La Nacion (Costa Rica)

Un momento crucial en la pandemia

Este 18 de setiembre vence el plazo para los países que quieran unirse a la iniciativa Covax, alianza para distribuir la vacuna contra la covid-19 a ricos y pobres por igual

- SOUMYA SWAMINATHA­N: es directora científica de la Organizaci­ón mundial de la salud. SETH BERKLEY: es director ejecutivo de Gavi, la Alianza para la Vacunación. RICHARD HATCHETT: es director ejecutivo de la Coalición para las innovacion­es en Preparació­n

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INEBRA– Ya casi en el dé‑ cimo mes, la pandemia de la covid‑19 sigue causando grandes daños económicos y personales en todo el mundo. Pero aunque el final de la crisis parece tan lejano como siempre, lo cier‑ to es que estamos cerca de un posible punto de inflexión.

La dirigencia mundial tie‑ ne una oportunida­d de apo‑ yar un marco global que pone la cooperació­n internacio­nal por encima del nacionalis­mo en la búsqueda de una vacu‑ na para detener la pandemia.

El momento de la verdad será a la medianoche (4 p. m. en Costa Rica) de este 18 de setiembre. A esa hora vence el plazo para los países que quieran unirse a la iniciati‑ va Covax (Fondo de Acceso Global para Vacunas contra la Covid‑19) de Gavi (la Alian‑ za para la Vacunación), la Organizaci­ón Mundial de la Salud y la Coalición para las Innovacion­es en Preparació­n para Epidemias.

Covax es nuestra mejor po‑ sibilidad de proveer a la gente de todos los países acceso rá‑ pido, justo y equitativo a una vacuna en cuanto esté dispo‑ nible.

La iniciativa ya obtuvo un nivel de apoyo extraordin­a‑ rio: más de 170 países (que representa­n el 70 % de la po‑ blación mundial) han expre‑ sado intención de sumarse. En un momento de crisis sin precedente­s en el mundo, los gobiernos están ansiosos de hallar soluciones que benefi‑ cien a todos.

Nunca antes se había intentado algo parecido a Covax y la rapidez con que se organizó la iniciativa la vuelve todavía más notable. Si funciona, será la primera vez que la comunidad inter‑ nacional se haya unido para garantizar acceso equitativo y simultáneo a innovacion­es que salven las vidas de ricos y pobres por igual de una pandemia.

Mientras el hemisferio norte se acerca al otoño y la propagació­n de la covid‑19 no se detiene, la cifra mundial de muertes se aproxima al millón de personas, y las pér‑ didas económicas rondan los $500.000 millones al mes.

En estas condicione­s, ase‑ gurar un acceso justo y uni‑ versal a las vacunas no solo es lo correcto, sino necesario para poner fin a la crisis.

En tanto una sola perso‑ na no esté protegida, todas estarán en riesgo de padecer la enfermedad, sus perjuicios económicos o ambas cosas.

La importanci­a de Covax es innegable, pues es la única respuesta realmente inter‑ nacional disponible. Aunque hay en desarrollo más de 200 vacunas contra la covid‑19 (con no menos de 35 ensayos clínicos en marcha) es pro‑ bable que la gran mayoría no funcione.

La historia muestra que la probabilid­ad de éxito de una vacuna candidata en fase preclínica es inferior al 10 %. Y de las que pasan a la eta‑ pa de ensayo clínico, las que consiguen aprobación son al‑ rededor del 20 %.

Con esos porcentaje­s, ni los gobiernos ricos que están ne‑ gociando acuerdos bilaterale­s con fabricante­s pueden estar seguros de que conseguirá­n acceso a alguna vacuna por su cuenta.

En cambio, la iniciativa Co‑ vax está diseñada para maxi‑ mizar las probabilid­ades de éxito, mediante la inversión si‑ multánea en el desarrollo y la fabricació­n de una gran canti‑ dad de candidatas.

Al tener la cartera de va‑ cunas más numerosa y diver‑ sificada del mundo (que hoy incluye nueve en desarrollo y otras nueve o más en evalua‑ ción) Covax funciona como una póliza de seguro interna‑ cional.

Dentro de Covax, los paí‑ ses que ya tienen acuerdos bilaterale­s podrán acceder a vacunas alternativ­as si esas apuestas salen mal; y para la mayoría de los países que no tienen otras opciones, Covax es una tabla de salvación.

En un primer momento, Covax apunta a tener 2.000 millones de dosis para finales del 2021, que deberían ser su‑ ficientes para proteger a las poblacione­s en alto riesgo o vulnerable­s y a los trabajado‑ res sanitarios de la primera línea. Pero para alcanzar este objetivo, primero necesitamo­s compromiso­s legalmente vin‑ culantes de todos los países posibles.

Finalizado el plazo para inscribirs­e el 18 de setiembre, la prioridad será completar el proceso de desarrollo y prue‑ ba para garantizar que las fu‑ turas vacunas sean eficaces y seguras.

Covax deberá suscribir acuerdos con fabricante­s para iniciar la distribuci­ón a gran escala de las vacunas tan pron‑ to se autoricen. Y se necesita‑ rán donaciones para subsidiar la compra para países de ingre‑ sos bajos y medios inferiores.

Pero incluso resuelta la cuestión financiera, el proceso de distribuci­ón no será fácil. El despliegue del producto con‑ tra la covid‑19 será el mayor es‑ fuerzo de esta naturaleza que el mundo haya visto, y tendrá que ejecutarse en un momen‑ to en que la desinforma­ción (infodemia) amenaza con debi‑ litar la confianza pública en la seguridad de las vacunas.

El final de la pandemia to‑ davía está lejos, pero cuando menos tenemos una solución global a la vista. Covax es la mejor esperanza que tenemos de poner fin a la crisis lo antes posible.

Un día, cuando la gente mire atrás y se maraville por la rapidez con que la comunidad científica y los profesiona­les del desarrollo respondier­on a la amenaza de la covid‑19, la atribuirá a la prontitud de los gobiernos para dejar de lado el interés nacional en nombre de la cooperació­n internacio­nal y la solidarida­d.

Cualquiera que sea el mo‑ mento exacto que señalen los historiado­res del futuro como punto de inflexión de la pan‑ demia, nadie dudará de que la creación y adopción gene‑ ralizada del Fondo de Acceso Global para Vacunas contra la Covid‑19 fue fundamenta­l para ponerle fin.

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FOTO AP Vacunación en Haití contra otras enfermedad­es, como parte del proyecto Gavi.

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