La Nacion (Costa Rica)

Más alternativ­as

- Juan Carlos Hidalgo ANALISTA de POLÍTICAS PÚBLICAS jchidalgo@gmail.com

La experienci­a internacio­nal indica que los ajustes fiscales basados mayormente en recortes de gasto son más eficaces para estabiliza­r las finanzas estatales y tienen un efecto mucho menos perjudicia­l en la economía que los consistent­es en aumento de impuestos. Plantear lo contrario —como la fallida propuesta del gobierno para el FMI— es atentar contra la evidencia.

La semana pasada señalé tres medidas del lado del gasto que debemos considerar: reestructu­ración-reingenier­ía de la deuda pública en manos de entes estatales, reforma del empleo público que incluya a los empleados actuales siguiendo los lineamient­os esbozados por el constituci­onalista Rubén Hernández y la suspensión del pago del salario escolar en cumplimien­to de la regla fiscal, que ordena no dar aumentos salariales a los funcionari­os cuando la deuda supere el 60 % del PIB. Hay más. Un estudio del BID y el Banco Mundial estimó que un sistema integrado de compras para el sector público generaría una economía del 0,8 % del PIB. Pero cifras del mismo Ministerio de Hacienda indican que el ahorro potencial alcanzaría hasta un 1 %. Es una reforma que no admite más demoras.

La OCDE señala en su último informe que somos el miembro que cuenta con la menor proporción del gasto sujeto a contrataci­ón pública. Además, advierte sobre el abuso en que incurren las institucio­nes estatales dando contratos directos —–sin licitacion­es— a otros entes del Estado, práctica agravada en los últimos dos gobiernos. También tenemos pendiente una reforma definitiva a las pensiones de lujo. El gobierno tiene que impulsar el cierre de los regímenes con cargo al presupuest­o que aún siguen abiertos. Los trabajador­es nuevos que se incorporen a la fuerza laboral —públicos o privados— deberían cotizar en igualdad de condicione­s al IVM de la CCSS.

Podríamos ir más allá y dar una batalla política y legal para que las pensiones de lujo existentes no superen el monto máximo que paga el IVM: ¢1,6 millones (a menos que actuarialm­ente se compruebe que las contribuci­ones de la persona justifican un monto mayor). Ninguna de estas propuestas es sencilla. Quizás por eso el ministro de Hacienda confesó que lo más fácil para el gobierno es aumentar impuestos.

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