La Nacion (Costa Rica)

72 horas explosivas

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En 72 horas, el PAC dinamitó todos los puentes mientras el gobierno intenta construir uno nuevo con los residuos del fracasado diálogo nacional.

La noche del domingo, el Ministerio de la Presidenci­a se dedicó a coordinar una avalancha de objeciones a los recortes en el presupuest­o nacional propuestos por diputados opositores. Los mensajes inundaron la Asamblea Legislativ­a y las salas de redacción de los medios de comunicaci­ón.

La tarde del lunes, como respuesta a la protestas de la oposición, el Ministerio de Hacienda se manifestó de acuerdo con reducir el plan de gastos en ¢150.000 millones, no en los ¢211.000 millones planteados por la fracción del Partido Liberación Nacional. A partir de ese momento, no cupo duda de la posibilida­d de recortar las previsione­s de gasto ni del desacierto del Ministerio de la Presidenci­a.

Entrada la tarde del martes se anunció un acuerdo entre el gobierno y los partidos Liberación Nacional, Unidad Socialcris­tiana, Restauraci­ón Nacional, Republican­o y Nueva República para hacer el recorte de ¢150.000 millones, con la posibilida­d de efectuar ajustes en enero para asegurar el financiami­ento de funciones esenciales que pudieran verse afectadas por la rápida aprobación de los recortes.

Horas más tarde, la fracción del Partido Acción Ciudadana manifestó su voluntad de permitir la fluidez del proceso democrátic­o pese a su desacuerdo con la reducción de gastos. Había gran cantidad de mociones por votar y la mayoría de los diputados se inclinaban por aprobarlas. No había duda de la ruta señalada por el ejercicio democrátic­o.

Poco después, los diputados del PAC se unieron con los del Frente Amplio para pronunciar largos discursos, incumplir lo pactado y faltar al compromiso con la democracia proclamado poco antes. La voltereta garantizó el dictamen negativo del presupuest­o por nueve votos contra dos.

El miércoles por la mañana, el ministro de Hacienda, Elian Villegas, reiteró su intención de reducir el plan de gastos en ¢150.000 millones. Para ese momento, las contradicc­iones y cambios de posición del oficialism­o habían avivado tensiones que el anuncio del ministro no podía aliviar.

Para entonces, también había quedado en entredicho el liderazgo del presidente, Carlos Alvarado, su compromiso con la reducción del gasto, el valor de la palabra empeñada por el oficialism­o, la aprobación del presupuest­o, la venia legislativ­a para nuevos empréstito­s y la relación con las fracciones de oposición, indispensa­ble para emprender las negociacio­nes requeridas por la profunda crisis nacional.

En 72 horas, el PAC dinamitó todos los puentes mientras el gobierno intenta construir uno nuevo con los residuos del fracasado diálogo nacional. El desinterés del oficialism­o por las medidas de ahorro es una oportunida­d perdida para establecer credencial­es de responsabi­lidad fiscal, sin las cuales difícilmen­te conseguirá la aprobación de nuevos ingresos, sean empréstito­s o impuestos.

Cabe preguntars­e por qué los recortes aceptados por el Ministerio de Hacienda no fueron incorporad­os desde el inicio al plan de gastos y, como lo sugería nuestro editorial de ayer, por qué el Ministerio de la Presidenci­a no orquestó la búsqueda de oportunida­des de ahorro en lugar de una reacción contra las medidas propuestas por la oposición, pero el desenlace en la Comisión de Hacendario­s despeja las dudas. El PAC, con el agua al cuello, sigue empeñado en mantener el statu quo. El ahorro de ¢150.000 millones es una medida simbólica. El monto apenas representa el 1,3 % del presupuest­o, pero el gobierno y su fracción legislativ­a han sido incapaces, hasta ahora, de rescatar siquiera el simbolismo.

Lo sucedido aviva las sospechas de una pretensión de financiar el año y medio restante del periodo presidenci­al sin generar las reformas necesarias para garantizar el aprovecham­iento de los nuevos sacrificio­s tributario­s, cuya inutilidad salta a la vista si no tapamos los boquetes por donde fluye la hemorragia de recursos públicos. El nuevo diálogo nace con severas limitacion­es, comenzando por sus antecedent­es, pero en este contexto podría ser un mero recurso dilatorio. El país no puede darse ese lujo.

En 72 horas, el PAC dinamitó todos los puentes mientras el gobierno intenta construir uno nuevo con los residuos del fracasado diálogo nacional

Lo sucedido aviva las sospechas de una pretensión de financiar el año y medio restante del periodo presidenci­al sin generar las reformas necesarias

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