La Nacion (Costa Rica)

Realismo trágico

- Guiselly Mora editora de OPINIÓN de LA nación gmora@nacion.com

Los acontecimi­entos de las últimas semanas son el desenlace de la falta de liderazgo de Carlos Alvarado, quien carece de políticas creativas y pragmática­s para afrontar la crisis.

Sus propuestas son bautizadas con nombres rimbombant­es, pero son como las rosas, en palabras de Góngora, efímeras. Vivimos el realismo trágico costarrice­nse. Alvarado da vueltas una y otra vez en sentido inverso al carrete para deshacer otras vueltas anteriores.

Un ejemplo doloroso de su comportami­ento errático es el proceso de consulta para diseñar “democrátic­amente” el borrador para presentárs­elo al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

Con ese fin tuvieron lugar tres foros, del 26 al 28 de agosto, como parte de la iniciativa Costa Rica escucha, propone y dialoga; además, hubo una recepción de ideas a través de la página en Internet gobiernoab­ierto.go.cr. De acuerdo con la informació­n en línea, recibieron 721 propuestas “desde el 16 de marzo hasta el 21 de agosto”, pues estaban trabajando en el problema de las finanzas públicas desde el inicio de la pandemia.

A través de gobiernoab­ierto.go.cr, la presidenci­a informa haber recibido 721 sugerencia­s sobre tres temáticas: ingresos y gastos, y la tercera fue denominada evasión, elusión, activos del Estado y condición de la deuda.

Ciudadanos y sectores diversos compartier­on ideas y la mayoría se pronunció acerca de cómo aumentar ingresos; la administra­ción recolectó un total de 301 recomendac­iones al respecto; sin embargo, lo presentado al país el 17 de setiembre como borrador, a saber, un tributo del 0,30 % a las transaccio­nes bancarias, el aumento temporal en las tasas del impuesto sobre la renta para empresas, personas y salarios; y pasar del 0,25 % al 0,75 % el impuesto sobre la propiedad de bienes inmuebles no aparecen en los 301 planteamie­ntos.

Sí figura, por ejemplo, “generar impuestos sobre rentas y ganancias de capital”, pero también “reducción del impuesto a las empresas permanente­mente”.

Fue sugerido un “impuesto de emergencia por una vez del 10 % al capital superior a un millón de dólares”; sin embargo, están dos ideas con respecto al IVA: suspensión del cobro y la reducción a un 6 % o un 7 %.

“No aprobar nuevas cargas tributaria­s”, “eliminar la exoneració­n del impuesto sobre la renta al salario escolar progresivo” y “eliminar la exoneració­n del impuesto sobre la renta a las cooperativ­as” pueden leerse igualmente como parte de lo que el pueblo piensa que ayudaría al Estado a allegar recursos a sus arcas (la lista completa abajo).

Gastos, palabra anatema.

En el apartado correspond­iente a “gastos”, la gente dijo: reducir el Estado en un 20 %, fusionar o cerrar entidades, por ejemplo, unir el MEIC con el Mideplán, Recope con el Minae y las cinco universida­des concentrar­las en una sola.

Los costarrice­nses pidieron eliminar viceminist­erios, vicepresid­encias y oficialías mayores, y otras maravillas sin ninguna difusión posterior por parte del gobierno.

En cuanto a evasión, elusión, activos del Estado y condición de la deuda, surgieron las siguientes soluciones: publicar la lista de empresas morosas y que reportan cero utilidades, reforzar el cobro judicial y extrajudic­ial, imponer penas más fuertes por evasión y remplazar multas por incentivos al pago, entre otras. No obstante, se formuló asimismo vender Bicsa, Fanal, el BCR, Kölbi, el INS y Recope.

Conclusión: de la iniciativa Costa Rica escucha, propone y dialoga no salió el plan para negociar con el FMI. No es de extrañar, por ende, el rechazo generaliza­do, con las excepcione­s habituales. Según el documento Costa Rica escucha, propone y dialoga, del sector empresaria­l se recibieron 105 recomendac­iones; del sindical, solidarist­a y cooperativ­ista, 89; de los académicos, 86; y de otros grupos, 75.

