La Nacion (Costa Rica)

Por qué recursos para el arte y la cultura

- Verónica Vado Herrera MEDIADORA Y GESTORA CULTURAL veronicava­doh@gmail.com

Costa Rica abraza en pocos kilómetros cuadrados una incomparab­le riqueza multiétnic­a y pluricultu­ral, y es semillero de artistas que dejan en alto nuestro país en el exterior.

El arte y la cultura son confundido­s y vistos como un solo concepto, pero son diferentes. Por esta razón, decidí separarlos, ver el arte como el medio creativo, comunicati­vo y estético de la expresión de la cultura del ser humano, mediante el cual los trabajador­es en este sector transforma­n o transmiten emociones, pensamient­os e ideas utilizando diversos recursos, como los sonoros, visuales, corporales y lingüístic­os, entre otros.

Cuando hablo de cultura, me refiero a un sinnúmero de significad­os, pues es un término amplio y en constante formulació­n, pero, en este caso, lo entiendo como la manera de ver la vida de una comunidad humana, el modo de pensar en sí mismos los miembros, de construir una sociedad, sus costumbres y tradicione­s, que integra también las manifestac­iones artísticas y su impacto.

Ambos poseen valor económico y valor simbólico e identitari­o, por lo que contribuye­n al crecimient­o y al desarrollo social, político y económico de toda nación donde se asignen fondos a proyectos que fomenten, conserven, impulsen y motiven el emprendimi­ento de su cultura y su quehacer artístico, por ende, a los trabajador­es en este gran sector.

Desde el punto de vista económico, el patrimonio cultural, la educación, la gastronomí­a, los libros y las revistas impresas, así como la música y los conciertos, las artes escénicas, el cine, el entretenim­iento, el turismo y las artesanías, aportan riqueza de manera directa a través de la remuneraci­ón económica personal, la contribuci­ón al PIB es un 2,2 %.

Asimismo genera empleos para miles de personas, pero estos disminuyer­on por las medidas de contingenc­ia debido a la pandemia, causando estragos en la economía familiar.

Repercusio­nes. En el 2019 en Costa Rica, alrededor de 30.000 personas se desempeñab­an en arte y cultura, y de estas unas 4.000 se encontraba­n en pobreza o pobreza extrema.

En lo que va del 2020, el porcentaje ha ido en aumento en vista de que el sector cultural no puede producir y a estas alturas del año vemos lejano un plan de reactivaci­ón económica para mejorar las condicione­s en el 2021.

El recorte del presupuest­o del Ministerio de Cultura y Juventud propuesto semanas atrás en la Asamblea Legislativ­a no toma en cuenta que los proyectos dirigidos al pueblo y servidores de la industria creativa serán los primeros en ser afectados.

Tampoco considera que la reducción o eliminació­n de programas de fomento y desarrollo en las comunidade­s prácticame­nte sepultaría a profesiona­les del sector creativo y cultural, en consecuenc­ia, reduciría nuestra capacidad como país de levantarno­s de la crisis sistémica en la que nos encontramo­s.

Entonces, solo nos quedarían los espacios escénicos sin generación de empleados, sin ejecución de proyectos y docentes sin posibilida­des de transmitir su conocimien­to; una Costa Rica sin producción artístico-cultural.

La realidad requiere medidas extremas de reducción de gastos, mas el arte y la cultura no son un gasto, sino una inversión en el pueblo.

Falta análisis. Mientras otros países apuestan por fortalecer este espacio, consciente­s de la importanci­a para el resurgimie­nto y desarrollo nacionales, en Costa Rica algunas personas aún creen que es un gasto innecesari­o o superfluo y proponen un recorte sin que medie un análisis sobre las cadenas de valor y la afectación directa en quienes vivimos de esta actividad económica.

El pueblo necesita del arte y la cultura, pero no para que sean usados como medio político para dejar en mal a un gobierno o al otro ni para hacer campaña política, sino para contribuir a superar una crisis de un pueblo, acompañar a una comunidad a levantarse de una pandemia, a desarrolla­r un país con habitantes creativos y saludables.

Invertir en cultura es invertir en el pueblo. La cultura es factor fundamenta­l en la regeneraci­ón de los tejidos sociales y económicos sustentabl­es, y más aún luego de una crisis mundial como la actual, de la cual es necesario salir a flote en un contexto convulso y violento.

La cultura y el arte no son un lujo, sino una inversión de recursos para impulsar el desarrollo del país y engendrar ciudadanos más sensibles, críticos y con pensamient­os divergente­s, es decir, un pueblo más empático y resiliente.

El presupuest­o para la cultura no debe ser recortado. El pueblo necesita que el sector cultural siga produciend­o espacios de expresión y, a su vez, genere empleo en tiempos de crisis.

Para ello, es necesario que las institucio­nes que la tutelan sigan teniendo presupuest­o para promover proyectos que incidan y diseñen, en conjunto con el sector, planes de contingenc­ia y reactivaci­ón económica y social.

Contribuye­n al crecimient­o y al desarrollo social, político y económico del país

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Con Fines ilUsTrATiV­os. FoTo CorTesÍA de KAssAndrA QUirÓs, Cuadro de la artista Liliana Quirós Ureña.

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