Edificio legislativo
Tengo 20 años, y como algunas personas de mi edad mi relación con la política no es la más cercana. Veo el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa y no me sorprendió, puesto que esa visión alejada y sin ningún sentido de pertenencia la revela su lúgubre infraestructura.
El documento que presentaron
del proyecto, en las primeras páginas, expone que los valores que debe proyectar el edificio son solidez, democracia, libertad, raíces y transparencia.
Debo confesar que, en efecto, me inspira solidez, pues es firme y fuerte la manera como encierra al grupito selecto que hay dentro. Democracia y libertad, ¿para quién? ¿Vamos a pasar por las rejas del edificio nuestros votos y opiniones?
El término raíces sí toma lugar en la infraestructura, porque arrastra años de división y de una creciente brecha de desigualdad que desde los inicios de los noventa no había dejado de ser alarmante y es una devastadora realidad que carcome a nuestro pueblo.
El empleo de la palabra transparencia va muy acorde con lo planteado en los últimos años. Es dicha de la lengua hacia fuera. En mi opinión, parece un búnker, una estructura perteneciente a un país en guerra, donde quienes estén dentro vigilan y se protegen de quienes estamos fuera, los cuales terminamos buscando cómo hacer frente a la contienda.
Montserrat Flores Herrera
San José