La Nacion (Costa Rica)

La falsa ilusión de la seguridad

- Ricardo Hernández López

Como parte del sano ejercicio de informació­n que debe realizarse en beneficio de los ciudadanos y producto del trabajo de un medio de comunicaci­ón, se reveló la existencia de una inversión del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) en bonos emitidos por La Nación S. A., emisor cuya calificaci­ón de riesgo muestra un detrimento, sobre todo en el último año.

Este régimen, por ser uno de los pilares fundamenta­les de nuestro sistema de jubilacion­es, tiene sus inversione­s reguladas y fiscalizad­as.

Esta informació­n produjo como reacción que se levantaran voces pidiendo una investigac­ión de las causas y motivacion­es de la inversión, tanto por parte de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, gestora del fondo, como de la comisión de control de la Asamblea Legislativ­a.

La investigac­ión sobre los procedimie­ntos en la toma de decisiones que llevan a hacer las inversione­s del IVM es siempre sana, por tratarse de fondos de los cuales la Caja es una simple administra­dora, que tiene el deber de ser diligente en la administra­ción y debe cumplir las normas.

Reformas propuestas. Lo preocupant­e de la discusión de estos hechos es que derive, como se colige de algunas voces que se levantaron en las redes sociales, en la tentación de proponer reformas legislativ­as con el objetivo de que los recursos que entran al régimen de IVM se inviertan exclusivam­ente en valores emitidos por el Gobierno Central o en institucio­nes públicas.

Lo anterior bajo la ilusión de la supuesta seguridad de que el sector público es un cumplidor seguro de sus obligacion­es y la inexistenc­ia de riesgos de crédito cuando el emisor es el Estado o alguna de sus institucio­nes.

Nada más lejano de la realidad. Los fondos de los trabajador­es se convertirí­an en el gran recurso de financiaci­ón del Estado, sin mayor provecho para los aportantes y con una concentrac­ión de sus riesgos.

Solamente revisando los datos de Fitch Ratings sobre deuda soberana se determina que se han registrado 23 incumplimi­entos de bonos soberanos en 14 países desde que comenzó la cobertura de este activo, a mediados de la década de los noventa; sin embargo, ha habido un marcado aumento en los casos desde el 2016 y es de particular relevancia Argentina, caída cinco veces en default entre el 2001 y el 2020.

Costa Rica, con un elevado déficit fiscal, constituye una amenaza constante sobre la capacidad del Estado para el cumplimien­to de sus obligacion­es.

Pérdida para el régimen. Un default del sector público se resuelve ordinariam­ente con reestructu­raciones o canjes de deuda, donde el inversioni­sta, de forma usual, debe sacrificar una parte de su capital en la reconversi­ón o aceptar extensione­s del plazo de la deuda a tasas de interés que hagan factible el repago al emisor.

Solo imaginar la concentrac­ión de la inversión de un régimen de pensiones en papel del sector público bajo una ilusión de seguridad, en caso de default, representa­ría pérdidas al régimen o un reajuste de su rentabilid­ad en perjuicio de los aportantes.

Más bien, en los regímenes de pensiones, debe propiciars­e la diversific­ación de la cartera de inversione­s, buscando la correlació­n de los activos que la componen, de tal forma que se muestre balanceada y que, aun en situacione­s de comportami­ento desfavorab­le de algunos de los valores en el mercado, cuente con posiciones en otros papeles o instrument­os financiero­s que compensen ese movimiento.

De ahí la certeza del viejo adagio de que no conviene colocar todos los huevos en la misma canasta, adoptado en fianzas para explicar magistralm­ente la necesidad de diversific­ación de los portafolio­s.

Calificaci­ones de riesgo. Es normal que los emisores y las emisiones a largo plazo puedan ver reducida su calificaci­ón, como un reflejo de condicione­s que hacen que su riesgo de impago aumente; sin embargo, esta situación lo que debe llevar a los gestores de cartera es al análisis de la convenienc­ia de mantener la posición de inversión o no.

Los órganos decisores en materia de inversión de los fondos de pensiones actúan de conformida­d con el análisis técnico en el momento de la toma de decisión, con la informació­n disponible en el momento. No cuentan con elementos para anticipar el desempeño a largo plazo de los emisores, y para eso se da seguimient­o a la calificaci­ón de riesgo y al desempeño financiero del emisor con periodicid­ad.

No hay que caer en la tentación de hablar de agua pasada o como si se pretendier­a la omniscienc­ia de los órganos de análisis.

Para muestra veamos lo que sucedió de junio del 2013 a agosto del 2020: la calificaci­ón soberana otorgada a Costa Rica por las calificado­ras de riesgo se ha deteriorad­o de grado de inversión a un grado altamente especulati­vo, situación que probableme­nte no era posible anticiparl­a para un inversioni­sta a largo plazo que hubiera tomado su posición, por ejemplo, en el propio 2013.

¿Deben ponerse todos los huevos en la misma canasta del sector público?

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