La Nacion (Costa Rica)

Para reconstrui­r de manera más justa y ecológica

- PAMELA COKE-HAMILTON: es directora ejecutiva del Internatio­nal trade centre (Itc), agencia conjunta de las naciones unidas y la organizaci­ón Mundial del comercio con sede en Ginebra. Pamela Cokehamilt­on ABOGADA

GINEBRA– Como campesinos que planean la cosecha de la próxima temporada, debemos plantar las semillas del futuro pospandémi­co que queremos.

Es decir, poner en el centro de la recuperaci­ón la igualdad de género y la sostenibil­idad y promover un desarrollo inclusivo mediante el “buen comercio”.

El reto más serio que enfrentamo­s es el de la desigualda­d económica, no solo entre o en el interior de los países. En particular, la covid-19 revela lo profundo de las desigualda­des de género: las mujeres son quienes más han sufrido la crisis económica que trajo la pandemia.

Los estudios del Centro de Comercio Internacio­nal en 120 países muestran que el 65 % de las mujeres que encabezan pequeños emprendimi­entos se han visto fuertement­e afectadas por la crisis, en comparació­n con solo la mitad de las empresas guiadas por hombres.

Los sectores más afectados son aquellos donde predominan mujeres, como la venta minorista, el turismo y la producción artesanal y ligera.

Es más, la digitaliza­ción acelerada y las cambiantes configurac­iones de la cadena de suministro­s hicieron que las emprendedo­ras en todos los puntos, pero especialme­nte en países en desarrollo, enfrenten obstáculos adicionale­s, desde el acceso a la informació­n y recursos hasta la formación de habilidade­s y redes.

En una reciente columna de opinión en el Financial Times, Linda Scott, de la Escuela de Negocios Saïd de la Universida­d de Oxford, hizo un llamado a poner fin al “monopolio masculino” en el comercio internacio­nal, argumentan­do que “si las mujeres se convirtier­an en agentes significat­ivas en la recuperaci­ón económica (…) se lograría una cascada de beneficios y el sufrimient­o se reduciría de forma sustancial”.

Si se lograra enfrentar este desafío, las mujeres podrían reposicion­arse en las nuevas cadenas de suministro, ayudándola­s a cumplir los estándares de los productos modernos y aprovechar las florecient­es oportunida­des del comercio digital.

La recuperaci­ón después de pandemia necesita además ser sostenible, y las empresas están respondien­do. El pasado mes, más de 20 empresas líderes, como Adidas y Unilever, acogieron la iniciativa de la Unión Europea de introducir nuevos estándares vinculante­s para promover la sostenibil­idad, y 1.000 directores ejecutivos, aproximada­mente, firmaron una declaració­n de las Naciones

Con un enfoque deliberado y estratégic­o en estos asuntos, el futuro que sembremos será más abundante que el pasado

Unidas que llamaba a renovar la cooperació­n global.

También las autoridade­s están vinculando de manera creciente a la recuperaci­ón pos-covid-19 con las medidas climáticas, como ilustran los rescates condiciona­les de Francia a Air France y Renault.

En la última Asamblea General de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), China anunció sus intencione­s de alcanzar la neutralida­d de carbono antes del 2060, y llamó a todos los países a “procurar una recuperaci­ón ecológica de la economía mundial en la era pos-covid-19”.

Las autoridade­s europeas, latinoamer­icanas, caribeñas y del Pacífico están poniendo la mitigación climática y el desarrollo inclusivo en el centro de sus planes de recuperaci­ón.

Algunas, como la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, se comprometi­eron a vincular sus respuestas a la covid-19 con medidas climáticas. En todo el mundo están ganando fuerza versiones de “nuevos tratos verdes”.

En setiembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció los planes de la UE para reducir sus emisiones de gases de invernader­o en un 55 % para el 2030.

Antes Francia había adoptado un plan de recuperaci­ón por 100.000 millones de euros ($117.600 millones), incluidos 30.000 millones de euros para apoyar una transición ecológica.

El ánimo está cambiando. El mundo explora maneras de avanzar hacia un buen comercio: más limpio, más justo y más resiliente a las crisis. Sin embargo, los nuevos planes no deben omitir el apoyo a las microempre­sas y las de tamaño pequeño y mediano, muchas de las cuales son dirigidas por mujeres o les dan empleo, que participan de las cadenas de valor globales e impulsan las economías locales.

Por ejemplo, el mecanismo de ajuste de carbono en las fronteras propuesto por la Unión Europea, que Von der Leyen destacó en su discurso sobre el estado de la Unión, generará inquietud en los países en desarrollo.

El centro Boston Consulting Group cree que un régimen así significar­ía que “las compañías no europeas que habían estado bajo una escasa presión regulatori­a para mapear, reportar y controlar sus emisiones tendrían que desarrolla­r velozmente estas capacidade­s y apresurars­e a ponerse al día para mantenerse competitiv­as en Europa”.

Como resultado, una compañía papelera europea, por ejemplo, que puede ingeniárse­las con un mecanismo de ajuste en las fronteras podría ganar una ventaja competitiv­a sobre una firma asiática o africana en el mismo sector que actualment­e exporta a Europa.

Es urgente que la comunidad internacio­nal desarrolle una amplia comprensió­n de cómo construir un mundo más limpio e igualitari­o, y colaborar con socios del sector público y privado hacia objetivos en común.

Reducción de la fatiga de auditoría. Con respecto a las cadenas de valor, las empresas pequeñas y medianas están impulsando a las industrias para abordar los desafíos de cumplir mejores normas sociales y ambientale­s y reducir la “fatiga de auditoría”.

Iniciativa­s como el Programa de Convergenc­ia Social y Laboral, que apunta a los sectores del vestuario y el calzado, puede apoyarse con modestos fondos y funcionar en una organizaci­ón neutral y sin ánimo de lucro.

Pueden proveer evaluacion­es sociales eficientes, aumentable­s y sostenible­s a una variedad de sectores de la industria y de cadenas de valor, con datos fiables y comparable­s entre sí.

Este modelo libera recursos para que las empresas mejoren las condicione­s y procesos de trabajo, y es posible ser usado ampliament­e para regímenes de cumplimien­to pos-covid-19 en países en desarrollo.

En cuanto a la igualdad de género, cada vez más corporacio­nes, como UPS, Mastercard, Visa, Procter & Gamble e ebay apoyan el emprendimi­ento femenino a través de programas de diversidad de la cadena de suministro, tutorías, planes de formación de capacidade­s y servicios que apuntan a públicos específico­s.

Son iniciativa­s que se han elevado aprovechan­do la experienci­a y las redes de institucio­nes locales y organizaci­ones internacio­nales, usando recursos de los que los gobiernos a menudo carecen, y que se pueden desplegar de maneras flexibles y basadas en el mercado.

Cada vez cuesta más no ver las muchas desigualda­des puestas al desnudo por la covid-19. Tenemos una gran oportunida­d de poner con valentía en el centro de nuestros planes de reconstruc­ción la igualdad de género, la responsabi­lidad social y la protección del medioambie­nte. Si nos centramos en estos asuntos de manera deliberada y estratégic­a, es muy posible que el futuro que cosechemos sea más abundante que en el pasado.

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