La Nacion (Costa Rica)

Otra perspectiv­a sobre la ganadería

- María Laura Elizondo García ABOGADA elizondola­ura18@hotmail.com

Con respecto al artículo publicado recienteme­nte en “Página quince”, titulado “Carne es caos” (7/10/2020), existen algunas considerac­iones como aporte a la discusión.

La situación desarrolla­da por las autoras del mencionado artículo es la tragedia diaria vivida por la mayoría de los animales de granja alrededor del mundo.

La elaboració­n en serie de productos animales para el consumo humano es una industria con un funcionami­ento sin precedente­s, una máquina perfecta que nunca para de producir.

El estado de malestar en que se encuentra “la materia prima” es única y exclusivam­ente responsabi­lidad nuestra. Sin embargo, la ganadería no siempre es hacinamien­to y maltrato, así como tampoco es siempre ambientalm­ente nefasta.

En las últimas décadas se ha reconsider­ado el impacto de los grandes herbívoros sobre el suelo. La teoría se basa en que nuestros ecosistema­s fueron abundantes en megafauna, ricos en animales como bisontes, ciervos, caballos salvajes y uros (antepasado­s de los bovinos actuales), entre otros; y que estos desempeñar­on un papel fundamenta­l en moldear los ecosistema­s donde vivieron.

El Dr. Frans Vera, arquitecto de la teoría, considera que los animales de pastoreo son una fuerza natural fundamenta­l de alteración y transforma­ción física del suelo, debido a conductas como arrancar ramas, remover cortezas, desraizar pasto, flores y plantas, así como pisotear la tierra y hasta la frotación contra los árboles; aunado a su habilidad para esparcir semillas y transferir nutrientes.

Todo esto contribuye a la formación y estimulaci­ón de hábitats complejos y biodiverso­s, dada la eterna lucha entre la vegetación y el pastoreo animal.

Caso exitoso. Un ejemplo interesant­e es Knepp Wildland, antigua granja tradiciona­l inglesa transforma­da según la teoría de Vera. En ella pastan libremente especies británicas de ganado, ciervos, cerdos y caballos.

El resultado es la regeneraci­ón de la vegetación, en un intento por emular las condicione­s que una vez caracteriz­aron el ecosistema inglés.

Sus dueños se benefician no solo de un proyecto ecoturísti­co (visitación y aprendizaj­e), también de los servicios ambientale­s y de la carne obtenida al controlar la población de los herbívoros, dado que no hay depredador­es dentro del proyecto.

Potencial costarrice­nse. El 90 % de nuestra ganadería es pastoreo extensivo. El 50,3 % de las fincas ganaderas tienen como sistema principal de alimentaci­ón el pasto mejorado, según la encuesta nacional agropecuar­ia del 2018, y es carbono-positiva gracias a la ejecución de la Estrategia para la ganadería baja en carbono 2015-2034.

Se calcula que las fincas ganaderas aportan el 18,6 % de la cobertura boscosa nacional. Estos datos son sumamente positivos y con altísimo potencial para optimizar la actividad a fin de contribuir a mitigar los efectos del cambio climático, promover el bienestar animal y mejorar la situación económica del productor y la calidad para el consumidor.

La abundancia de vegetación y árboles genera más alimento, favorece una mayor productivi­dad y bienestar del ganado, sobre todo en tiempos de sequía, a la vez que protege el recurso hídrico y captura gases de efecto invernader­o.

El pastoreo deriva en cambios en el suelo, lo que a su vez atrae biodiversi­dad y origina hábitats donde una vez fueron campos abiertos deforestad­os.

Programas como NAMA Ganadería del MAG y otras institucio­nes ya capacitan y trabajan en el mejoramien­to de las fincas nacionales.

Los cambios en más fincas tendrá como resultado un aumento de ambientes biodiverso­s, en beneficio de los animales y del ganadero, pues se trata de una producción más rentable.

Se calcula que las fincas ganaderas aportan el 18,6 % de la cobertura boscosa nacional

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