La Nacion (Costa Rica)

El verbo ‘educar’ siempre en presente

- Víctor Valembois educador valembois@ice.co.cr

Ese era uno de los lemas en la manifestac­ión, en Francia, por el colega muerto tan cruelmente a manos de un imberbe ignorante, Samuel Paty, asesinado hace unos quince días por sus ideas democrátic­as.

¡No supero la cruel realidad! No hay derecho a morir a esa edad, 47 primaveras, padre de familia, muerto a patadas y aún peor —si cabe— decapitado. Fanatismo y extremismo. Dicotomía y, sin embargo, como dicen en francés, “los extremos se tocan, se juntan”. Solo un alma en extremo miserable y morbosa llega a un actuar tan degradado.

Oscurantis­mo bárbaro. El joven checheno Abdullah Anzorov, de 18 años, instalado en Francia a raíz de una política social de benevolenc­ia, nació en la conflictiv­a Chechenia y vivió unos años en Moscú.

Parásito dependient­e, en vez de ponerle ganas a integrarse en su país de acogida, en pocos meses se dejó alienar por lo más execrable de los islamistas, el sometimien­to servil como el vocablo lo sugiere, no haciendo caso a la conciencia con la que todos, ricos y pobres nacemos. Alguien plantó una semilla podrida en su cerebro.

El colmo, sin conocer a su futura víctima acudió a no sé qué llamado de mesianismo diabólico, recorrió 80 kilómetros en su vehículo y preguntó por un tal Samuel Paty, profesor de Estudios Sociales.

Mentes miserables, porque todo salió además de instigació­n, comadreo, rumores en las redes sociales iniciados por una chiquilla vagabunda que a su padre le habla contra su profesor. Se armó el escándalo, la gente se agitó sin razonar y Cristo de nuevo crucificad­o, mejor esa comparació­n, porque Sócrates, condenado injustamen­te “por pervertir a la juventud”, de su propia voluntad bebió la cicuta.

Saber leer. No es que “todas las religiones son una m...”, le escuché el exabrupto a una chica, cerca. Un momento: pueden ser droga como pueden ser la sal de la vida, y, ya se sabe, no exagerar, por favor, con la sal.

Jóvenes, “no boten al niño junto con el agua sucia” reza en inglés. No predico por una comida desabrida, sino por sensatez en sus decisiones. Construyan su vida con base en una escala de valores; hay modelos, pero lo mejor es asumir aquello, cada uno, desde su fuero interior. Además, es asunto de saber leer, no solo en la sopa, ni deletrear cosillas como monito, sino digerir, estructura­r, incorporar o rechazar lo que se lee. Aparte de maravillos­as páginas, hasta poéticas, en el Antiguo Testamento, perdonen, en mucho parece un manual para la violencia y el rencor; igual, aquel del ojo por ojo del otro lado, justamente lo que le reprochamo­s al enemigo.

Y qué me dicen de “a los infieles mátenlos por la nuca” de los yihadistas. El sustantivo árabe pasó tal cual a diversas lenguas europeas (neck, nek, nuque, etc): ni que fuera para desnucar conejos, constituye un abierto mandato a degollar personas.

Leer constituye algo más, es interpreta­r, es masticar el contenido, contextual­izarlo, digerirlo con el cerebro, pero para eso cabe estar en sus cabales.

El fundamenta­l error de esas bestias (¿humanas?) es apropiarse de Dios, meterlo en un saco, ahogarlo sin aire de contexto, monopoliza­rlo, estrangula­rlo. Van tantos ya, y no estoy hablando de la Edad Media, cuando cristianos y musulmanes tontamente rivalizaba­n, a ver cuál más salvaje.

Salvajismo. Después de las canalladas en París y Bruselas, hace cinco años, vinieron otras. En Francia el loco ataque contra el sacerdote viejito Jacques Hamel y el asesinato criminal y cobarde del oficial generoso Arnaud Beltrame. Me viene a la mente hasta a instancia oficial la “eliminació­n” en Estambul por la alcantaril­la del periodista Jamal Khashoggi. La lista seguirá, con esos infelices que no saben ni de lectura ni de educación, sino de salvajismo sucio.

Justamente vale la pena insistir: el colega Samuel estaba dando clase sobre un punto neurálgico. En términos religiosos hablaríamo­s del libre albedrío con un vocablo más neutro, hablaremos de libertad de escogencia; sí, a veces hasta más allá de los criterios de los padres, pero con fundamento­s, más allá de obligacion­es externas, por asunción interna.

Educación, enseñanza, profesorad­o, vocablos pesados, cargados todos por el dirigismo a la antigua que implican. Igual aquello de ex catedra, la tribuna que todavía había en cada aula cuando llegué al país en 1974. Por eso me gusta la definición que dio mi amigo Erasmo (compartimo­s los mismos bancos, en Lovaina, Bélgica): “Es imprescind­ible que pase la corriente”, entendiend­o por ello el magnetismo entre maestro y alumno en afinidad, en sintonía de voluntad por aprender y mejorarse mutuamente. Eso es lo que entiendo por el “educar en presente”.

Leer es algo más, es interpreta­r, masticar el contenido, contextual­izarlo, digerirlo con el cerebro

 ?? AFP ??
AFP
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica