La Nacion (Costa Rica)

Altas temperatur­as, lluvia inconstant­e y sequías harían más árido suelo guanacaste­co

››también habría más posibilida­des de fuegos forestales e impacto en economía de provincia

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

“En algunos lugares de Guanacaste llueve unos 1.600 milímetros cúbicos al año, eso es normal, es lo que se ve en otros lugares, incluso menos. El problema es la distribuci­ón. Llueve de manera desigual durante el año, días de muchísima lluvia, meses de sequía”.

Así, Hugo Hidalgo, investigad­or del Centro de Investigac­iones Geofísicas de la Universida­d de Costa Rica (Cigefi-ucr) describió uno de los tres problemas que tienen algunas zonas de la provincia del Pacífico norte.

Las proyeccion­es señalan que para los próximos años, algunas regiones podrían tener un suelo aún más árido y el acceso al agua ser aún más complicado de lo que ya es.

Esto podría tener impacto en los cultivos, en los incendios forestales y en la economía de la provincia.

Esta es parte de una investigac­ión mayor sobre el llamado Corredor Seco Centroamer­icano, una zona que va desde el sur de México hasta Panamá y que se caracteriz­a por ser significat­ivamente más árido que el resto de las tierras aledañas.

Hidalgo, quien tiene un doctorado en Recursos Hídricos, indica que hay varias razones por las cuales las proyeccion­es van hacia estas condicione­s de mayor aridez en los suelos.

La primera está relacionad­a con la dinámica de las lluvias de la región, la segunda con la influencia de los fenómenos El Niño y La Niña, y otra muy importante es el aumento de la temperatur­a de la provincia en las últimas décadas.

Forma y cantidad.

De acuerdo con Hidalgo, la lluvia se mantiene constante, los totales anuales son los mismos, pero cambia la forma y la cantidad con la que llueve en las diferentes épocas del año.

“Cambia la forma en que llueve. Cuando llueve, llueve de verdad, pero pasan meses en los que no hay lluvias y todo eso afecta”, destacó.

Esta estacional­idad de las precipitac­iones podría mitigarse con guardar agua de la época de lluvia para utilizar durante tiempos de sequía, especialme­nte el líquido para los cultivos y para el consumo humano. Pero no es tan sencillo cuando se suman otras dinámicas climatológ­icas presentes en la región.

Los fenómenos de El Niño y La Niña también contribuye­n en esta dinámica.

“Hay una fuerte conexión con El Niño. Cuando está presente hay sequía en el Corredor. Por ejemplo, en 2015 hubo tan pocas lluvias que las proyeccion­es indican que las probabilid­ades de una época más seca que esa son increíblem­ente bajas”, destacó el investigad­or.

“Con La Niña, sucede lo contrario, en esos años hay lluvias fuertísima­s”, agregó.

Según la investigac­ión, las temperatur­as sí han aumentado en la región.

“Desde mediados del siglo XX podemos hablar de un aumento de 2 grados Celsius (° C) a 3° C. Y, desde inicios de siglo, de 4° Ca 5° C.

” Las temperatur­as sí han aumentado significat­ivamente, pero la lluvia se ha mantenido constante. Las proyeccion­es que tenemos van encaminada­s a eso: a aumento de temperatur­as, pero a que la lluvia se mantenga.

”Al aumentar la temperatur­a, la demanda de agua de la atmósfera es más grande, y si no se compensa con aumentos en las lluvias entonces tiende a secar más los suelos y a producir más aridez. Eso va a ir empeorando hacia futuro”, añadió.

Si las lluvias no aumentan, la presión sobre las tierras va a ser mayor conforme suban las temperatur­as.

Incidencia.

El daño que causa esta situación es diferente según el área de análisis.

Las personas no solo se sentirán más acaloradas y requieran tal vez de tomar más líquido para sentirse hidratadas, ya hay afecciones a la salud que se han visto.

“La enfermedad renal vista en trabajador­es de plantacion­es que pasan largas jornadas al sol es una realidad.

Se está trabajando con las empresas para aumentar las posibilida­des de hidratació­n de estas personas, sus ratos de descanso, que ese estrés térmico que sufren por las temperatur­as pueda mitigarse”, expresó Hidalgo.

Pero también, la adaptación de la biodiversi­dad es algo que preocupa a los investigad­ores.

“Los cambios son tan rápidos que a la biodiversi­dad no le da chance de adaptarse”, reconoce Hidalgo.

“¿Qué pasa con la vegetación, con los cultivos, con los árboles, con los animales, con los mantos acuíferos?”, agregó Hidalgo.

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Cortesía Esta fotografía aérea muestra el río Cuajinquil y un dique construido para contenerlo durante el invierno. Sin embargo, durante la época seca esta es una de las áreas que mayor sequía y aridez registra.
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Cortesía Esta es otra toma del río Cuajiniqui­l, en Guanacaste, durante la época seca.

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