de EE. UU., a los que Ian se tendría que adaptar más tarde.
Desde que estaba en octavo año, su familia empezó a averiguar sobre las oportunidades de matricularlo en una secundaria en el país norteamericano.
Un tiempo atrás, su hermano mayor, Avery, había partido a EE. UU. con el mismo objetivo de jugar baloncesto, lo que hizo más fácil la ruta de Ian, quien, estratégicamente, viajó rumbo a California, un estado alabado por el alto nivel de su baloncesto.
Duro inicio. Los primeros años no fueron sencillos. Le costó lidiar con la falta de oportunidad y las críticas a su lugar de procedencia, un país pequeño sin tradición de baloncesto y con sus padres lejos, aún en Costa Rica.
“La gente me decía: ‘¿Viene de Costa Rica?’, como que no lo habían escuchado. Yo les decía Costa Rica y es como si yo viniera de dormir en el piso en la jungla”, contó.
La adaptación le costó pero, de a pocos, fue ganando reputación.
Después de un tiempo de estar en California, se matriculó en un nuevo colegio, el Jserra, donde pudo dar un nuevo salto de calidad.
Con mayor madurez y adaptado al alto nivel de exigencia, Martínez empezó a ganar protagonismo en su equipo, impulsado por su capacidad atlética y habilidad para trabajar en beneficio del grupo.
Poco antes de empezar su nueva andadura en la Universidad
de Utah, su ahora entrenador, Larry Brett Krystkowiak, destacaba sus habilidades naturales.
Brett, exjugador de la NBA, mantuvo una relación prolongada con Martínez para hacerle ver que creía en él y convencerlo de elegir esta universidad.
“Creo que le gusta estudiar del juego y será muy fácil entrenarlo. Cuando se combina eso con capacidades atléticas de élite, se percibe un futuro muy brillante”, explicó Brett, en una entrevista con el Salt Lake Tribune.
Después de una temporada con excelentes números en el Jserra High School y de analizar múltiples alternativas, el tico se decantó por la Universidad de Utah.
La confianza del coach, el plan de estudio del centro educativo y la buena adaptación que consideró podría tener en el sistema, lo llevaron a elegir esta beca.
“Sé que estoy más cerca de la NBA que hace unos años y más cerca de lo que pude haber imaginado. Pero estando aquí, uno no sabe lo que puede pasar. Puede ser en un año, dos o tres, y me emociona”, dijo.