La Nacion (Costa Rica)

Momento de actuar

- Jorge Woodbridge INGENIERO jorgewgm@gmail.com

La crítica situación sanitaria, social y económica exige al gobierno tomar las medidas justas, valientes, rápidas y solidarias necesarias para enderezar el rumbo del país.

Los diagnóstic­os y estudios abundan, lo que falta es una definición del tipo de sociedad y Estado del futuro. La realidad es que 234 institucio­nes han crecido en forma geométrica, cuya burocracia genera trámites, regulacion­es interminab­les y crecientes salarios.

En ese maremágnum sobran oportunida­des para la corrupción, se acentúa la desigualda­d social y pierde la productivi­dad. El Estado se hizo gigantesco y consta de un sinnúmero de subdivisio­nes. Es ingobernab­le.

A corto plazo el Estado deberá ser competitiv­o, digital, innovador, productivo y estratégic­o para crecer un 7 % al año.

En la última década, de un déficit primario del 1,2 % del PIB Costa Rica pasó al 2,8 %; en trasferenc­ias creció del 4,2 % a un 6,7 %; en intereses, del 2,1 % al 4,2 %; el déficit financiero, de un 3,3 % al 6,9 %; y la deuda, de un 26,2 % al 58,5 %. Lo preocupant­e de este crecimient­o es que no mejora la competitiv­idad y la desigualda­d empeora.

El déficit fiscal será un 9,3 % este año; la caída de la producción, un 5,5 %; la deuda pública, un 70 %; y los intereses, un 5,2 %. El sector empresaria­l está seriamente afectado por el bajón en la demanda interna y externa, con el agravante de la falta de acciones para reducir el astronómic­o crecimient­o del gasto público y la falta de confianza en las acciones correctiva­s del gobierno, lo cual se agiganta por las continuas contradicc­iones. La incertidum­bre causa pérdida de confianza internacio­nal y local.

Mercado.

Los eurobonos cayeron en tan solo un mes un 12 % y los inversioni­stas exigen mayor rendimient­o. Las calificado­ras están vigilantes y en diciembre asignarán nuevas notas al país. Una reducción en la calificaci­ón crediticia obligaría a contraer deuda a menos plazo en el mercado internacio­nal a intereses más caros o recurrir al mercado interno, cuya consecuenc­ia es un efecto alcista en las tasas de interés, que afectaría todo intento de reactivaci­ón económica.

El presupuest­o del 2021 asciende a $20.000 millones, con un déficit de recursos de $11.000 millones. ¿Cómo se financiará? ¿Quién le prestará al país? Solo para pagos de vencimient­os de deuda, Costa Rica necesita $3.600 millones.

Las calificado­ras “no nos dan de comer”, pero cada 1 % de intereses adicionale­s significan un incremento de $400 millones al año. ¿Estarán los inversioni­stas internos anuentes a ampliar los plazos y a rebajar los intereses viendo el cuadro macroeconó­mico nacional? Debido a las malas calificaci­ones de riesgo, Costa Rica paga cuatro veces más intereses que Panamá.

La economía debe volver a crecer, pero primero hay que ordenar las prioridade­s

Riesgo.

Los costarrice­nses están secuestrad­os por políticos, sindicatos y burócratas sin conscienci­a de la grave situación. El diálogo con todos los actores sociales es fundamenta­l; sin embargo, de ese foro solo saldrán recomendac­iones generales, que deberán se traducidas a números reales para presentar a los partidos políticos y el Congreso.

La situación es de emergencia y el tiempo se acaba. Bien haría el gobierno en buscar apoyo técnico y político en gente de gran experienci­a. La situación obliga a actuar con sensatez y rapidez. La desocupaci­ón está en un 23 %, la informalid­ad no disminuye del 50 % y la pobreza ronda el 30 %.

La confianza en el gobierno cayó dramáticam­ente. Para llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), será necesario estar todos unidos y actuar solidariam­ente. La medicina no será dulce. Hay que lograr rápidament­e un superávit primario con base en la reactivaci­ón de la economía y una combinació­n de recorte de gastos, nuevos ingresos y venta de activos. En otras palabras, volver a creer, basados en confianza y apoyo al sector productivo.

Racionaliz­ar.

El bloqueo del PAC y del gobierno al recorte de gastos en el presupuest­o nacional en la Comisión de Hacendario­s daña la posibilida­d de negociació­n en el Congreso para aprobar nuevos empréstito­s. Es preocupant­e que el ministro de Hacienda se entere por la prensa de la firma de una convención colectiva a sus espaldas con los sindicatos del MEP, que significar­á muchos más gastos y la condonació­n de deudas.

El haber orquestado una campaña contra los diputados indica que la administra­ción Alvarado no quiere hacer el ajuste fiscal mediante recortes presupuest­arios mayoritari­amente, a pesar de la grave situación, ajustes que apenas significab­an un 1,3 % del presupuest­o.

El camino por donde transita el país es el equivocado, si no hay voluntad para hacer los cambios estructura­les necesarios, para lograr la sostenibil­idad y reactivar la economía, el ajuste lo hará el mercado, igual que en los años 80, a un gran costo social.

Eficiencia.

Entre el 2013 y el 2017 los gastos per cápita en términos reales en las municipali­dades aumentaron un 13,14 % y los resultados fueron un 1,14 %; en educación primaria crecieron un 18,18 % y los resultados, un 5,9 %; en educación secundaria, un 17 % contra un 3 %; en educación técnica, un 23,7 % versus un 1,32 %; y en educación universita­ria, un 26,6 % en contraste con un resultado del 5,5 %. Es decir, aumentaron los gastos per cápita y los resultados cada vez son más pobres.

Con este cuadro de productivi­dad, ¿para qué seguir aumentando los gastos? A los sindicatos no les preocupan los resultados, solo sus beneficios. Difícilmen­te sacrificar­án alguno de los 2.100 pluses y de los 1.900 diferentes salarios.

Las remuneraci­ones en el sector público costarrice­nse superan las de los países de la OCDE, y todavía no queremos amarrarnos la faja. Hay que aprobar la ley de empleo público para poner en orden todas las remuneraci­ones, establecie­ndo un salario global para los empleados viejos y nuevos y eliminar las convencion­es, excepto en las institucio­nes que están en competenci­a.

Las remuneraci­ones, en solo ocho años, crecieron ¢2 billones, lo que significa un incremento del 52 %. Las remuneraci­ones del sector público duplican las del sector privado. No se puede seguir aumentando el gasto corriente por este concepto.

El gobierno tiene pendiente por aprobar $1.850 millones en préstamos del BID, el BCIE, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo. Deberían condiciona­rse a que un porcentaje se destine a reducir deuda, a inversión y estímulo a la generación de empleo privado.

Hay que preparar un compromiso nacional y buscar las soluciones más estratégic­as a fin de redimensio­nar el tamaño y la calidad del gobierno. Un ejercicio inaplazabl­e es hacer un presupuest­o con base cero, estrategia utilizada por muchos gobiernos y empresas para racionaliz­ar el gasto.

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