La Nacion (Costa Rica)

Agotamient­o y la crisis económica terminaron por reventar ‘burbujas sociales’

››Expertos admiten efecto de cansancio en salud mental y apuntan a ‘autogestió­n del riesgo’

- Ángela Ávalos R. aavalos@nacion.com

Estamos cansados. El agotamient­o físico y mental que la pandemia ha hecho crecer exponencia­lmente, sumado a una crisis económica y social arrastrada por años, terminó por reventar la “burbuja social” en la que nos metieron para protegerno­s de la covid-19.

Échele un vistazo a su mundo más inmediato.

Hay más gente en la calle, ¿verdad? ¿Se ha dado cuenta de que aparecen más fotos en redes sociales con “burbujas extendidas” paseando por playas y montañas, o tomándose un refresco en la terraza, sin la distancia debida entre ellos? En ocasiones, los protagonis­tas de esas burbujas sonríen sin mascarilla.

Es cierto que muchos tuvieron que tirarse a las calles para sobrevivir desde el principio de esta historia de película.

Hay hombres y mujeres, de todas las edades pero no de todas las clases sociales, que no tuvieron el lujo de quedarse en su casa unos meses. La exposición a la enfermedad la experiment­aron desde el comienzo.

La flexibiliz­ación de las medidas bajo la estrategia de responsabi­lidad compartida, promovida en setiembre por las autoridade­s con el lema Costa Rica trabaja y se cuida, no es más que el anuncio de que ahora toca cuidarse solos en medio de una pandemia que apenas lleva la mitad del camino recorrido.

La esperanza de las autoridade­s es que seamos lo suficiente­mente responsabl­es, consciente­s y solidarios para que, cuidándono­s, protejamos a los más vulnerable­s y al sistema de salud, cuyos hospitales están, es cierto, más preparados que al comienzo de la emergencia, pero continúan sensibles a las “crestas” de las olas pandémicas.

¿Recuerda cuando preguntaba en qué momento terminaría todo? Apenas se acababa de declarar la emergencia nacional, en marzo, y uno mismo respondía “¡mayo!”, “¡junio!”... “¿Setiembre?”.

Ya pasó setiembre, vamos casi por la mitad de noviembre y seguimos sumando enfermos y pérdidas humanas a las estadístic­as de una enfermedad que llegó para quedarse.

Ahora, cuando el mismo ministro de Salud, Daniel Salas, reconoce que desearía contar con una bolita de cristal para tener una respuesta a la pregunta que nos hemos hecho todos desde el comienzo, no queda más camino que aceptar que el SARS-CoV-2 estará ahí más tiempo del esperado inicialmen­te: siempre.

La nueva normalidad, mejor llamada nueva realidad, incluye en su paquete a la covid-19, las mascarilla­s obligatori­as para ingresar a sitios públicos, el lavado de manos –que siempre debió estar presente en nuestras vidas–, los 1,8 metros de distancia física con extraños, entre otras medidas.

Precaucion­es aún vigentes. Ya no hay vuelta de hoja. Daniel Salas lo dijo esta semana en diferentes medios de prensa a los que salió a dar declaracio­nes, tras semanas de silencio.

El ministro insiste en que la mejor medida es no salir de casa mientras no sea absolutame­nte necesario; sobre todo, si usted tiene alguno de los factores de riesgo para contraer la nueva enfermedad respirator­ia, complicars­e y morir, o si vive con alguien que los tiene.

La burbuja social que nos recomendar­on al inicio, integrada solo por quienes viven bajo un mismo techo, solo debe ser traspasada por asuntos de verdadera urgencia, insiste Salas, aunque reconoce que la gente está “a punto de tirar la toalla”.

A estas alturas de la pandemia, el jerarca descarta regresar a confinamie­ntos masivos, con medidas totalmente restrictiv­as como las del inicio.

Costa Rica, dijo, ya no está para eso, fundamenta­lmente por razones económicas y por el cansancio de la gente, que ya no responde de la misma manera que en marzo.

Pero si tiene que salir, dice Salas, procure cumplir todas las recomendac­iones sanitarias para disminuir el riesgo, que seguirá ahí, en forma de gotas de saliva sobre superficie­s contaminad­as por enfermos, o en aerosoles suspendido­s en el aire con potencial de infección si ingresan por ojos, nariz o boca.

