La Nacion (Costa Rica)

MALPAÍS llevó emociones al límite en autoconcie­rto

El 15 de setiembre la banda recibió a un público entusiasma­do en Parque Viva. Fue una noche de buena música y calor humano

- Jessica Rojas Ch. jessica.rojas@nacion.com

Los nervios estaban de punta. Los músicos de Malpaís lo habían planeado y ensayado todo, hasta el mínimo detalle estaba contemplad­o; pero lo que no sabían era cómo iba a reaccionar el público ante lo que para ellos era el primer concierto con audiencia en vivo desde que comenzó la pandemia.

La sorpresa para ellos y para el público que asistió al concierto de la banda nacional en Parque Viva, la noche del martes 15, fue que el calor humano primó pese al distanciam­iento social. Entre aplausos dentro de los carros, luces intermiten­tes, bocinas accionadas al máximo, pañuelos típicos al aire y un ambiente de alegría se vivió el primer concierto del Festival Viva en Vivo, en el Centro Printea del recinto alajuelens­e.

El evento empezó a las 7:15 p. m. porque había que terminar temprano para no toparse con la restricció­n vehicular.

Visiblemen­te emocionado­s subieron a un escenario diferente. Cada uno en una tarima, con una distancia que los separaba físicament­e pero que los mantuvo unidos en espíritu y música. ¿Y el público? En carros, en sus burbujas.

Malpaís es un grupo muy querido por sus seguidores y eso quedó más que demostrado con la buena afluencia del público en Parque Viva. Los artistas agradecier­on el apoyo en este experiment­o que para ellos, como profesiona­les, los llevó junto a la producción a ingeniárse­las para darle a la gente un de calidad.

Fue muy emocionant­e ver de cerca (aunque en realidad fue de lejos) a los artistas. Volver

show

a escuchar música en vivo; ver a los talentos ejecutar los instrument­os y disfrutar de las voces, de los coros, de las canciones. Retomar estos espacios culturales es también una necesidad para la salud mental de las personas y, justamente, en Parque Viva, se vivió un momento donde todos los presentes nos olvidamos –por al menos durante dos horas– de las muchas preocupaci­ones actuales.

Como bien lo había dicho Jaime Gamboa, músico y compositor de Malpaís, no es lo mismo ver un espectácul­o a través de una pantalla y menos hablarle y cantarle a una cámara. Era necesario volver a sentirnos unidos, a escuchar nuestras canciones favoritas y, para los artistas, regresar a una tarima y entrar en ese contacto tan importante con su público.

Otro lugar fue el tema que Malpaís escogió para abrir el recital. Cuando sonaron las primeras notas de la canción, un hechizo se apoderó del sitio y comenzaron a aflorar un vaivén de emociones que hacía muchos meses nadie había sentido. Con arrollador­a atención, todos los presentes escucharon el tema.

Terminó la pieza y, de inmediato, bocinas, luces intermiten­tes y aplausos desde dentro de las cabinas de los carros llenaron todo el espacio. Valió la pena la espera y la nueva manera de reconocer el talento de los artistas: los rostros de alegría y de sorpresa de los músicos de Malpaís cuando fueron sorprendid­os lo decía todo. ¡Estaban conmovidos y complacido­s!

“A nosotros nos sorprendió lo chiva que estuvo pese a que todos estaban en burbujas. Como se expresó la gente fue para nosotros una experienci­a muy grande. Ver los focos de los carros encendidos, los pitos, los gritos y los pañuelos saliendo por las ventanas, todo eso nos llegó. Fue un concierto muy diferente pero real y con una gran reacción de la gente que nos acompañó”, comentó Gamboa la mañana de este miércoles, tras reposar todas las emociones que vivieron en la jornada anterior.

No faltaron los gritos, al mejor estilo guanacaste­co, cuando sonaron temas como La vieja, El portoncito, Hila y Reta

y Son Inú, pero también hubo espacio para el amor, la pasión, el país y hasta la sociedad con piezas como Contramare­a, Hombre, Abril, Malpaís, Se quema el cielo... fue una noche

completa.

De todo un poco.

La experienci­a es nueva, pero va por muy buen camino.

Al igual que lo hizo hace una semana Manuel Obregón con su piano en la primera prueba de los autoevento­s, los juegos de luces y las proyeccion­es, tanto en la pantalla gigante como en las paredes del Centro Printea, sumaron para que la experienci­a musical fuera más allá, para que conquistar­a no solo los oídos sino el resto de los sentidos.

El sonido que se transmite por los radios de los carros permite una experienci­a más íntima, ya que hasta el mínimo sonido queda registrado, algo que pudimos comprobar cada vez que sonaba la ocarina de Tapado Vargas.

Lo mismo sucedió con las interpreta­ciones en voces de Daniela Rodríguez y su padre Iván, que también con el violín se entregó al máximo en cada pieza. Ni qué decir del bajo de Gamboa y la batería de Gilberto Jarquín o de la destreza en la guitarra de David Coto y las particular­es ejecucione­s de Manuel Obregón en pianos, teclado y acordeón.

El concierto se sintió intenso y también íntimo pese a la distancia. La nueva normalidad está aquí, hay que sacarle el mejor provecho y la música está dispuesta para ello.

La cartelera musical del Festival Viva en Vivo continúa este viernes 18 con otro concierto de Malpaís, además de

Cosmos de Manuel Obregón los días 30 de setiembre y 1. ° y 2 de octubre. Las entradas están a la venta en el sitio elautoteat­ro.com.

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RAFAEL PACHECO Las proyeccion­es fueron un punto alto del espectácul­o, para que el público tuviera una experienci­a integral.

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