Miles de patos migran al país para refugiarse del frío
Costa Rica no solo es imán de turistas que vuelan desde Estados Unidos y Canadá. Al llegar el invierno, también sus patos buscan en este país la tibieza del trópico.
Cada año, de octubre a abril, miles de aves migratorias norteamericanas aterrizan en la Reserva Biológica Lomas Barbudal (Bagaces, Guanacaste), que sirve a los animales como hábitat temporal.
Su vuelo permite una suerte de puente ecológico entre ecosistemas de todo el continente, lo cual atiza la participación y cooperación científica a nivel mundial.
Mientras, las aves aprovechan las áreas protegidas y de cultivos –especialmente de arroz– y además colaboran con diversos ecosistemas, pues se domicilian, temporalmente, en los espejos de agua, donde también obtienen alimento.
“Especies de aves migratorias como los patos son clave en la dispersión de semillas en sus heces, como reguladores de ciertas especies de insectos, de las cuales también se nutren y sirven como indicadores de la salud de los ecosistemas acuáticos”, explicó Manrique Montes, administrador de la reserva Lomas Barbudal.
“Estas aves, al igual que muchas migratorias, solo buscan alimento y un hábitat temporal ideal, mientras pasan los meses de fuerte invierno en Estados Unidos y Canadá, de donde vienen estas maravillosas especies”, afirmó Montes.
El año pasado, se contaron casi 10.000 patos, la mayoría de la especie comúnmente llamada zarceta aliazul (Anas discors) y pato canadiense (Spatula discors), conforme registros del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).
En lo que va de la temporada, se registran unos 6.000 individuos, según personal del Sinac que trabaja en la zona.
Su avistamiento es, de paso, un atractivo para la economía y el turismo locales.
En un conteo realizado en mayo, como parte del Gran Día Mundial 2020 de la plataforma e-bird, Costa Rica registró 682 especies avistadas, con lo cual se situó como el sétimo registro más alto del mundo.
Negocio de avistamiento. De acuerdo con estudios del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), esta temporada migratoria es todo un negocio para Costa Rica.
Según la institución, el mercado potencial de observadores de aves se estima en más de 9,2 millones de personas en el planeta y específicamente turistas miembros de organizaciones internacionales ligadas a estudios de biodiversidad, hábitos y observación recreativa de aves.
El 98% de dichas asociaciones se concentra en Estados Unidos y Europa.
El gasto promedio de esos turistas interesados en aviturismo que vienen a Costa Rica es, en promedio, de $3.221 por estancia (unos ¢2 millones), con una permanencia promedio de 18 noches.
Este tipo de visitante, según el recuento del ICT, tiene edades entre los 25 y 70 años y, como las propias aves que observa, tienen la particularidad de realizar largos desplazamientos aéreos desde su país para disfrutar de ellas.
Lomas de Barbudal es una reserva biológica de 2.279 hectáreas localizada al suroeste de Bagaces y cuya área de influencia se extiende a las fincas aledañas con ganado y cultivos de caña y arroz.
Sin embargo, la llegada de aves no está exenta de problemas. El año pasado, allí se decomisaron 10 armas de fuego a personas que estaban en la zona y habían cazado patos.
También hay algunas actividades agrícolas que afectan los fines de conservación del área silvestre protegida y su área de influencia, como quemas agrícolas no planificadas o sin control, uso de pesticidas no autorizados, así como saqueo de nidos y pichones.
Este año, personal del Sinac procurará asesorar a los agricultores de la zona con alternativas sostenibles para evitar que las aves dañen sus cultivos, como el uso de “cañones de sonido” para alejarlas de ciertas parcelas, así como sonidos que imitan a aves predadoras y lámparas o focos para ahuyentarlas en las noches.