El viaje desde Sixaola
Los licores clandestinos eran adquiridos en Panamá y luego hacían un largo recorrido fluvial y terrestre hasta sus compradores finales.
estaba el primer punto de almacenamiento.
Casas de habitación, bodegas y locales comerciales de Limón y Alajuela eran los destinos finales de los cargamentos, precisaron los agentes a cargo de las pesquisas.
Además, la Policía Judicial determinó que la banda tenía roles establecidos para asegurar que la mercadería, introducida a nuestro país sin cancelar los impuestos correspondientes, fuese colocado en puestos de venta.
Para poder movilizar la carga desde el Caribe, esta asociación ilícita contactaba a los uniformados para conocer los puntos donde había retenes o para evitar ser detenidos si pasaban por el lugar.
Los pagos hechos a los oficiales eran variados, pero rondaban entre los ¢20.000 y ¢100.000, ya que todos los días había movimiento.
“En apariencia, les pagaban a oficiales de algunas sedes policiales, para que les informaran cuándo y dónde había operativos en carretera, o bien, para que una vez que el carro, en que llevaban el licor de contrabando, llegaba a un retén policial o pasaba por una delegación de dicha Policía, no fuera detenido, ni revisado y así poder pasar los cargamentos”, detalló el OIJ.
El Ministerio de Seguridad Pública indicó que colaboró con los agentes en la investigación y que ahora está a la espera de lo que ocurra para tomar acciones con su personal.
El líder del grupo es un hombre de apellidos Sandoval Matamoros, de 44 años.