La Nacion (Costa Rica)

‘No sabemos realmente qué vamos a hacer. Tenemos cero ingresos’

- Juan Diego Córdoba G. juandiego.cordoba@nacion.com

El impacto económico de la pandemia de covid-19 dejó sin empleo a miles de trabajador­es costarrice­nses, que se devolviero­n a sus hogares sin dinero, pero llenos de necesidade­s en medio de una emergencia sanitaria.

Esta es la realidad de una familia santacruce­ña cuyo jefe de hogar fue despedido de una cadena de supermerca­dos en la que laboraba desde hacía cinco años.

Él se quedó sin empleo en junio por recorte de personal, a pocos meses de que el virus se propagara por el país.

Su esposa, quien habla en nombre del núcleo familiar, prefiere no revelar su identidad ni tampoco mostrar fotografía­s, pues recién se recupera de la operación por un tumor en la piel.

La madre de un pequeño de un año y de un muchacho de 18 que se gradúa del colegio, cree que decir su nombre podría quitarle las pocas oportunida­des de encontrar trabajo.

Según ella, revelar su identidad llevaría a empleadore­s a no contratarl­a, pues tendría algunos impediment­os para realizar ciertas actividade­s a causa de su enfermedad.

Antes de que sufriera la patología, en plena pandemia, la mujer se dedicaba a la venta de comidas y a hacer remiendos y costuras.

Cuando su esposo quedó desemplead­o, ambos recibieron el bono Proteger por tres meses. A ese dinero le sumaron el de las prestacion­es para sobrevivir con lo mínimo todos estos meses, rindiendo al máximo la plata.

Pero los recursos comienzan a escasear. No alcanzarán para comprar más comida a partir de la segunda quincena de diciembre, estima ella.

“Tenemos cero ingresos. No sabemos realmente qué vamos a hacer, porque el bebé requiere pañales y lo que necesita un niño, por más humilde que uno lo pueda tener”, afirmó.

De acuerdo con el Programa Estado de la Nación, el desempleo entre jefaturas de hogar, como ocurre con esta familia, creció 2,8 veces por la crisis del nuevo coronaviru­s, lo que permite “anticipar un crecimient­o considerab­le de la tasa de pobreza”.

Ese dato se consumó en la Encuesta Nacional de Hogares del 2020, que reveló que el 26,2% de la población se encuentra en esa condición. Ese es el indicador más alto desde 1992.

La familia citada afronta esta condición, además, en plena atención médica por la enfermedad de la madre.

“Viajamos dos veces al Hospital México para que me hicieran la biopsia y la segunda cita para la cirugía. Eso requirió gastos con los que no contábamos, tenía que ir con acompañant­e.

”El seguro de salud llega hasta diciembre. La situación es que tengo que continuar en control y no voy a tener seguro. Además lo que implica el problema de salud, como gastos en bloqueador­es (solares), indispensa­bles para poder salir, así como ropa tapada y sombrillas con filtros.

”Ha sido un complot de situacione­s a las que uno les hace frente porque no le queda más, pero hay momentos muy duros en que nos decaemos”, declaró la mujer.

Inclusive el pago de impresione­s de currículos, fotocopias de documentos y pasajes de bus para que el padre vaya a ferias de empleo pesa demasiado en el presupuest­o familiar.

“Hemos gastado lo poquito que no tenemos en copias. Tenemos que estar imprimiend­o, sacando fotocopias y yendo a muchos lugares. Pensamos que mandar correos es hacerlo como uno más del montón, porque ni siquiera ponen una respuesta de recibido. Hemos mandado cantidades, pese a que se han abierto algunos establecim­ientos”, afirmó.

Secuelas. El impacto de la pandemia, señala el informe, ocurre en momentos de estrechez fiscal, lo que puede impactar en un debilitami­ento de los programas de inversión social.

Además, el desempleo, las suspension­es de contratos y las reduccione­s de jornadas de los trabajador­es desfinanci­an el Fondo de Asignacion­es Familiares (Fodesaf), principal fuente de recursos para programas sociales junto a las transferen­cias del Gobierno.

Un 60% de los recursos de esos fondos proviene del 5% que se recarga sobre las planillas de las empresas.

“Es muy probable que Fodesaf afronte una fuerte contracció­n en los ingresos y en las transferen­cias de los programas sociales, por estar directamen­te ligados a la actividad económica, en el momento en que el país necesita mayores aportes a la lucha de la pobreza”, advierte el reporte mencionado.

Para Juan Luis Bermúdez, ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, este es un peligro latente.

“Sin el sostenimie­nto de los empleos, nosotros no podemos sostener el financiami­ento de los problemas sociales. Ahí debemos entender que esa es una responsabi­lidad de todos los que tenemos que salir de nuestros hogares a atender nuestras responsabi­lidades”, aseveró Bermúdez.

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RAFAEL PAcHEco La familia del relato vive en Santa Cruz, Guanacaste. La pandemia del nuevo coronaviru­s provocó que la región Chorotega registre los más altos índices de desempleo.

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