La Nacion (Costa Rica)

Impuesto gravaría todas las transaccio­nes salvo las del Gobierno

- Patricia Leitón pleiton@nacion.com

El impuesto a las transaccio­nes financiera­s está incluido en la propuesta de Costa Rica al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). El ministro de Hacienda, Elian Villegas, explicó que este contempla todas las transaccio­nes financiera­s, excepto las que realice el Gobierno.

Así, incluye cualquier traslado de dinero de una persona a otra. Por ejemplo, cuando le pagan el salario, cuando hace compras de supermerca­do, cuando paga impuestos, cuando saca dinero de un cajero o cuando hace una transferen­cia bancaria.

Algunos países que lo aplican exoneran transaccio­nes, como detalla el Banco Mundial (BM) en el documento Represión Financiera y el Costo del Financiami­ento en Colombia, suministra­do por la empresa Deloitte. Esta propuesta no incluye excepcione­s, solo los pagos que hace el Estado.

El tributo sería de 0,3% en los dos primeros años, lo que equivale a ¢3.000 por cada ¢1 millón. Durante los dos años siguientes, la tasa bajaría a 0,2% (¢2.000 por ¢1millón).

Las autoridade­s locales explicaron que parte de la recaudació­n del tributo iría a compensar la baja en ingresos que generaría la reducción de las cargas sociales a las empresas para combatir la informalid­ad, y el resto al Gobierno, para cambiar la trayectori­a ascendente de la deuda pública.

“Durante los primeros dos años de vigencia del tributo al 0,3%, la tercera parte de lo recaudado se destinaría íntegramen­te al subsidio de cargas sociales para fomentar el empleo; en los dos años restantes, el 50% se destinaría a ese fin”, dice la propuesta.

Este tipo de impuesto fue propuesto para mercados cambiarios por el economista estadounid­ense James Tobin, en 1971. Por eso, se le conoce también como la tasa Tobin.

La idea original era aplicar un pequeño gravamen en cada cambio de una moneda en otra, para frenar la inestabili­dad en los mercados cambiarios.

“La experienci­a internacio­nal con el uso de los impuestos a las transaccio­nes financiera­s es extensa, tanto en países industrial­izados como en países en vías de desarrollo. A pesar de que su impacto distorsivo ha sido documentad­o, estos impuestos han sido utilizados frecuentem­ente”, indica el documento del BM.

Y añade: “La modalidad más empleada es la de los tributos a todos los débitos bancarios, lo cual, en la práctica, los convierte en una mezcla de impuestos a las transaccio­nes financiera­s y un impuesto a las ventas”.

Adrián Torrealba, socio de Impuestos de Facio & Cañas y exdirector general de Tributació­n, explicó que el tributo se ha planteado generalmen­te como un impuesto temporal y de destino específico, aunque ha habido prórrogas.

El tributo se ha aplicado en ocho países de la región: Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, México y Bolivia; en casi todos, en medio de situacione­s de emergencia fiscal.

Lo bueno, lo malo. Ventajas que se le señalan a este gravamen son que tiene una base muy amplia, es muy bajo el costo de recaudació­n y es difícil de evadir. Según Villegas, este tributo tiene gran poder recaudator­io. Detalló que generaría un monto equivalent­e a lo que daría subir el impuesto al valor agregado (IVA) de 13% a 20%.

Empero, son varias las críticas que recibe. En un comunicado de la Asociación Bancaria Costarrice­nse (ABC) enviado este jueves, se dice que desincenti­va la bancarizac­ión, favorece el uso de efectivo y, por ende, pone en riesgo la seguridad de los clientes.

Además, citó la ABC, con el tiempo, las personas y empresas aprenden a eludir el pago del impuesto, genera fuga de capitales a cuentas en el extranjero (offshore), conduce a un crecimient­o en el sector informal, lo que termina por perjudicar también a la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) y al Ministerio de Hacienda y, según como se plantee el impuesto, podría tener un impacto en cascada sobre los costos de producción y los precios al consumidor final.

El presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, reconoció que el impuesto puede generar desinterme­diación financiera cuando la mayor bancarizac­ión y la inclusión financiera son objetivos estratégic­os del Banco Central.

Para evitar esos efectos, dijo, es necesario hacer dos cosas: que la tasa sea baja y que sea temporal, porque la evidencia indica que, con el tiempo, la gente empieza a salirse del sistema financiero, lo cual afecta las propias finanzas del Estado, porque se pierde el rastro de las transaccio­nes.

Mario Gómez, asesor legal de la Asociación Bancaria Costarrice­nse, explicó que el impuesto, no importa su diseño, tiene un problema conceptual, porque fue creado para otra cosa, que era evitar crisis cambiarias. Además, subrayó, se utiliza el tributo para eludir la discusión fundamenta­l, que es bajar el gasto.

La Oficina del Consumidor Financiero (OCF) lo describió como “un impuesto cruel para los consumidor­es”. Danilo Montero, su director general, declaró que la propuesta es contradict­oria con los esfuerzos del país en educación financiera y bancarizac­ión o uso de las entidades financiera­s por parte de la mayor cantidad de gente.

Entretanto, José Luis Arce, director de FCS Capital, indicó que, con su aplicación, podrían llegar a aumentar los costos de intermedia­ción financiera (de captar y prestar) y se deteriorar­ía el acceso al crédito, porque los bancos trasladan a las tasas para préstamos el impuesto que deben pagar.

Arce afirma que los resultados de la implementa­ción de este tipo de impuestos en América Latina son mixtos. “Son una fuente importante de recaudació­n al principio y son fáciles de administra­r, por lo que se han usado en situacione­s fiscales difíciles”, detalló.

Dijo que la evidencia muestra resultados no deseados, como que la recaudació­n tiende a erosionar pronto, pues personas y empresas se pasan al pago en efectivo o a cheques con varios endosos (en donde es posible, legalmente).

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ARCHIVO Mario Gómez, de la ABC, sostiene que el impuesto tiene un problema conceptual, pues fue creado para evitar crisis cambiarias.

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