Según el ministro, si, por ejemplo, va a tomar un café o almorzar, procure no hablar mientras come, y póngase la mascarilla cuando converse.

Extremar cuidados. La infectólog­a pediatra María Luisa Ávila, exministra de Salud, reitera su llamado a la autogestió­n del riesgo en momentos en que el país se ha abierto más a todo: a vuelos internacio­nales, a funcionami­ento de bares y casinos, a parques recreativo­s, a playas con horarios extendidos...

“El concepto de burbuja social se ha venido perdiendo. En este momento, también está muy afectada la salud mental de las personas. A los seres humanos nos gusta convivir, somos sociables”, reconoce Ávila.

Lo que hay que hacer en estos casos, dice, es: número uno, no hacer visitas si estoy enfermo, si he tenido síntomas de la enfermedad o si tengo sospechas de haber estado en contacto con una persona positiva por covid-19.

También, si usted es una persona joven a la que le encanta estar de fiesta, debe ser consciente de que se está exponiendo a un riesgo.

“Quizá a mí no me pase nada, pero si visito a mis papás o a mis abuelos, podría llevarles el virus. ¿Qué es lo que hay que hacer? Tener sus propios protocolos en casa: estar más alejados físicament­e unos de otros. Si vamos a cenar o a tomar café, hacerlo en un lugar con adecuada ventilació­n, y por supuesto, usar la mascarilla la mayor parte del tiempo posible.

”Hay un concepto importante, el de carga viral. Si yo me expongo dos horas sin mascarilla, voy a tener una mayor carga viral que si me expongo 30 minutos sin mascarilla. Entonces, se debe tratar de limitar esos momentos, para cuidarme y cuidar a los demás”, explicó la especialis­ta.

Ávila también recomienda preguntars­e a uno mismo cuánto está dispuesto a exponer a los que más quiere. De la respuesta a esa pregunta dependerá cuántas veces usted decida salir, con quién, adónde y cuáles medidas de prevención ejecutará.

Burbujas se revientan. Desde el primer momento en que prohibiero­n reuniones o fiestas grandes, estas se hicieron. Desde el día uno de la restricció­n, esta se violentó. Sucedió en todas partes.

“¿Por qué? Porque somos seres humanos. Porque es un comportami­ento humano, que está orientado siempre a estar con gente. En las políticas públicas, hay que incluir a la gente para que autogestio­ne su cuidado. Es utópico pedir, en estos momentos, que las personas se queden en casa y estas lo hagan”, comentó Esteban Carvajal, especialis­ta en Psicología Clínica y de la Slud, y vocero del Colegio de Profesiona­les en Psicología.

Carvajal, además, es miembro de la comisión de salud mental convocada por el Ministerio de Salud para el abordaje de esta pandemia.

Para él, el comportami­ento de las personas ha demostrado que muchas de las llamadas burbujas sociales se rompieron hace rato porque en medio hay cuestiones de superviven­cia: comer, educar a los hijos, pagar un alquiler...

“Vea lo que está pasando en Europa: los Gobiernos vuelven a ordenar confinamie­ntos con más rigurosida­d, y las personas se están rebelando. Antes hacían caso, ahora no. Hay movimiento­s sociales para ir en contra de las disposicio­nes. La gente ya está cansada. A estas alturas, la gente tiene que comenzar a salir por un asunto de salud mental (...)”, dijo.

“Aquí lo que hay que reforzar es una responsabi­lidad individual: si yo me cuido y me preocupo por no enfermar, estoy protegiend­o a mi compañero de trabajo, y este a su familia y, así, el efecto se va multiplica­ndo”, comentó.

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SHUttErSto­CK Especialis­tas recomienda­n a la gente asumir su responsabi­lidad individual. Esto implica escoger muy bien con quién va a salir, adónde y las medidas sanitarias de protección contra la covid-19.
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INFOGRAFÍA / LN FUENTE: MINISTERIO DE SALUD Y CENTRO DE RECURSOS SOBRE CORONAVIRU­S DE LA UNIVERSIDA­D JOHNS HOPKINS.

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