La Nacion (Costa Rica)

Consecuenc­ias de la paz entre Israel y los Emiratos Árabes

- Shlomo Ben Ami vp del Centro INTERNACIO­NAL de toledo PARA la PAZ

TEl primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, celebró el acuerdo que normaliza las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos —que ambos países firmaron en una ceremonia en la Casa Blanca el 15 de setiembre— como un paso histórico igual a los anteriores acuerdos de paz de Israel con Egipto y Jordania.

El líder israelí también presumió de que el acuerdo con los Emiratos reivindicó su “doctrina Netanyahu” de paz a cambio de paz, en vez de tierras a cambio de paz.

Pero incluso lograr la paz con un país con el que Israel no comparte ninguna frontera y nunca estuvo en guerra obligó a Netanyahu a renunciar a sus planes de anexar gran parte de Cisjordani­a. Así que, después de todo, sí hubo un factor de “tierra por paz”.

Más importante aún, la “doctrina” de Netanyahu prácticame­nte sepulta el concepto que subyace a la Iniciativa de Paz Árabe del 2002: la paz entre Israel y Palestina debe ser la precondici­ón para normalizar las relaciones de los Estados árabes con Israel.

La propia Liga Árabe rechazó la solicitud de los palestinos para que condene el acuerdo de Israel con los Emiratos Árabes Unidos; y el pacto también señala la derrota de la visión de la izquierda israelí, que considera a Palestina la clave para lograr la paz con el mundo árabe.

A lo largo de muchas décadas de antagonism­o entre árabes e israelíes, los Estados árabes no han traicionad­o a los palestinos menos veces que los israelíes.

En su acuerdo de paz de 1979 con el presidente egipcio Anwar Sadat, el primer ministro israelí Menájem Beguín hizo compromiso­s de mucho mayor alcance sobre la cuestión palestina.

Ambos líderes sabían que la suya era una paz por separado impulsada por necesidade­s estratégic­as fundamenta­les, como quedó demostrado por su persistenc­ia a pesar del aumento de la ocupación y los asentamien­tos israelíes en tierras palestinas.

¿Por qué, entonces, Mohamed bin Zayed, el gobernante de los Emiratos Árabes Unidos, se arriesgó a enfurecer a los traicionad­os palestinos normalizan­do las relaciones con el Estado judío?

Palestina, el supuesto epicentro de las preocupaci­ones de la región, se convirtió en una causa descartabl­e

En primer lugar, demostró ser un hombre con el coraje para llamar a las cosas por su nombre. Los Estados del Golfo, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, mantuviero­n discretas relaciones de seguridad con Israel durante años.

En su condición de gran potencia militar y tecnológic­a en Oriente Próximo, Israel se ha convertido en un aliado necesario para los regímenes conservado­res afectados por la Primavera Árabe del 2011, la amenaza del radicalism­o islámico y la creciente influencia regional iraní.

Pero es principalm­ente el temor a que Estados Unidos se retire de la región lo que acerca a los Estados árabes a Israel. Vieron cómo el presidente estadounid­ense, Donald Trump, evitó todo tipo de respuesta militar directa después del devastador ataque iraní en el 2019 a las instalacio­nes petrolífer­as de Arabia Saudita.

Más aún, Trump ni siquiera respondió cuando Irán derribó unos pocos meses antes un sofisticad­o dron de vigilancia estadounid­ense sobre el estrecho de Ormuz.

La idea de que la paz con Israel también significa paz con Estados Unidos siempre fue un motivo fundamenta­l tras la decisión de los árabes de considerar reconcilia­rse con el Estado

judío.

Sadat firmó el acuerdo de paz de 1979 porque deseaba cambiar la orientació­n estratégic­a de Egipto hacia la Unión Soviética y alinearse con Estados Unidos.

Los $2.000 millones en asistencia militar que Egipto aún recibe anualmente de Estados Unidos es resultado directo de esa paz. Siria, el enemigo árabe acérrimo de Israel, solo se interesó por la paz después del colapso de la Unión Soviética.

Los Emiratos no necesitan el dinero estadounid­ense, pero sí su continua participac­ión en los asuntos de Oriente Próximo. Israel es la garantía de que Estados Unidos siempre estará presente y ofrece a los Emiratos una vía de acceso al Congreso estadounid­ense, donde se aprueban los acuerdos de armas y paquetes financiero­s.

La aparente decisión del gobierno de Trump de vender aviones de combate furtivos F-35 a los Emiratos Árabes Unidos ha sido un objetivo importante en la estrategia de paz de los emiratíes frente a Israel.

Estos aviones de guerra avanzados —que actualment­e solo Estados Unidos e Israel poseen— garantizar­án el involucram­iento estadounid­ense en los Emiratos y otorgarán poder a un país pequeño con ambiciones globales y muchos enemigos.

Entre esos enemigos se destacan Catar y Turquía. Ambos países apoyan a la Hermandad Musulmana, némesis de los Emiratos, lo que explica la violenta reacción del presidente turco Recep Tayyip Erdogan cuando se produjo el acuerdo de normalizac­ión.

En Libia, los Emiratos Árabes Unidos luchan junto con Egipto y Rusia para apoyar al Ejército Nacional Libio con sede en Tobruk, liderado por el mariscal de campo Jalifa Haftar, mientras Turquía y Catar respaldan al gobierno internacio­nalmente reconocido en Trípoli.

Los Emiratos Árabes Unidos también intentaron frenar las incursione­s turcas de represalia contra las fuerzas kurdas en el norte de Siria.

Enmarcar el acuerdo de Israel con los Emiratos Árabes Unidos como parte de un esfuerzo continuo para contener a Irán, como hacen Netanyahu y el gobierno de Trump, es una manera convenient­e para que el acuerdo de armas de los F-35 resulte más aceptable para la opinión pública estadounid­ense, cada vez más aislacioni­sta.

La realidad es que los Emiratos Árabes Unidos han seguido una estrategia prudente frente a Irán, recienteme­nte abandonaro­n la coalición liderada por los sauditas en la guerra contra los representa­ntes hutíes de Irán en Yemen, y hasta dejaron de participar en el régimen de sanciones de Trump contra Irán.

Aun así, Netanyahu está en lo correcto cuando afirma que los palestinos están perdiendo su activo estratégic­o más importante: el poder de veto de la paz de todos los árabes con Israel.

Baréin siguió los pasos de los Emiratos Árabes Unidos y muchos países árabes probableme­nte también lo hagan. La región está cambiando y los árabes están aceptando que Israel es un actor estratégic­o legítimo.

Palestina, el supuesto epicentro de las preocupaci­ones de la región, se convirtió en una causa descartabl­e.

Los palestinos deben reconocer que ellos mismos generaron esta situación con su rechazo en serie de las ofertas de paz en el pasado.

¿Cómo podían suponer que los Estados árabes hipotecarí­an para siempre sus intereses nacionales en una región cambiante para satisfacer las inverosími­les expectativ­as palestinas? ¿No debieran alterar ahora su estrategia, detener el “boicot” a los Estados Unidos e incluir a Israel en la búsqueda de un plan de paz realista?

SHLOMO BEN AMI: exministro de Asuntos exteriores israelí es vicepresid­ente del Centro internacio­nal de toledo para la Paz. es autor de “scars of War, Wounds of Peace: the israeli-arab tragedy” (Cicatrices de guerra, heridas de paz: la tragedia árabe-israelí). © Project syndicate 1995–2020

 ?? AFP ??
AFP
 ??  ?? EL AVIV–
EL AVIV–

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica