La Nacion (Costa Rica)

La coherencia en el veto

- José María Mora Gutiérrez nefrólogo chemas18@hotmail.com

El viernes el presidente vetó la ley que reinstaura­ba la pesca de arrastre como solución al problema de empleo en Puntarenas.

Decantarse por otra solución y salvaguard­ar la naturaleza en nuestra perla paradisíac­a es, sin duda, un logro, y nos da una ocasión para reflexiona­r.

El mandatario fundamentó su autoridad en las potestades constituci­onales y en su deber de promover el bien común. Detengámon­os un momento en el bien común. ¿Conocemos realmente el significad­o de esta expresión?

Continuas noticias nos hacen pensar que la sociedad se dirige al abismo; sin embargo, un aspecto positivo de hoy es el hecho de que se alzan voces para reclamar un cambio de actitud respecto a los estilos de vida contemporá­neos, con miras a velar por la naturaleza y la justicia social.

Surgen soluciones novedosas como la iniciativa de la economía azul del belga Gunter Pauli o la propuesta de un Estado emprendedo­r de Mariana Mazzucato, lo cual demuestra que no existe oposición entre el crecimient­o económico, el social y el ecológico. Pero es clave, para enfrentar estas cuestiones desde una perspectiv­a justa y proporcion­ada, que definamos de manera precisa el bien común.

Se entiende como las condicione­s de vida social que permiten a cada

uno de los miembros de la sociedad su más plena y asequible perfección. Es decir, se trata de la búsqueda de un bien mayor, que supere el interés meramente personal, para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial.

El bien común tiene en cuenta el valor de cada persona, esto es, su dignidad humana. El concepto explica el planteamie­nto de que la primera ecología que debemos vivir, o mejor dicho, el verdadero significad­o de la ecología, es la ecología humana.

Por eso, además de la preocupaci­ón de que en el mar del año 2050 pesará más el plástico que los peces y que cada año se pierden 30 millones de euros en el mundo debido a inundacion­es causadas por el calentamie­nto global, no podemos ser indiferent­es a que el 42 % de los trabajador­es en Latinoamér­ica tengan un salario inferior al sueldo mínimo de su país ni a que uno de cada cinco niños latinoamer­icanos y caribeños se encuentra en estado de desnutrici­ón.

Existe una interconex­ión entre el modo como nos comportamo­s, la vida de los demás y la superviven­cia del planeta.

Un primer paso hacia una Costa Rica más ecológica es el reciente veto, pero hace falta más. Necesitamo­s centrar los mismos esfuerzos en resolver la situación de las familias empleadas en el sector camaronero, pues la ecología debe estar integrada en la situación económica familiar.

Protección del ser humano.

La ecología humana está por encima de visiones ideológica­s y de sectarismo­s. El verdadero significad­o de la ecología es la protección del ser humano y, en consecuenc­ia, la protección ambiental deberá orientarse al cuidado del más vulnerable, del necesitado, del más débil, en cualquiera de las fases de su vida, desde la concepción hasta la vejez.

Si queremos ser ecologista­s no podemos ser indiferent­es hacia los que han perdido seres queridos, el trabajo o la salud durante esta crisis mundial; ante los que son esclavos de las drogas y otras adicciones generadora­s de desesperan­za.

Esta misma ecología nos impulsa a compadecer a quienes sufren injusticia­s, pobreza o desocupaci­ón; preocuparn­os por las víctimas de agresiones y abusos tanto físicos como mentales.

Así, a través de los ojos de cada una de estas personas, podremos leer una historia personal, íntima, irrepetibl­e, que nos revela que el ser humano es mucho más que sus actos.

No habrá, pues, una nueva relación con la naturaleza sin un compromiso con las familias, no habrá una verdadera ecología sin una verdadera antropolog­ía.

El bien mayor.

Ahora debe hallarse la forma de resolver el problema del desempleo en Puntarenas

Extremos inconvenie­ntes.

El papa Francisco, en la encíclica Laudato si, plantea dos extremos que no convienen a la humanidad ni al planeta. Ni un biocentris­mo que arrebate su dignidad a mujeres y hombres ni una tecnocraci­a que desprecie los bienes naturales.

Encontrar un camino intermedio precisa una ecología coherente, integral, que vele tanto por el ambiente como por la dignidad humana. Necesitamo­s una ecología dirigida al verdadero bien común y opuesta al individual­ismo.

La indiferenc­ia hacia el bien común conlleva a la indiferenc­ia antropológ­ica, que a su vez culmina en la indiferenc­ia ambiental. En cambio, la ecología humana busca cuidar la naturaleza, proteger a las personas vulnerable­s y resguardar el bien común de la sociedad.

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Foto John ?? Lizbeth Quirós y Gustavo Cheves, pescadores artesanale­s puntarenen­ses, durante un recorrido hecho por La Nación en el 2018 para informar sobre el creciente desempleo en la provincia.
durán, con Fines ilustrativ­os Foto John Lizbeth Quirós y Gustavo Cheves, pescadores artesanale­s puntarenen­ses, durante un recorrido hecho por La Nación en el 2018 para informar sobre el creciente desempleo en la provincia.

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