Gerardo Corrales omitió dato al insinuar persecución
Economista admite ahora haber pedido a Tributación notificarle en mesa de diálogo
La auditora encargada de llevar a cabo una actuación de fiscalización tributaria al economista Gerardo Corrales le notificó dicho proceso, el viernes anterior, en la sede del diálogo multisectorial con el gobierno porque él mismo le pidió a la funcionaria ir al Estadio Nacional.
Así lo reconoció Corrales después de decir, en redes sociales, que la gestión de auditoría tributaria constituye un “estate quieto” porque él ha sido crítico del gobierno.
El viernes, una auditora tributaria buscó al economista para notificarle el inicio de una auditoría tributaria sobre un incremento en su patrimonio. La funcionaria primero intentó comunicarse con él mediante una llamada a su casa, en Curridabat, pero no había nadie.
Entonces, lo llamó al celular y Corrales le sugirió que llevara el documento a su actual residencia, una finca en La Garita de Alajuela. Ella declinó.
Como ella le dijo que la notificación debía ser personal, fue él quien le pidió que fuera al Estadio Nacional, donde estaba participando en el diálogo que busca salidas a las crisis fiscal y económica del país.
Justo después de que le habló la auditora, Gerardo Corrales afirma que llamó a “dos fuentes” que tiene en Hacienda, para preguntar si era cierto. Esas fuentes son nada menos que el propio ministro, Elian Villegas, y el director de Tributación, Carlos Vargas, quienes no se enteran del detalle de los procesos de fiscalización tributaria.
Corrales le expresó a Vargas su temor de que la llamada fuese una estafa, por lo que el funcionario accedió a averiguar. Así lo relataron ambos, ante consulta de este periódico.
“Lo que buscaba confirmar don Gerardo es que no era una estafa. Eso fue, transparentemente. Por neutralidad y objetividad, yo no dispongo de esa información. Cuando me consultan, yo verifico. Yo le respondí que, efectivamente, la compañera es una auditora y lo que iba era a notificarle el inicio de una actuación”, contó el jerarca de Tributación.
Por su parte, Villegas dijo que, como esos temas no se manejan en su despacho, él llamó a Carlos Vargas para averiguar.
Luego de hablarle a este último, cuenta: “Lo que él (Corrales) me dice es ‘ja ja, es que es muy extraño que me saque la rifa en este momento’. Entonces, yo le dije: ‘Compra lotería’. Nada más. Incluso, él me dijo que le señaló a la muchacha que fuera al Estadio Nacional a entregarle el documento y ahí quedó todo. Luego, vi la información que empezó a moverse en redes”.
El ‘post’ del viernes. El viernes, el exbanquero narró en redes sociales la visita de los dos funcionarios de Hacienda,
de la siguiente manera:
“Señores, solo para que se enteren de primera fuente. Esta mañana (...) me visitaron dos funcionarios de Hacienda para notificarme la iniciación de un proceso de fiscalización para justificar, según ellos, incrementos en mi patrimonio injustificados”.
“Espero estar equivocado, pero qué gran coincidencia que, en millones de personas de este país, sea Gerardo Corrales quien se sacó la rifa. Obviamente, no tengo nada que ocultar y así lo demostraré, pero estoy impactado de los métodos aleatorios y de los mensajes de estate quieto que se envían”, escribió.
Cuatro días después, este lunes, tanto en un tuit como en declaraciones a este medio, Corrales aseguró que sí hubo un malentendido. “Efectivamente, llegaron allí, porque yo se lo pedí”, respondió.
La gestión es por un “aumento de patrimonio injustificado” explicó Corrales y adujo que es porque compró un carro por ¢60 millones en el 2019 y le están pidiendo que justifique el origen de esos fondos.
Corrales dijo que desconoce cómo se manejan esos temas en los “mandos medios”. “Para mí, el tema de dónde me entregan la notificación es irrelevante. La duda es que me pegue yo la rifa”, insistió.
Incluso, vinculó el proceso con sugerencias que hizo días atrás, sobre la posibilidad de ir reduciendo el tamaño de la planilla del sector público.
Defienden objetividad. Sobre los criterios y procedimientos de la Dirección de Fiscalización de la Dirección de Tributación para emprender este tipo de auditorías, tanto Elian Villegas como Carlos Vargas dijeron que estos son objetivos y no tienen relación con el despacho del ministro ni con el jerarca de Tributación.
“Es un proceso de selección. A inicios de año, la Administración Tributaria publica cuáles son los criterios objetivos de selección para definir ciudadanos y empresas que puedan ser sujeto de fiscalización”, sostuvo Vargas.
Añadió que si alguien, en algún momento, sugiriera que esa selección se haga con criterios políticos, él sería el primero en renunciar. Hacienda hace entre 500 y 600 auditorías de este tipo por año. “Es un proceso total y absolutamente técnico. Ni siquiera la Dirección interviene. Solo los funcionarios del área encargada”, reiteró.
En esto coincidió con él la directora de Fiscalización de la Dirección General de Tributación, Karla Salas.
La jerarca de Fiscalización explicó que, entre los criterios de selección, se define que todos los contribuyentes clasificados como grandes contribuyentes nacionales o grandes empresas regionales pueden ser objeto de esa auditoría.
Además, se eligen declaraciones que registren diferencias detectadas por medios de información interna o externa, entre los cuales se usan datos del Registro Nacional de la Propiedad.
Como Corrales reveló que su auditoría es sobre bienes patrimoniales, Salas explicó que, desde setiembre, se empezó con un proceso de fiscalización de ese tipo.
Ese criterio sobre las declaraciones es uno de los más utilizados. El patrimonial es uno de los cruces de información que se hace para seleccionar a los fiscalizados.
Agregó que, desde enero, se definen cuáles sectores se van a fiscalizar. “Puede ser el turismo, profesionales liberales... Hace un tiempo, lo hicimos con el sector futbolístico”, recordó,
Una vez definidos los criterios de selección, se definen los contribuyentes que serán auditados y se reparten, según región, entre las diferentes oficinas del país, explicó la funcionaria, quien detalló que cada auditor maneja entre tres y cinco casos a la vez.