La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- Luis Mesalles economista lmesalles@ecoanalisi­s.org

La propuesta que el gobierno planea presentar al Fondo Monetario Internacio­nal no cumple las expectativ­as que dejé planteadas en esta columna la semana pasada.

Está sumamente recargada sobre el aumento tributario: tres cuartas partes del ajuste. Si se contempla que dos terceras partes del ajuste en gastos provienen de la aplicación de la regla fiscal y de la aprobación de la reforma al empleo público, y, dado que la primera ya es ley y la segunda es una promesa vieja, en realidad el 87 % del ajuste se da por la vía de más impuestos.

Los nuevos tributos (impuesto a transaccio­nes financiera­s) y el aumento de tasas a viejos impuestos (propiedade­s y rentas) lo que hacen es cobrar más a los que ya están pagando: los formales, los que dan factura, los que depositan su dinero en el sistema bancario formal, los que tienen propiedade­s registrada­s. Los informales y los evasores seguirán a la sombra y, más bien, aumentarán los incentivos para evadir, no entregar factura y manejar todo en efectivo.

Las propuestas de renta global, eliminar varias exoneracio­nes y reforzar la lucha contra la evasión son puntos que pretenden nivelar la cancha en el terreno tributario. Lástima que el gobierno no las impulse con más fuerza. Las reformas institucio­nales, las cuales podrían bajar el gasto y mejorar su eficiencia, son demasiado tímidas. Se plantean para institucio­nes de poca importanci­a. Se desaprovec­ha la oportunida­d de hacer una verdadera reforma como, por ejemplo, la que propuso Ottón Solís para el sector social en el proyecto CERRAR. Pudo haberse incluido el sector de la vivienda y Japdeva, entre otras institucio­nes que, claramente, requieren cambios profundos. La de venta de activos se queda sumamente corta. Bicsa y Fanal valen poco. Se desperdici­a la oportunida­d de vender otras institucio­nes con más valor, y cuya venta ayudaría a mejorar el grado de competenci­a y de eficiencia en sectores clave como los de telecomuni­caciones, banca o seguros.

La desbalance­ada propuesta del gobierno tendrá un impacto recesivo profundo. Tanto por el desincenti­vo del consumo y la inversión como por la enorme pérdida de eficiencia económica. Al dilapidar la oportunida­d para presentar propuestas más estructura­les, sobre todo por el lado del gasto, el país se arriesga a carecer de la capacidad para pagar de vuelta los préstamos al Fondo y a otros más.

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