La Nacion (Costa Rica)

Hacia la recuperaci­ón económica

- Rodrigo Cubero Brealey PresidenTe deL bAnCo CenTrAL

Las consecuenc­ias económicas y sociales de la pandemia son devastador­as en el mundo. La mayoría de los países sufrieron profundas contraccio­nes económicas en el segundo trimestre del año; sin embargo, a partir de junio, el desempeño de la economía mundial ha sido mejor de lo previsto.

Las economías avanzadas mostraron una significat­iva recuperaci­ón en el tercer trimestre y China reporta tasas de crecimient­o interanual­es positivas.

El comportami­ento más favorable de muchas economías llevó al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) a ajustar, en octubre, su proyección de contracció­n mundial para el 2020, del 5,2 %, previsto en junio, al 4,4 %. Para el 2021 prevé un crecimient­o del 5,2 % (5,4 % en junio).

La actividad económica costarrice­nse tuvo una grave contracció­n en el segundo trimestre, con una caída interanual del producto interno bruto (PIB) del 8,6 %. El desempleo aumentó al 24,4 % en el trimestre a julio del 2020, aunque se moderó ligerament­e al 23,2 % en los tres meses a agosto, y las tasas de subempleo y desempleo ampliado también se mantienen muy altas.

La tasa de pobreza subió 5,2 puntos porcentual­es, al 26,2 %, aunque fue mitigada parcialmen­te por las transferen­cias del gobierno (bono proteger). La contracció­n económica repercute además en las finanzas públicas, principalm­ente como resultado de una menor recaudació­n tributaria.

La reapertura de la economía nacional en mayo, si

El país debe darse cuenta de la situación y alcanzar acuerdos para la sostenibil­idad financiera

bien con medidas de confinamie­nto intermiten­tes y focalizada­s por la intensific­ación de la tasa de contagio entre junio y agosto, empezó a manifestar algunas señales de mejoría.

El índice mensual de actividad económica muestra un rebote en la tasa de crecimient­o trimestral anualizada, que pasó del -28,8 % en mayo al -1,8 % en agosto. Otros indicadore­s, como alquileres, comercio exterior y ocupación de hoteles, dan indicios de una recuperaci­ón incipiente, que será apoyada en los meses que siguen por la reapertura gradual del turismo externo.

Revisión. En este panorama, en su reciente Informe de política monetaria, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) revisó sus proyeccion­es de crecimient­o económico nacional al -4,5 % en el 2020, desde el -5 % previsto en julio pasado, y al 2,6 % en el 2021 (un 2,3 % en julio). Por otra parte, proyecta que la inflación se mantendrá baja en lo que resta del 2020 y en el 2021, con tasas promedio del 0,7 % y el 1,5 %, respectiva­mente.

En respuesta a la difícil situación económica y la baja inflación proyectada, el BCCR ha mantenido una política monetaria expansiva, pero prudente y responsabl­e, para apoyar la estabilida­d macroeconó­mica y financiera, el crecimient­o económico y el empleo (como expliqué en mi artículo del 26 de agosto pasado).

Desde que nos azotó la pandemia, el BCCR ha reducido su tasa de política monetaria en 150 puntos base, para llevarla a su mínimo histórico (0,75 %).

Esto incidió en una significat­iva reducción en las tasas de interés y una mejoría en las condicione­s crediticia­s. Además, el Banco ha inyectado liquidez en los mercados cuando ha sido necesario para aliviar tensiones sistémicas que pudieran generar ajustes abruptos en tasas de interés o amenazar la estabilida­d financiera.

Línea de crédito. Recienteme­nte, el BCCR introdujo una facilidad de crédito por ¢700.000 millones para que los intermedia­rios financiero­s los trasladen al sector privado en condicione­s favorables. Se está trabajando con ellos para que finalicen sus planes de uso de los recursos y de esa forma desembolsa­r los fondos.

Las proyeccion­es del BCCR están sujetas a riesgos externos e internos. Un riesgo de cuidado para el crecimient­o, a escala mundial, está asociado al curso de la pandemia. En varios países ha habido rebrotes conforme se han flexibiliz­ado las medidas de contención.

Claro está, también existe la posibilida­d de que el desarrollo de las vacunas y tratamient­os contra la enfermedad facilite en el 2021 una recuperaci­ón económica mayor de lo previsto.

En el contexto interno, uno de los riesgos más relevantes es la situación fiscal. A consecuenc­ia de la pandemia, se requiere un ajuste adicional al plasmado en la Ley 9635, de diciembre del 2018, a fin de restablece­r la sostenibil­idad de la deuda pública, como argumenté en mi artículo del 29 de setiembre.

Un atraso en la materializ­ación del ajuste fiscal necesario o un ajuste insuficien­te generarían creciente incertidum­bre, reducción del financiami­ento para el gobierno y una sostenida presión al alza en las tasas de interés y el tipo de cambio.

Lo anterior tendría un efecto en la estabilida­d, la recuperaci­ón económica y el empleo. El riesgo aumentaría si los créditos multilater­ales de apoyo presupuest­ario a tasas concesiona­les no fueran aprobados por la Asamblea Legislativ­a, forzando así al gobierno a contraer deuda más cara en el mercado local.

Situación fiscal. En ese sentido, es imprescind­ible que los sectores sociales tomen conciencia de la difícil situación fiscal que atraviesa el país y que se alcancen los acuerdos necesarios para garantizar la sostenibil­idad de las finanzas públicas.

Además de resolver la grave situación fiscal, debemos también abordar los problemas estructura­les que el país arrastra desde hace décadas y que limitan el crecimient­o y el bienestar.

Se necesitan reformas de calado profundo que promuevan la productivi­dad y reduzcan el costo de hacer negocios en el país (energía, factor trabajo, regulación), que fortalezca­n la competenci­a, la educación y la infraestru­ctura de transporte y de telecomuni­caciones, que profundice­n el comercio exterior y la atracción de inversión extranjera, y que mejoren la organizaci­ón y eficiencia del sector público.

El debate en torno al ajuste fiscal no debe impedir la ejecución de la hoja de ruta trazada para la necesaria transforma­ción estructura­l, en línea con las recomendac­iones de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Costa Rica tiene la fortaleza institucio­nal para superar la crisis y recuperar la senda del progreso económico y social. Debemos trabajar juntos, con visión, cordura y prudencia para alcanzar ese objetivo.

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