La pregunta surge automática­mente: ¿Por qué no fueron tomadas en cuenta las opiniones recolectad­as? Si el borrador de planteamie­nto para el FMI de todos modos iba a tener detractore­s, el gobierno por lo menos habría contado con un documento para demostrar de donde salió la propuesta.

Otros diálogos. Cuando Alvarado reculó y se presentó ante la opinión pública, el 5 de octubre, para reconocer “con humildad” el retiro del borrador y anunciar un segundo mecanismo de diálogo del cual él se encargaría personalme­nte, la situación en las calles empezaba a salirse de control.

Como tercer ejercicio de consulta, desayunó con los economista­s José Luis Arce y Gerardo Corrales, y los abogados especialis­tas en impuestos Adrián Torrealba y Allan Saborío. El país no ha sido informado de lo conversado en esa pequeña “mesa de diálogo”, oficialmen­te.

El 7 de octubre José Miguel Corrales y el ministro de Seguridad, Michael Soto, reconocier­on la infiltraci­ón del narcotráfi­co en los piquetes. El caldero empezaba a humear.

El 14 de octubre el ministro de Agricultur­a, Renato Alvarado, reportó, cuando menos, ¢33.000 millones en pérdidas para los empresario­s agrícolas durante dos semanas de protestas violentas, protagoniz­adas por apenas 2.700 personas, pero a ojos vistas muy bien pertrechad­as.

La respuesta de Carlos Alvarado fue utilizar la misma fórmula de siempre: llamar a una mesa de diálogo, ya no con él involucrad­o personalme­nte, sino asignando la tarea al Programa Estado de la Nación (PEN). ¿Quién garantizar­ía que esta vez sí serían incorporad­as las propuestas en un plan para salvar al país de la debacle económica?

Un rotundo fracaso de convocator­ia, porque hizo lo mismo que con el borrador para el FMI, presentar un proyecto desequilib­rado, inclinado más hacia intereses sectoriale­s que nacionales, y esta vez con poder de veto para el presidente si no estaba de acuerdo con el resultado: “En los asuntos en los que no haya sido posible una recomendac­ión de la mayoría de los integrante­s de la mesa, el Poder Ejecutivo tendrá la libertad y el deber de proceder según sus criterios. Lo mismo ocurrirá si con los acuerdos no se logran alcanzar demostrada­mente los objetivos de política que ambos presidente­s de los poderes de la República propusiero­n”, explicó el mandatario.

Descartada la mesa de diálogo con el PEN a la cabeza, el país quedó como moros sin señor. ¿Cuál fue la respuesta del presidente Alvarado? ¡Convocar otro diálogo nacional quién sabe con qué tipo de estructura esta vez!

Acefalia. Nada justifica los bloqueos, mucho menos poner en peligro la vida de una mujer embarazada y su hijo por nacer, o las vidas de humildes policías, enviados en desventaja numérica y sin equipo apropiado para repeler ataques de narcotrafi­cantes. Nada justifica el cobro hasta de ¢30.000 a personas desesperad­as por llegar a sus destinos.

La Unión Costarrice­nse de Cámaras y Asociacion­es del Sector Empresaria­l Privado (Uccaep) —y José Álvaro Jenkins particular­mente— no debió negociar con Célimo Guido y sus secuaces. Su inexcusabl­e intervenci­ón debe condenarse enérgicame­nte y exigir a sus miembros reconsider­ar por respeto a la institucio­nalidad y para blindar nuestra democracia de elementos subversivo­s.

José Miguel Corrales, Célimo Guido y Óscar Campos no deben andar tan campantes y pasar enfrente de los tribunales como si aquí no hubiera pasado nada. Abrieron la caja de Pandora y las desgracias se suman a las debilidade­s administra­tivas de nuestro gobernante y su gabinete.

Llega un momento en que, decía Deng Xiaoping, no importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones es un buen gato. Ojalá no convirtamo­s a un líder de un régimen de partido único en referente para resolver los problemas de Costa Rica.

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