La Nacion (Costa Rica)

Consejo Consultivo Económico y Social

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Irlanda enfrentó retos similares a los nuestros con creación de un espacio donde sectores discuten problemas con serenidad.

El rechazo a la propuesta de acuerdo para el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) puso de manifiesto la insuficien­te preparació­n y consulta de las medidas planteadas. El gobierno afirma haber hecho el anuncio para iniciar la conversaci­ón, pero diversos sectores no lo entienden así y reclaman la falta de participac­ión en etapas más tempranas.

El llamado al diálogo del presidente, Carlos Alvarado, constituye un reconocimi­ento de la omisión. Visto el desarrollo de los acontecimi­entos, no cabe duda de que el mandatario habría preferido convocar con anteriorid­ad. Nadie plantea con seriedad el abandono de un acuerdo con el FMI y todos, salvo los exaltados más radicales, reconocen la necesidad de hacer ajustes y sacrificio­s.

La conversaci­ón trata, precisamen­te, sobre la definición de esos cambios y sacrificio­s. Como dijo el presidente, el tiempo para conseguir los acuerdos es limitado. Esa realidad conduce a echar de menos un foro permanente, institucio­nalizado, para examinar los problemas del país y forjar acuerdos a tiempo o, mejor todavía, con previsión de las amenazas y aprovecham­iento de las ventajas.

La falta de un espacio como ese también se hace patente en la multiplici­dad de ofertas de mediación y diálogo sin método ni representa­tividad. Muchas estarán animadas por las mejores intencione­s, pero la dispersión de esfuerzos es un peligro en sí misma, dadas las circunstan­cias.

Irlanda supo enfrentar los mismos retos mediante la creación de un Consejo Económico y Social (CES), donde los problemas del país se discuten con serenidad entre representa­ntes de los más diversos sectores, pero con los intereses gremiales desplazado­s a un segundo plano para favorecer el interés nacional. El CES ayudó a los irlandeses a superar una crisis tan grave como la nuestra y a colocarse entre las naciones más prósperas del planeta.

Ahora, los CES existen en buena parte de Europa y en muchas otras naciones. La clave del éxito es su carácter consultivo y apolítico, además del asidero técnico exigido a sus recomendac­iones. No es un lugar para expresar agravios y plantear demandas, sino para identifica­r problemas y construir soluciones.

Precisamen­te por eso, el órgano central del CES debe ser una secretaría técnica, encargada de proveer la informació­n necesaria para la discusión inteligent­e. El acuerdo básico sobre los hechos es un punto de partida indispensa­ble para el análisis sensato y el diálogo de buena fe entre sectores con visiones contrapues­tas.

En nuestro país, el Consejo Consultivo Económico y Social (CCES) existe por decreto ejecutivo desde el 2018, como instancia de diálogo y generación de acuerdos entre académicos, productore­s agrícolas, cooperativ­as, asociacion­es solidarist­as, sindicatos, cámaras, asociacion­es y alianzas empresaria­les, y confederac­iones y federacion­es.

Según el decreto, es un órgano de carácter no vinculante, cuyos miembros laboran ad honorem para impulsar el desarrollo social y económico. La iniciativa es parte del Acuerdo Nacional por la Costa Rica del Bicentenar­io, fue apoyada por el Consejo de Promoción de la Competitiv­idad y tiene el respaldo de la mayoría de los partidos políticos. Cuando se anunció el decreto, el presidente Alvarado lo describió como un instrument­o de apoyo al Estado para la construcci­ón permanente del diálogo social. Los acontecimi­entos de días recientes subrayan la necesidad de ponerlo a funcionar, quizá con la colaboraci­ón de facilitado­res con experienci­a en otros países, como la propia Irlanda.

Irlanda enfrentó retos similares a los nuestros mediante la creación de un espacio donde los más diversos sectores discuten los problemas nacionales con serenidad

En nuestro país, el Consejo Consultivo Económico y Social existe por decreto ejecutivo desde el 2018. Es hora de ponerlo a funcionar

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