El Dr. Salas
Me encontré, al azar, con dos pensamientos de Hipócrates, médico de la antigua Grecia y conocido como el padre de la medicina: “Donde hay amor por la medicina, hay amor por la humanidad”. Y otro: “Divina es la tarea de aliviar el dolor”.
Ellos me llevaron a formular la siguiente pregunta: ¿Podría haber, a mi juicio, algo más representativo para ensalzar la labor que en estos momentos de pandemia ha caracterizado al doctor Daniel Salas? Creo que no.
He sido contraria a referirme a actitudes relacionadas con personas en puestos de poder. Sin embargo, las citas de Hipócrates me despertaron la necesidad de unirme, ahora en este espacio y en este momento, al coro de voces que se han referido a la participación de este galeno en estos momentos tan aciagos que vivimos.
Y lo hago con convicción y reconocimiento, para ponderar la actitud conocida y avalada por muchos, y tristemente desconocida y criticada por otros, en relación con la seriedad de la información que en el día a día brinda el Dr. Daniel Salas, patente desde mediados de marzo.
Valentía. El Dr. Daniel Salas se ha mostrado un hombre valiente al que le ha correspondido —como se dice coloquialmente— “bailar con la más fea”.
Se enfrenta a un hecho sin precedentes, y como su profesión y deber le exigen, su tarea es luchar por la vida de los más vulnerables ante la pandemia.
Todos sabemos que el doctor Salas ha puesto al servicio de la sociedad, no solo sus conocimientos, los cuales muchos expertos han reseñado, sino también su experiencia, sus destrezas y su voluntad; tampoco ha escatimado esfuerzos para tratar, hasta donde es posible, de amortiguar los efectos de la pandemia y hacer más justas las diferencias. Sabemos que la información que brinda se transmite día tras día, con seriedad y sin aspavientos; con cordura y respeto hacia los afectados como también a los que estamos ávidos de conocer los detalles pertinentes del momento.
El Dr. Salas ha sacrificado momentos de convivencia y esparcimiento con su familia, en menoscabo de su diario vivir: momentos que también a ellos deberíamos agradecer.
Sin embargo, no han faltado voces injuriosas, lacerantes,
El ministro de Salud es un hombre valiente y le ha correspondido, como se dice coloquialmente, ‘bailar con la más fea’
ruines, malagradecidas, destructivas y demás epítetos (y podría haber más) para descalificar la dedicación y entrega del galeno, expresiones utilizadas para destruir, mientras él y quienes lo acompañan en esta lucha, van construyendo.
La historia las desautorizará y, por el contrario, recordará siempre los valores que venimos señalando.
Sacrificio. La labor del Dr. Salas no hubiera sido posible sin la ayuda incondicional de todo el personal de hospitales y clínicas. Son los empleados silenciosos, enfrentados constantemente al peligro, con labores extenuantes, y quienes, igualmente expuestos al contagio, han sacrificado el tiempo dedicado a su diario vivir.
No exagero al decir, retomando las palabras de Hipócrates, que en todo este tiempo el Dr. Salas ha hecho realidad su “amor por la humanidad” y también ha hecho patente, utilizando el discurso religioso, el carácter “divino” de la medicina.
Todo médico que ame su quehacer es digno de reverencia, admiración y confianza.
Es tan trascendental nuestra credibilidad hacia el médico que cuando nos vemos azotados —nosotros o un familiar— por problemas serios de salud, nuestra total confianza está depositada en ellos, y tanto es así que, también utilizando el discurso religioso, hacemos ante tales circunstancias un acto de fe.
Es dura tarea para un médico pensar que la vida de centenares de personas está en sus manos. Sin embargo, él y quienes lo acompañan en esta “hazaña” están haciendo historia: esta se lo reconocerá a él, a sus ayudantes y a sus colaboradores.
En carne propia. Cuando el doctor Salas sufrió la muerte de su padre, víctima de la pandemia, afloraron también las voces de la maledicencia y la mezquindad.
Al Dr. Salas no le corresponde resolver la situación económica que sufren muchos grupos sociales. Eso es harina de otro costal; sin embargo, ha tenido que ceder y apoyar medidas alternativas para paliar la situación adversa en que se encuentran negocios pequeños, medianos y grandes.
Es muy fácil criticar y destruir. El Dr. Salas no se ha amedrentado y no se ha dejado llevar por las voces del odio. Su labor la aprecian, y la apreciarán siempre, miles de costarricenses.