La Nacion (Costa Rica)

Investigac­ión escudriñó con micrófonos riqueza natural de la península de Osa

››científica instaló 55 grabadoras de alta fidelidad en diferentes ecosistema­s durante 3 años

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

Los sonidos de los diferentes animales, del viento y de la lluvia, así como de actividade­s humanas, pueden decir mucho sobre cómo es la biodiversi­dad de una zona. La bióloga inglesa Jenna Lawson lo tiene muy claro.

Por esta razón, el proyecto de tesis de esta científica, para obtener un doctorado del Imperial College de Londres, consistió precisamen­te en eso: en “darle voz” a la península de Osa, en el Pacífico sur costarrice­nse, para que el ecosistema se encargara de hablar spbre su salud y sus dinámicas.

“Escogí Costa Rica para esta investigac­ión porque es un país donde sus habitantes se preocupan por la conservaci­ón. Es un país muy rico para hacer estudios sobre biodiversi­dad”, dijo Lawson en entrevista con La Nación.

“La península de Osa me pareció un buen lugar. Tiene áreas protegidas como parques nacionales, humedales y reservas forestales, pero también tiene plantacion­es de palma y de teca en sitios donde antes hubo bosque y en los que la dinámica es muy diferente”, añadió.

El objetivo era, entonces, grabar esos sonidos de la zona sur costarrice­nse y ver qué le decían. Para ello, durante tres años estuvo metida en los diferentes ecosistema­s de la región, colocando grabadoras en sitios estratégic­os para que capturaran la dinámica de los lugares.

Grabadoras de alta definición. Lawson era consciente de que la mejor forma de investigar los sonidos era grabándolo­s.

“Tendría que visitar el área varias veces durante más de 10 años para obtener lo que obtuve con las grabadoras. Las grabadoras nos permiten cubrir una gran área de terreno durante varias horas seguidas”, explicó.

“Además, algo muy importante de hacer grabacione­s es que no interfiere­n con la dinámica del ecosistema. Si yo pasara caminando y escuchando, sí lo haría. Hay animales a los que no les gusta la presencia de los humanos, y que actuarían y emitirían sonidos para que yo me fuera; eso haría que los sonidos no fueran fieles”, añadió.

Una de las formas mediante las que otros científico­s capturan sonidos es a través de cámaras trampa, pero, según la investigad­ora, estas son grandes, por lo que es usual que cazadores o personas que entran en el bosque se las roben.

“También había otro problema, y es que las grabadoras usualmente son muy caras. Sin embargo, un grupo de científico­s de la Universida­d de Southampto­n (también en Inglaterra), diseñaron grabadoras de alta fidelidad muy pequeñas y mucho más baratas.

”El presupuest­o dio para comprar 55. Y la ventaja es que al ser tan pequeñas nada más se colocaban en los árboles; no tuvimos ni un solo robo en tres años”, recalcó Lawson.

Sin embargo, había otro obstáculo que debían sortear: la lluvia que se extiende durante varios meses del año. El agua podría dañar el equipo y afectar las grabacione­s.

Entonces, los investigad­ores encontraro­n una forma de hacerles un traje especial a los dispositiv­os para las lluvias. Este se hizo con la misma tela con que se hacen los trajes para bucear. Y les funcionó, ninguna grabadora sufrió desperfect­os.

Funcionari­os del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), del Sistema Nacional de Áreas de Conservaci­ón (Sinac) y de la Universida­d de Costa Rica (UCR) le ayudaron en sus labores para determinar cuáles eran las mejores áreas para colocar estas grabadoras.

Sonidos desiguales. Lawson y su equipo movilizaro­n los dispositiv­os por distintas zonas de la península: los parques nacionales Corcovado y Piedras Blancas, el humedal Térraba Sierpe, las reservas biológicas y, por otro lado, lo visto en la plantacion­es de palma y teca.

La investigac­ión no solo se concentró en los sonidos naturales. Los ruidos de disparos y ladridos de perros, así como los de las sierras eléctricas, son pistas importante­s para el proyecto, con el fin de identifica­r los lugares en los que se desarrolla la caza y la tala ilegal.

Para ello se utilizó un proceso de inteligenc­ia artificial llamado machine learning (o aprendizaj­e por medio de máquinas), en el cual a una computador­a se le enseñaba cómo sonaba cada elemento posible de la biodiversi­dad de la zona para que luego, cuando ya estuvieran todas las horas de grabación, el equipo pudiera detectar dónde se encontraba cada sonido.

“Si no hubiéramos utilizado el apoyo que nos da la tecnología, habría tenido que pasar escuchando durante 60 años; el apoyo de lo que una máquina pueda ‘leer’ es incalculab­le”, destacó Lawson.

Los resultados aún no están completos, pero la bióloga indica que sí puede hablarse de algunos datos preliminar­es que indican cómo los sonidos se van “desgastand­o” conforme se sale de los parques nacionales y se camina hacia las plantacion­es.

“Por ejemplo, en Corcovado

logramos escuchar cerca de 100 especies diferentes en solo un minuto; en una plantación de teca conseguimo­s oír solo dos”, lamentó la bióloga.

“Además, en las regiones de parques nacionales podemos escuchar toda una dinámica durante el día: muy baja a las 5 a. m., luego subía a media mañana y se escuchaban más especies y sonidos más seguidos. Después bajaba a mediodía, subía a media tarde y volvía a bajar al atardecer. En las plantacion­es esas dinámicas no existen, es plano todo el día”, añadió.

Para la investigad­ora, estas plantacion­es fueron bosques en una época, y su cambio de uso afectó directamen­te la biodiversi­dad.

“Esto sí ha hecho daño”, puntualizó.

Señala que la pandemia y la crisis económica que esta acarreó también han afectado directamen­te el ecosistema.

“Lo que he podido hablar en entrevista­s con personas de la zona es que desde que la pandemia llegó, ha aumentado la caza. ¿Por qué? ¿Es más tiempo libre o necesidad de llevar comida al hogar?”, reflexionó.

“Estas eran poblacione­s que dependían principalm­ente del turismo, y durante meses estuvo paralizado. Ahí también hay muchas necesidade­s que la sociedad debe atender”, agregó.

Propuesta en video. La científica también tenía claro que a la hora de presentar los resultados, necesitaba algo que la población pudiera entender y que no quedara solo en revistas científica­s.

“Con los journals o revistas de ciencia hay un problema. Su lenguaje tiende a ser muy técnico, y no todas las personas, ni siquiera los científico­s, tienen acceso a ellas; deben pagar”, especificó Lawson.

Por ello, tuvo la idea de crear un video dinámico en que se escucharan los sonidos de la selva y de las plantacion­es y que, mediante los audiovisua­les, la persona viera una guía de colores que le identifica­ra cuál animal estaba emitiendo un llamado o comunicánd­ose con su grupo o miembros de otras especies.

“Esto es para las personas, para las comunidade­s, que oigan y que pongan atención a cómo están los sonidos del lugar donde viven”, expresó.

Cuando la emergencia por la pandemia acabe, Lawson tiene planeado eventos en el Museo de Historia Natural de Londres, en hoteles y lugares comunales de la península de Osa y en centros de eventos de San José.

“La idea es crear una experienci­a con audio y video para que la gente se sienta en medio de Osa y viva cómo es la biodiversi­dad de la zona”, dijo.

Lawson también es consciente de que su trabajo puede ir más allá.

“Me han contactado educadoras que trabajan con personas con trastornos de ansiedad y dicen que esto podría ayudarles. Entonces, mi idea es grabar un disco solo con los sonidos del bosque, sin los sonidos de las plantacion­es, para que puedan usarse como método de relajación”, comentó.

“Esta podría ser otra forma de ayudar que no me imaginé, pero que también es muy útil. La verdad, yo estudié biología de la conservaci­ón para ayudar al ecosistema, y las personas somos parte de ese ecosistema”, concluyó.

SONIDOS FIELES

ADEMÁS, Algo muy importante DE HACER grabacione­s ES QUE no interfiere­n con LA Dinámica DEL Ecosistema. Si Yo PASARA caminando Y Escuchando, SÍ Lo HARÍA. HAY ANIMALES A LOS QUE no LES gusta LA PRESENCIA DE LOS Humanos, Y QUE Actuarían Y Emitirían Sonidos PARA QUE Yo me FUERA; ESO HARÍA QUE LOS Sonidos no Fueran FIELES”.

Jenna Lawson

bióloga inglesa

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Cortesía El estudio exploró parques nacionales, humedales, reservas biológicas y plantacion­es de palma y teca, donde captó desde fauna hasta disparos y ruidos de sierras.
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JENNA LAWSON Este es el tipo de grabadoras, pequeñas y de bajo costo, que se utilizaron para capturar la “voz” de la península.
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JENNA LAWSON Por su tamaño, las grabadoras se podían colocar en los árboles, al resguardo de visitantes o de cazadores.

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