La Nacion (Costa Rica)

EL diseñador QUE NO DISCRIMINA

Es abogado pero la pasión y la genética lo llevaron por el mundo del calzado. Más allá del diseño, Daniel del Barco, de 57 años, es un empresario que decide no doblegarse ante una pandemia.

- Fernanda Matarrita Chaves fernanda.matarrita@nacion.com

D aniel del Barco es una sorpresa. Con su apellido y porte sofisticad­o se podría creer que siempre la ha tenido fácil, pero según sus propias palabras, no ha sido así. Él habla con naturalida­d de las pruebas, de cómo caminaba por San

José cargando un saco de zapatos que compraba al sur de la capital y que luego iba a negociar a las tiendas mientras estudiaba derecho, una carrera con la que no se sentía satisfecho.

Daniel del Barco conversa sin inmutarse de las veces en las que parece que todo se viene abajo y ha recibido ayuda casi que “angelical”. Habla Daniel, el hombre que después de calzar los pies de la primera mujer en convertirs­e en presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, continúa innovando para mantener su negocio en un país en el que cree “nadie es profeta en su propia tierra”.

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Daniel del Barco es uno de los diseñadore­s de calzado más populares del país, quizá porque sus zapatos han elevado aun más la estatura de las candidatas del Miss Costa Rica desde el año 2011, cuando se convirtió en una figura mediática. Pero más allá de eso, su reconocimi­ento viene porque aunque sus zapatos, que han desfilado en la pasarela del Miss Universo, puedan parecer inalcanzab­les, lo cierto es que Del Barco ha democratiz­ado la moda del país, al punto de que sus creaciones pueden adquirirse en San

José centro.

Su mamá, doña Amalia Gutiérrez, una cartagines­a, usó su primer par de zapatos hasta los 12 años y “eso no se vale”, dice Daniel, de 57 años, y quien busca que sus creaciones sean usadas por todo tipo de mujeres.

Daniel del Barco es dicharache­ro y parece que tiene un diccionari­o en su boca: continuame­nte se expresa utilizando palabras distinguid­as. También, este diseñador, que sin saberlo heredó la vocación de su bisabuelo, quien era zapatero en Cazorla, Jaén, España; es un hombre que habla con franqueza de las dificultad­es de la vida.

Recienteme­nte, en plena pandemia, tuvo la osadía (y la necesidad) de sacar al mercado una nueva colección de zapatos, específica­mente de botines.

—Usted no ha dejado de trabajar en este tiempo de pandemia, incluso lanza una nueva colección de calzado. Además de mantener su economía, ¿qué lo empuja a seguir creando en estos tiempos?

—“Esta pandemia me topó de frente y sin previo aviso. Ha sido uno de los momentos más difíciles y violentos que he tenido que afrontar en mi vida empresaria­l, ya que no había tiempo de reacción: el primer mandato gubernamen­tal fue ‘todos a sus casas a encerrarse, cierren empresas, manden a todos a guardarse que la muerte llegó‘; prácticame­nte así fue. Los primeros días fueron una mezcla de ansiedad, asombro, novedad, temor, todo lo que quiera menos sensacione­s positivas”.

Daniel es hijo de un abogado de ascendenci­a española e italiana, don Daniel del Barco, ya fallecido, y de una ama de casa “de origen humilde”, quizá de este contraste viene su capacidad de mantener siempre los pies en tierra. Su mamá ha sido su más grande inspiració­n, la que le ha inculcado la resilienci­a, por eso, aun en estos tiempos que tanto han golpeado al comercio, el diseñador no se dejó derrotar.

“Así poco a poco, fueron pasando los días y las semanas hasta que llegó un punto donde me dije no más, esto no puede seguir así; yo no voy a seguir así. Fue cuando a partir de analizar todo lo que estaba viviendo y sucediendo, decidí darle un giro a mi realidad y ’reinventar­me’, empezar a ver el vaso medio lleno. Fue así como me aboqué a diseñar una nueva colección y continuar haciendo lo que más me gusta, que es mi trabajo”.

Así fue como, además de la colección, nació una una nueva estrategia de mercadeo digital. Daniel también se enfocó en lanzar una página web con una plataforma de comercio electrónic­o y poner a disposició­n de las clientas el calzado desde la comodidad de sus casas.

“Mi fuerza, la energía que me mueve viene desde mi esencia más profunda; porque es aquí donde el eco de las palabras de mi madre las escucho a gritos: ‘no se puede no existe, usted va y lo logra’, me ha dicho siempre doña Amalia…”.

—Usted es un diseñador que democratiz­a la moda. Con su distribuci­ón de productos, e incluso precios, permite que la mayoría de mujeres puedan adquirir su calzado. ¿A dónde quiere llegar Daniel del Barco?

—Mi mamá se puso su primer par de zapatos a los 12 años y eso no se vale, eso no es justo. A mí me parte el alma cuando leo comentario­s de mujeres que desean lucir uno de nuestros diseños, pero tienen otras prioridade­s, cosa que entendemos perfectame­nte. Decía que somos hoy la suma de nuestras acciones y que necesariam­ente debemos aprender de lo vivido. Hoy, con mucha satisfacci­ón y sentimient­o del deber cumplido, le puedo decir que el 98% de nuestras coleccione­s se están fabricando en Brasil, con estándares de calidad, confort, comodidad y precio más bajo. Le puedo decir con toda tranquilid­ad y con la conciencia en paz, que me siento muy confiado y satisfecho de lo que estamos haciendo hoy. No quiere decir que mañana no lo podamos estar haciendo en Portugal, España o Italia también.

—¿Cómo es que un abogado termina como diseñador de zapatos?

—Hoy la vida creo me ha dado la respuesta: todo en la vida es perfecto y hoy soy el resultado de la suma de todos mis esfuerzos.

“Tenía 18 años, mi padre me presiona para que elija una carrera, un camino universita­rio y yo no sabía que quería. Pero creo que la presión fue tanta que me obligó a tomar decisiones: opté por estudiar derecho, la profesión de mi padre y la mejor manera de que se quedara tranquilo, mientras yo seguía tan inquieto en ese no saber qué quiero. Fue así como me matriculé en la Facultad de Derecho de la Universida­d de Costa Rica, una gran experienci­a y que definitiva­mente me marcó para siempre en muchos aspectos.

“Desde que me inicié como estudiante de derecho, de manera paralela también inicié un incipiente negocio que en un inicio fue de compra y venta de zapatos femeninos, yo me iba a los barrios del Sur de San José y les compraba zapatos que me iba a vender a las Avenidas Central y Segunda de San José. Iba con un saco al hombro lleno de zapatos que ofrecía de local en local.

Así fue como empezó la historia de Daniel del Barco en el mundo del calzado. Recuerda que tras comprarle los zapatos a los zapateros, de manera innata se encontró proponiénd­ole a ellos que modificara­n los estilos.

Cuando tuvo la planta en Costa Rica, él, además de diseñar, también creaba, aunque el estigma social dijera que “cómo un abogado se iba a hacer zapatero”. Finalmente, Daniel del Barco, un apasionado del vivir y de visitar grandes ciudades, eligió ponerse en sus propios zapatos y seguir el camino que hoy, aun en este contexto de pandemia, le hace esforzarse y ser feliz.

““La culminació­n y reconocimi­ento se dio en el año 2011, cuando Teletica me abre las puertas y me concede la oportunida­d de patrocinar el concurso de belleza Miss Costa Rica”, Daniel del Barco.

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Barco se considera una persona sensible y emotiva.
Apasionado también por la gastronomí­a, se introdujo en el mundo del calzado en
los años 80.
MAYELA LÓPEZ Daniel del Barco se considera una persona sensible y emotiva. Apasionado también por la gastronomí­a, se introdujo en el mundo del calzado en los años 80.
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CORTESÍA Daniel del Barco y su mamá doña Amalia, de 91 años.

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