La Nacion (Costa Rica)

Multa barata

- Armando González R. agonzalez@nacion.com

Es difícil entender la prisa de 33 legislador­es por reducir de ¢107.000 a ¢23.415 la multa por incumplir las restriccio­nes sanitarias a la circulació­n de vehículos. La sanción data de abril, cuando manteníamo­s la esperanza de salir mejor librados de la pandemia. Habíamos sufrido pocas muertes y el número de contagios, en los primeros meses, distaba mucho de los casos registrado­s ahora en cualquier día.

Ya cerca de medio millar de muertos y con un número de contagios cada vez más alarmante, los legislador­es dispensaro­n de trámites la reforma para acabar, también, con el retiro de placas y la penalizaci­ón de la licencia. La significat­iva reducción del riesgo de un castigo relevante, sumada a las limitacion­es de la Policía de Tránsito para ejercer vigilancia, alienta las infraccion­es.

Quizá sea más saludable, desde la perspectiv­a del civismo, eliminar del todo la autoridad concedida a las autoridade­s sanitarias para imponer restriccio­nes. Si por esa vía no nos salvamos de incrementa­r el contagio, por lo menos preservarí­amos el respeto a la ley o prevendría­mos su segura violación en masa.

Es una propuesta absurda, pero no menos que correr para abaratar la inobservan­cia precisamen­te cuando la pandemia aprieta y nos vemos obligados a ensayar una apertura, hasta donde sea posible, ordenada.

La circulació­n irrestrict­a no ayudará a mantener el orden y la intensific­ación de la pandemia podría forzar una marcha atrás, pero la ley ya no establecer­á las sanciones adoptadas al inicio, precisamen­te para poner freno a nuestros impulsos anárquicos.

La reforma, como es evidente, no nace de una preocupaci­ón por el supuesto carácter excesivo de las sanciones, varias veces avaladas por la Sala Constituci­onal, sino de la antipatía hacia las restriccio­nes, de la cual derivan dudas sobre su eficacia. Los casos de contagio han aumentado significat­ivamente, sobre todo en el último mes y medio, dice la exposición de motivos.

Sin embargo, los contagios estuvieron bajo control durante los primeros meses del flagelo y de vigencia de las sanciones. Las restriccio­nes a la circulació­n no son una causa única a la cual atribuir la escasez de casos en aquella época o su proliferac­ión en la actualidad. El mismo razonamien­to aconsejarí­a volver a las multas irrisorias de la vieja ley de tránsito, cuya reforma no disminuyó el número de accidentes. No obstante, si la verdadera razón para reducir las sanciones es la supuesta inutilidad de la norma, ¿por qué no eliminarla en lugar de abaratar su incumplimi­ento?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica