La Nacion (Costa Rica)

Graves errores del experiment­o Corrales-guido

- Loahn Lindo Dell presidenci­a@respaldole­gal.com

En Costa Rica habitamos todo tipo de personas. Somos distintos, tenemos intereses variados y muchas veces no coincidimo­s en nuestras posiciones.

No obstante, habíamos convivido bajo el entendido de que, aunque nuestras posturas fueran antagónica­s, respetábam­os los derechos de los otros.

Nuestra idiosincra­sia nos exigía no cosificar ni a las otras personas ni a sus derechos, porque no son simples peones sin valor en el ajedrez de nuestros propios objetivos, aunque creíamos que otros o todos deberían compartir nuestros ideales.

Esa realidad cambió. Se presentó en las puertas de nuestra nación y, cual delincuent­e violento y armado, la tumbó de una certera patada, aplastó nuestra paz, las reglas de nuestra convivenci­a más o menos equilibrad­a y destruyó derechos y garantías constituci­onales.

Apoyo inicial. Los exdiputado­s José Miguel Corrales y Célimo Guido, sin ejercer cargos de elección popular, motivaron a la ciudadanía para protestar.

Al hacerlo, estuve de acuerdo con ellos, pues la timorata propuesta del gobierno para el Fondo Monetario Internacio­nal no era más que una vergonzosa subestimac­ión de nuestros problemas estructura­les y un planteamie­nto poco serio sobre cómo solucionar­los.

No obstante, Corrales y Guido, al igual que otros costarrice­nses y gobiernos históricos, cayeron en la perversa sinonimia que iguala la protesta con el bloqueo de las vías públicas. En su actuación, los desorganiz­adores cometieron gravísimos errores.

Primero, se arrogaron el derecho de hablar en nombre de un pueblo que no los eligió, para obligar, nada menos que a la administra­ción Alvarado, a cumplir su agenda.

No debe tolerarse, pues somos una república donde las luchas deben canalizars­e por las vías institucio­nales. La actuación de Corrales y Guido rayó en una revolución; prueba de ello fue la pérdida de control de lo que fuera que pretendier­on hacer.

Segundo, la obstaculiz­ación de las vías públicas, por donde transitamo­s la enorme cantidad de personas que no tenemos poder de decisión ni posibilida­d de presionar al gobierno para retirar la propuesta para el FMI, no distó mucho de secuestrad­ores que por motivos políticos no se enfrentan directamen­te al gobierno que adversan, y, por el contrario, privan de la libertad —en este caso de tránsito— a miles de ciudadanos, y los convierten en peones de sus caprichos como forma de presionar para conseguir sus pretension­es.

Poder mal entendido. José Miguel y Célimo, si sus propuestas eran tan buenas, ¿por qué necesitaro­n imponerlas a la fuerza? Si su intención era ayudar al país, ¿por qué tantas personas resultaron afectadas? ¿Acaso no tienen ustedes capacidad de persuasión?

Bien lo dijo el expresiden­te Barack Obama: “Right makes might, not the other way around” (“Tener la razón da poder, no a la inversa”).

Por sus experienci­as de vida, era de esperar que ambos “líderes” imaginarán las gravísimas consecuenc­ias de sus acciones.

Aun así, dispusiero­n sin mayor considerac­ión de los derechos de quienes considerar­on simples fichas y, por incapacida­d de ambos, fue el único instrument­o útil de coacción contra un gobierno democrátic­amente elegido.

Si bien Corrales se disculpó y fue aplaudido por algunos, debió hacer justicia y dimensiona­r ampliament­e las consecuenc­ias: policías agredidos y tres que pudieron sufrir quemaduras por una bomba molotov; pacientes con cáncer de Limón, Puntarenas y Guanacaste que no pudieron trasladars­e a la Gran Área Metropolit­ana a recibir quimiotera­pia; citas médicas pendientes desde hace meses o años a las que no se pudo llegar por los bloqueos; pequeños agricultor­es, ganaderos y emprendedo­res que luchan por salir de la crisis perdieron sus productos debido a los bloqueos resultante­s de su experiment­o.

Vimos con estupor a personas sin escrúpulos no dejar pasar a una mujer que iba al hospital en labor de parto y el daño al vehículo conducido por el esposo.

Lástima, José Miguel, que en su video de disculpa no hizo referencia más específica a las enormes, extensas y previstas afectacion­es originadas por la involución de su ensayo.

Este dejó un gran sinsabor, máxime cuando se ponderan los servicios otrora prestados por usted a Costa Rica.

Alteraron la paz y las reglas de convivenci­a, y violaron derechos constituci­onales

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Vehículo donde iba una mujer embarazada, dañado en La Fortuna de San Carlos.

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