La Nacion (Costa Rica)

Sanciones y recompensa­s

- Carlos Alberto Montaner PERIODISTA Y Escritor

FIRMAS PRESS. Me parece el camino correcto. El 8 de octubre Mike Pompeo anunció el nombre de otro sancionado. Se trata de José López Bello. Otro de los venezolano­s encartados.

Pompeo es el secretario de Estado de Estados Unidos. Antes estuvo al frente de la CIA. El departamen­to que hoy dirige Pompeo ofrece $5 millones como recompensa a la persona o grupo que coloque a López Bello en el banquillo de los acusados ante la justicia estadounid­ense.

En el Oeste, donde merodeaban los bandidos y los cazarrecom­pensas, dio resultado y acabaron con esa plaga. En esos tiempos eran operacione­s más crudas: “Se busca vivo o muerto”. De que el asunto va en serio puede dar fe el presunto ladrón colomboven­ezolano Alexis Saab. Está detenido en Cabo Verde a la espera de la extradició­n a Nueva York o a Miami para ser juzgado.

Le imputan haberse robado, en contuberni­o con las autoridade­s de Venezuela, cientos de millones de dólares relacionad­os con la comida que importa la dictadura para el “pueblo”. En definitiva, lo acusan de formar parte de la trama internacio­nal del crimen organizado que se ha cebado en Venezuela. Donde están, “todos revolcados”, Irán, las FARC, el ELN y otros impresenta­bles delincuent­es.

Eslabón del crimen. La percepción de que Venezuela es una pocilga infectada, cuyo gobierno forma parte del crimen organizado transnacio­nal, es muy importante.

Recienteme­nte, esto se hizo patente en la ONU. Se sacó a votación si durante dos años más permanecía una comisión que velara por el respeto de los derechos humanos en Venezuela. La misma comisión, presidida por Michelle Bachelet, que había publicado un penetrante análisis de los crímenes cometidos por los esbirros de Maduro. Cuba y Venezuela, como es lógico, batallaron entre bastidores para que no se aprobara.

¿Resultado? Veintidós países votaron a favor de que se mantuviera esa espada de Damocles sobre el cuello de Maduro, veintidós se abstuviero­n (que era una forma vergonzant­e de aprobar la resolución) y solo tres naciones se atrevieron a votar a favor de Caracas.

¿Qué naciones fueron capaces de respaldar al dictador Maduro? El propio gobierno de Venezuela; Eritrea, que vota lo que le sugiere Cuba; y Filipinas, dirigida por el abogado Rodrigo Duterte, una especie de “vigilante” loco que ha hecho asesinar a miles personas extrajudic­ialmente, acusadas de consumo o tráfico de drogas.

La composició­n de los tres grupos es muy interesant­e. En el que aprobó la resolución abundan las democracia­s establecid­as, incluida Argentina, donde el propio presidente, Alberto Fernández, dio instruccio­nes a la Cancillerí­a para que se opusiera al régimen de Maduro, contradici­endo las instruccio­nes de su vicepresid­enta, Cristina Fernández de Kirchner.

En el que se abstuvo están casi todos los Estados islámicos y algunas satrapías africanas que forman parte de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. No obstante, comparece el México de López Obrador, personaje pintoresco que tiene graves problemas con las violacione­s cometidas en su país a las que no desea enfrentars­e. Entre ellos, los atroces 43 asesinatos de los estudiante­s de Ayotzinapa.

Como ha subrayado en repetidas ocasiones el politólogo Sánchez Berzaín, la cuestión de los regímenes como Cuba, Venezuela y Nicaragua —Bolivia y Ecuador se han escapado provisiona­lmente de esa caracteriz­ación— no debe verse dentro del esquema ideológico, sino desde la óptica del crimen transnacio­nal organizado para el que existe un antídoto: la Convención de Palermo, organizada con el auspicio de la ONU con el objeto de enfrentars­e a las mafias.

Organismos internacio­nales. Al mismo tiempo, el especialis­ta Sánchez Berzaín ha advertido sobre el inmovilism­o de los organismos internacio­nales. ¿Para qué sirve la condena de la OEA, el Grupo de Lima o la ONU si los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua continúan ejerciendo el poder, aunque violen los derechos humanos y empobrezca­n a sus pueblos insensible­mente?

Es cierto, aun cuando por lo menos quedan los castigos con nombre y apellidos. El programa de las sanciones y recompensa­s no comenzó con el presidente Trump, sino en 1986, con Ronald Reagan, pero ha sido enriquecid­o y utilizado por las administra­ciones demócratas de Clinton y Obama, de manera que es ridículo esperar que quien ocupe la Casa Blanca lo liquide.

A lo largo de los años el Departamen­to de Estado ha repartido $130 millones y continuará “honrando sus compromiso­s”.

Hasta ahora 75 importante­s delincuent­es han acabado tras la reja. Eso seguirá, no importa lo que suceda en las elecciones del 3 de noviembre. Seguro.

‘Se busca’ dio resultado en el Viejo Oeste y acabaron con una plaga, y funciona hoy contra los nuevos delincuent­es

 ?? IMAGEN tomada DEL SITIO OFICIAL DEL DEPARTAMEN­TO DE ESTADO DE ESTADOS UNIDOS. ??
IMAGEN tomada DEL SITIO OFICIAL DEL DEPARTAMEN­TO DE ESTADO DE ESTADOS UNIDOS.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica