Cocinero fue torturado y asesinado a golpes luego de vender su carro
››el OIJ lo atribuye a un ajuste de cuentas por narcotráfico. el caso se investiga
“Los primeros meses de pandemia fueron una verdadera pesadilla para Juan (Marín) porque dejó de recibir ingresos, fue una situación muy complicada y eso hizo que en algún momento se atrasara con el pago de la casa y hasta con algunos recibos de luz. Nosotros (la familia) le dijimos que lo mejor era vender el carro, mientras la economía iba abriéndose un poco más para restaurantes, hoteles y actividades, que era el ámbito donde él se había profesionalizado, pero lamentable, el día que vendió el carro, lo asesinaron.
”Él hizo la venta a las 6 p. m. y a las 11 p. m. pasó todo esto. Incluso, llamó a mi mamá y ella se preocupó y le dijo: ‘Vea a ver Juan, no meta nadie a la casa ni nada, esté con cuidado, no le cuente a nadie de la plata porque usted la tiene metida ahí, en la casa.
”No era mucho, fueron cerca de ¢700.000 porque había que pagar un parte y la revisión técnica vehicular, pero una persona desalmada supo que él hizo el negocio y creemos que por ahí va la cosa.
”Conociendo a Juan, posiblemente entró al cuarto, escondió la platilla en algún lado y estoy seguro que aunque se la pidieran, él no se la iba a dar a nadie y por eso fue que entraron en ese nivel de agresividad. A él lo torturaron, no murió a puñaladas, lo mataron a golpes, le destruyeron el rostro, le quebraron el cráneo en pedazos.
”Lo amarraron de pies y manos, lo dejaron casi desnudo y le pusieron un cable en el cuello, el rostro le quedó desfigurado, imagínese que al momento del reconocimiento, yo le toqué su frente y estaba quebrada. A él literalmente lo torturaron, fue una situación increíble, yo no quiero imaginarme los momentos que él vivió”.
Sidney Fernando Marín Fallas describió de esa forma lo que vivió su hermano Juan Rafael Marín Fallas, el pasado 6 de octubre, cuando fue torturado dentro de la vivienda que alquilaba en San Rafael de Escazú, San José.
Debido a las agresiones fue trasladado al Hospital San Juan de Dios en condición crítica y, después de nueve horas de lucha, falleció a las 10 a. m., del 7 de octubre.
Hipótesis familiar. La familia atribuye el asesinato al robo de ¢700.000 que obtuvo Juan Marín por la venta del automóvil, ya que ni ellos ni el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) localizaron el dinero en la vivienda.
Sin embargo, el jefe de la Sección de Homicidios del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), David Corrales, manifestó que el móvil del homicidio podría ser un ajuste de cuentas por drogas.
“El caso se encuentra en periodo de investigación, por lo tanto no es prudente revelar detalles del mismo. Hasta el momento no hay personas detenidas por este hecho, además, el presunto móvil podría ser ajuste de cuentas por asuntos de narcotráfico”, señaló el jerarca judicial por medio de la oficina de prensa.
Pese a esto, Sidney Marín sostiene su teoría del asalto, ya que no recuerda que su hermano tuviera problemas con nadie en aquel momento.
Además, recalca que nadie merece ser torturado ni mucho menos morir como su hermano, quien hace 15 años tuvo problemas con las drogas.
Agregó que para su allegados y familiares, Juan era un ejemplo de superación, ya que en el proceso de recuperación para alejarse de las drogas afrontó recaídas y siempre supo levantarse, con la ayuda de sus parientes.
“Juan vivió una etapa de su vida en la que tuvo alguna dependencia de las drogas, tuvo una situación psicológica de fondo y eso lo desorientó un poco, pero empezó a llevar tratamientos y salió de eso con la ayuda de Dios y la familia”, agregó.
Aunque no tienen mayores detalles, a partir de los datos que les han dado los investigadores, la familia supone que en el asesinato participaron entre dos y tres personas, quienes después de matar al hombre, revolcaron toda la casa con tal de encontrar el dinero obtenido mediante la venta del carro.
Cocina y perros. Juan Marín tenía 46 años y encontró en la cocina una pasión. Primero llevó cursos de manipulación de alimentos y, posteriormente tomó clases para aprender a elaborar diversos platillos y bebidas.
Ese gusto le permitió especializarse y trabajar en hoteles, actividades especiales y restaurantes.
Su último trabajo antes de la pandemia por la covid–19 fue como mesero y su familia cuenta que su desarrollo en la cocina, combinado con su empatía y, su don de gente, le permitieron conocer a personas relacionadas con la política, el deporte y la farándula nacional.
El otro gran amor de Juan Marín eran sus perros. Tenía cuatro y a todos los chineaba al máximo. Su hermano contó que por algunos meses les pagó un cuidador y, que, incluso, en ocasiones prefería invertir en los animales que en él mismo.