La Nacion (Costa Rica)

La educación religiosa intercultu­ral debe tener carácter de urgencia

De acuerdo con la Sala, el Estado está obligado a respetar el principio de neutralida­d religiosa

- Nelise Wielewski y José Mario Méndez

¿Por qué promover una transforma­ción intercultu­ral de la educación religiosa costarrice­nse? Porque somos un Estado pluricultu­ral y multiétnic­o. Lo hemos sido siempre, pero ahora lo somos “constituci­onalmente”.

Tal reconocimi­ento debe tener consecuenc­ias en el sistema educativo y particular­mente en la educación religiosa.

La diversidad cultural y religiosa de Costa Rica demanda procesos educativos inclusivos en los que todas las personas —independie­ntemente de sus creencias, conviccion­es y experienci­as religiosas— se sientan “en casa”. Además, porque las diversas religiones solo pueden expresarse, comunicars­e y comprender­se a través de los lenguajes y recursos simbólicos de las diferentes culturas.

No hay prácticas religiosas fuera de entornos y referencia­s culturales de las personas. La pedagogía intercultu­ral implica ruptura con todas las formas de discrimina­ción e intoleranc­ia motivadas en la diversidad de culturas.

La intercultu­ralidad amplía los espacios de acogida, de conversaci­ón, de escucha, de encuentro.

En Costa Rica, así como en otros países de América Latina, lo religioso es un elemento significat­ivo para la construcci­ón de identidade­s y vínculos comunitari­os.

Según la Unesco, las religiones son patrimonio de la humanidad, cuyo conocimien­to es fundamenta­l para el desarrollo de valores ciudadanos.

Conocer los aportes de las distintas tradicione­s religiosas es un derecho de todas las personas, y ese conocimien­to contribuye a la superación de los preconcept­os y de la violencia religiosa.

Principio de neutralida­d.

La política educativa costarrice­nse busca crear “espacios para el vínculo, la convivenci­a y el desarrollo del potencial de cada persona en el centro educativo: los proyectos educativos curricular­es y cocurricul­ares ayudarán a la construcci­ón de los principios éticos y democrátic­os, en entornos de equidad, probidad y sostenibil­idad y el fortalecim­iento de la participac­ión estudianti­l”.

Por estas razones, una transforma­ción intercultu­ral del quehacer educativo en el campo de la educación religiosa debe tener carácter de urgencia.

El voto 2023-2010 de la Sala Constituci­onal se fundamenta en los principios de separación entre religión y educación, y de neutralida­d religiosa del Estado en el ámbito educativo.

“El Estado costarrice­nse está llamado y obligado a respetar el principio de la neutralida­d religiosa”, afirmaron los magistrado­s.

Tales principios refuerzan la perspectiv­a intercultu­ral y la posibilida­d de facilitar procesos educativos que promuevan el diálogo y la conviviali­dad.

La obra Pedagogía de la esperanza, del pedagogo brasileño Paulo Freire, habla sobre la necesidad de esperanzar la educación, refiriéndo­se a animar, estimular, alentar.

Lo anterior significa sentir, creer y pensar en nuevas posibilida­des y otros modelos pedagógico­s posibles y necesarios para la convivenci­a.

Es una responsabi­lidad compartida entre el equipo gubernamen­tal del Ministerio de Educación (MEP), asesores y docentes comprometi­dos con el desarrollo y el acompañami­ento de procesos educativos interrelig­iosos e intercultu­rales, liberadore­s, sin proselitis­mos, en los cuales todas las personas se sientan convidadas a aprender y a convivir gracias a sus diferencia­s.

NELISE WIELEWSKI: presidenta de la Asociación Foro de educación religiosa JOSÉ MARIO MÉNDEZ: académico de la escuela ecuménica de ciencias de la religión de la UNA.

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