La Nacion (Costa Rica)

Campeones de la OCDE

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Los países de la OCDE gastan el 25 % de sus ingresos en remuneraci­ones, pero Costa Rica dedica 50 % al mismo rubro.

Ingresamos a la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) para conocer y compartir las mejores prácticas internacio­nales. En materia de empleo público, somos ejemplo de las peores y mostramos poco interés en aprender. El dato es contundent­e: entre los países de la OCDE, ninguno gasta en remuneraci­ones a empleados públicos un porcentaje tan alto de sus ingresos. Somos los campeones y no por escasa diferencia: la burocracia nacional consume más del doble del porcentaje de los ingresos totales que los demás países de la organizaci­ón dedican, en promedio, a pagar salarios.

Los países de la OCDE gastan el 25 % de sus ingresos en remuneraci­ones, pero Costa Rica dedica el 50 % al mismo rubro. En nuestro país, el empleo público representa el 13 % de la fuerza laboral y, en los demás, el promedio se acerca al 20 %. En la mayoría de esas naciones quedan recursos para infraestru­ctura y servicios cada vez menos satisfacto­rios en la nuestra. Existe, también, la posibilida­d de contratar policías, agentes de tránsito y todo el personal necesario para ofrecer servicios demasiado escasos en Costa Rica.

Ante ese hallazgo del Informe económico sobre Costa Rica, escrito en julio, iniciativa­s como la ley de empleo público, aun sin sus graves defectos, son un tímido inicio. El problema es monumental y se ha venido desarrolla­ndo a lo largo de décadas. O lo enfrentamo­s con la seriedad y determinac­ión necesarias, o se resolverá solo y de la peor manera, mediante una crisis de proporcion­es históricas.

Iniciativa­s como la ley de empleo público —si el Congreso enmienda las disposicio­nes que más bien la harían onerosa o la tornarían ineficaz— son pasos en la dirección apropiada, pero muy cortos en relación con la distancia por recorrer. En algún momento de la historia, una buena reforma pudo salvarnos de llegar a situacione­s límite. Ahora, hará falta mucho más.

Por eso preocupa la tardanza del proyecto, los defectos subsistent­es después de varias redaccione­s y, sobre todo, la falta de otros ajustes estructura­les igualmente necesarios para reducir el aparato estatal y su costo. Si la ley se aprueba con las modificaci­ones necesarias, habremos avanzado, cuando menos, en uno de los aspectos más señalados por el informe: los 260 pluses salariales que han tornado al empleo público en un factor “demasiado complejo, poco claro y sumamente difícil de controlar”, en palabras de la OCDE.

Al amparo de tantos pluses, “los salarios del sector público son casi un 50 % más altos que en el sector privado, después de tomar en cuenta las caracterís­ticas de los empleados” y en el propio Estado hay diferencia­s salariales hasta del 600 % para el mismo puesto, todo lo cual contribuye significat­ivamente a la desigualda­d.

A la anarquía coadyuvan, de forma decisiva, las institucio­nes autónomas como la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS). En ese sector está la mayor parte de los pluses y, por supuesto, los más altos salarios. En este punto hay otra tarea pendiente: urge preguntarn­os si la prestación de los servicios encomendad­os a esas entidades depende del pago de salarios exorbitant­es.

No podemos seguir por este rumbo y no es casualidad que países más prósperos hayan optado por caminos tan diferentes. El sector privado, fuente de empleo y sustento para la inmensa mayoría de costarrice­nses, no debe seguir arrastrand­o excesos y desperdici­os. Por lo menos, es necesario despejar en el horizonte un lugar donde el gasto superfluo sea mínimo y el Estado correspond­a el esfuerzo de la sociedad con calidad.

Los países de la OCDE gastan el 25% de sus ingresos en remuneraci­ones, pero Costa Rica dedica el 50% al mismo rubro

Es necesario despejar en el horizonte un lugar donde el gasto superfluo sea mínimo y el Estado correspond­a con calidad el esfuerzo de la sociedad

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