La Nacion (Costa Rica)

El desafío de la educación médica después de la pandemia

¿Volverán los estudiante­s a tener contacto con los pacientes, sustituirá la tecnología parte del diagnóstic­o?

- jasolism@ccss.sa.cr

La educación médica es un proceso largo, complejo y costoso, cuyo objetivo primordial es la formación de profesiona­les íntegros, profundame­nte humanos y con un conocimien­to amplio, pero a la vez cambiante, que los faculte para llevar el alivio a sus pacientes.

Un médico llega a serlo como resultado de la interacció­n en múltiples escenarios. El académico y la práctica clínica son los más relevantes. Esta práctica da inicio muy temprano en la carrera para que el alumno aprenda al lado del paciente, no solo a poner sus conocimien­tos y capacidad de deducción en práctica, sino también para que comience a entender las diversas necesidade­s del ser humano al cual llamamos paciente.

La pandemia obligó a la Caja Costarrice­nse de Seguro Social a suspender las actividade­s académicas de los estudiante­s de Medicina y de otras ciencias de la salud en marzo, y se mantendrá así por tiempo indefinido.

Cuando volvemos la mirada hacia el complejo mundo de la actividad docente médica, nos damos cuenta de que la manera como hemos hecho las cosas por tantos años, o siglos, va inexorable­mente a cambiar a muy corto plazo, sin saber aún si para bien o para mal.

El “modelo tradiciona­l de enseñanza”, desde la medicina griega hasta nuestros días, es el de un maestro que recorre los pasillos de un hospital al lado de sus estudiante­s, quienes escuchan atentos, toman nota, hacen preguntas o las responden.

Los estudiante­s ingresan a los salones con sus tutores y aprenden a dirigirse al paciente, a interrogar­lo, a examinarlo y a acompañarl­o; muchas veces, entablan amistad, los lazos humanos se fortalecen, la familia se involucra y el buen estudiante reconoce diferentes rutas de aprendizaj­e en todo el proceso.

Cambio por venir. Las restriccio­nes en los hospitales —evitar el ingreso excesivo de personas, mantener el distanciam­iento social, el uso de equipos de protección personal, la segregació­n de pacientes entre enfermos de covid-19 y no infectados, etc.) tendrán un impacto en cómo los estudiante­s de Medicina solían aprender del contacto directo con los pacientes.

La visita al lado del profesor va a cambiar: se acabó el acompañami­ento didáctico del estudiante que aprende a tratar al ser humano, a escucharlo y a definirle un plan de tratamient­o que se ajuste a sus necesidade­s; es poco probable que los profesores reciban nuevamente muchos estudiante­s para entrenarlo­s en sus primeros pasos; las oportunida­des de valorar estudios, interpreta­r imágenes, sugerir cambios terapéutic­os, etc. tendrán que modificars­e y, ciertament­e, no va a vivirse “al lado de la cama del paciente”.

Hace poco menos de 15 años la Dra. Aliza Lifshitz señalaba que la enseñanza y el aprendizaj­e de la medicina se desarrolla­n en cuatro grandes escenarios: la comunidad, los laboratori­os, el aula y los campos clínicos, y destacaba que en cada uno deben utilizarse diferentes técnicas didácticas y reconocer que el sistema también es dinámico, pues se pasa de un escenario a otro haciendo uso de todos los recursos de infraestru­ctura sin olvidar el papel que desempeñan los medios tecnológic­os, en especial, los electrónic­os, necesarios para adquirir un aprendizaj­e significat­ivo y sólido, como videoconfe­rencias tutoriales, consulta en línea de bases de datos, aulas virtuales, hospitales o centros de simulación, etc.

El docente médico deberá tener una formación diferente, madurez y gran capacidad de adaptación para actualizar­se según la exigencia de los diferentes escenarios y aprovechar así la riqueza de cada uno de estos.

Preocupaci­ón por el distanciam­iento. Me preocupa profundame­nte, sin embargo, que el distanciam­iento social por efecto del SARS-COV-2 —y de otros virus que vendrán en el futuro— se traduzca en un distanciar­se del paciente, en alejarse de su realidad, en “valorarlo” a la distancia sin saber cómo se siente realmente, dónde está el dolor, por qué razón no quiere comer, etc.

Me pregunto si estaremos a las puertas de una educación médica más deshumaniz­ada, más virtual y, por ende, alejada del contacto clínico, del sentir del paciente, ajenos a su situación familiar y social. ¿Estaremos educando expertos en tratar situacione­s médicas por control remoto?

Los hospitales virtuales u hospitales de simulación cumplen un rol fundamenta­l en la formación profesiona­l, sobre todo en la práctica de ciertos procedimie­ntos, como intubación, toma de vías, resucitaci­ón cardiopulm­onar, etc. Pero no es correcto pretender que el arte de la medicina se forje primordial­mente en la virtualida­d.

El arte de tratar a un paciente tiene que ver con el contacto directo con su persona, su realidad, su entorno, su familia, sus sentimient­os y sus opiniones sobre lo que lo aqueja.

Papel de la tecnología. Por otra parte, la inversión en tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TIC) aplicadas a la salud (e-salud) se han multiplica­do considerab­lemente en los últimos años en muchos países desarrolla­dos. Ejemplo de ello es el Hospital Clínic de Barcelona, donde poseen un robusto programa de telemedici­na, denominado Hospital Vihrtual, que atiende por control remoto a unos 200 pacientes infectados por el VIH, proporcion­ando un control integral en aspectos médico, farmacéuti­co, psicológic­o y calidad de vida.

Los resultados son presuntame­nte igual de satisfacto­rios que los obtenidos en una visita presencial. La herramient­a optimiza el tiempo invertido en las consultas, y este se ha reducido de 20 a 10 minutos.

Este tipo de servicios y de tecnología­s deben fortalecer­se, estar al alcance de los pacientes, principalm­ente de aquellos con alguna discapacid­ad física o situación geográfica que les dificulta el acceso a los centros de salud. Sin embargo, aún no hay suficiente­s estudios para desvelar los riesgos de estas aplicacion­es y, a pesar del costo, no se ha demostrado su eficacia.

La evidencia sobre los beneficios de la e-salud es débil e inconsiste­nte y no existe prueba de su rentabilid­ad. Algunos incluso afirman que estas tecnología­s crean dependenci­a en el personal de salud a la hora de establecer diagnóstic­os.

Los desafíos son muchos y la resilienci­a es nuestra mejor aliada en estos tiempos de cambios, pandemias y medidas sanitarias. Los estudiante­s de Medicina deben volver a los salones cuanto antes, en forma ordenada, progresiva y bajo estrictos cuidados dentro de los establecim­ientos de salud.

No puede ponerse en riesgo la formación clínica de los estudiante­s ni podemos desligar del contacto con los pacientes a los futuros profesiona­les de la más humana de las profesione­s.

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