Bloqueo de vías se convirtió en principal método de manifestación
››Grupos sociales aprendieron que cierres son baratos y tienen alto impacto
Entre el 2001 y el 2012, los grupos organizados de la sociedad costarricense utilizaban principalmente mecanismos disuasivos para manifestar su descontento. Declaraciones públicas, paros y reuniones con autoridades fueron las principales herramientas utilizadas para exigir alguna acción a los gobernantes.
Luego, algo cambió. Entre el 2013 y el 2019, los comunicados pasaron a un segundo plano y fueron reemplazados por manifestaciones más confrontativas en las calles.
Los bloqueos de vías se convirtieron en el principal método de los sectores.
El hallazgo consta en el más reciente Informe Estado de la Nación. Para la edición del 2020, los investigadores analizaron si las formas en que la ciudadanía protesta variaron en los 28 años previos.
“La principal conclusión es afirmativa: a partir de 2013 puede constatarse un cambio en los movimientos de lucha. En efecto, el tipo de protesta más frecuente tiene un carácter más ‘confrontativo’, a tal punto que llega a superar, de manera sistemática, el uso de actividades más moderadas como los comunicados, espacios pagados, conferencias de prensa”, concluye el reporte.
De acuerdo con el estudio, en los siete años que transcurrieron entre el 2013 y el 2019, excepto en 2014, los bloqueos de carreteras constituyeron el modo de reclamo más recurrente. Le siguieron los mítines y las marchas.
El punto de inflexión fue el segundo año del mandato de la expresidenta Laura Chinchilla Miranda. Según el informe, en el 2013, hubo unas 150 manifestaciones de descontento por vías “institucionales”, mientras que las movilizaciones en vías públicas fueron más de 300.
Ese nivel de agitación social no se experimentaba en el país desde el 2000, cuando miles de personas tomaron las calles para protestar contra el proyecto de ley que pretendía modernizar al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y abrir los mercados de la energía y las telecomunicaciones, al cual se le conoció popularmente como el “Combo del ICE”.
Las protestas en vías públicas del 2013 incluyeron una concentración frente al residencial donde vive la exmandataria, protagonizada por vecinos de Alajuelita. Exigían que se les cumpliera una promesa de vivienda que les hizo la jerarca durante su campaña electoral.
En junio de ese mismo año, funcionarios públicos de distintos sectores se unieron para marchar por un conjunto de consignas, desde la oposición a la ley para concesionar obra pública, hasta el rechazo contra el recargo de funciones de los educadores.
Según el análisis, a partir del 2013, no solo cambió la naturaleza de las manifestaciones, sino que también disminuyó su frecuencia. Es decir, las protestas se hicieron menos seguidas, pero más confrontativas.
La excepción, de nuevo, fue el 2014, cuando Luis Guillermo Solís le dio la primera victoria presidencial al Partido Acción Ciudadana (PAC). Ese año, se registraron casi 600 acciones colectivas, pero hubo más reuniones y comunicados que marchas y bloqueos.
En cambio, el 2018 fue el segundo periodo más conflictivo socialmente desde que el Programa Estado de la Nación (PEN) lleva registro. Fue el primer año del mandato del presidente Carlos Alvarado, cuando se aprobó la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas para reducir el déficit fiscal, pese a las protestas que sostuvieron, durante meses, múltiples sectores.
Según el Estado de la Nación, ese año hubo unas 100 acciones por vías institucionales, y más de 350 bloqueos, marchas y mítines.
Para los investigadores, el problema de que el descontento se manifieste de esa forma es que conlleva una mayor alteración de la paz social, así como dificultades para que las autoridades dirijan el país.
Alto impacto. El informe señala que los bloqueos son un método de protesta que los sindicatos empleaban desde hacía años, adoptado recientemente por otros tipos de grupos.
Ronald Alfaro, investigador del PEN, apuntó que los bloqueos son fáciles de organizar, además de baratos.
Aunque el análisis del informe llega hasta el 2019, el académico afirmó que la tendencia se evidenció también en las protestas que sostuvieron múltiples agrupaciones hace unas semanas, contra el primer plan de medidas de ajuste fiscal que anunció el Gobierno para contrarrestar la crisis desatada por la pandemia.
“El problema es la debilidad que tienen los partidos políticos y los sindicatos, para poner dos ejemplos, para lograr canalizar esas reacciones, a tal punto que en octubre se dijo ‘paramos los bloqueos’. Pero los bloqueos seguían, se autonomizaron”, recordó Alfaro.
El investigador Steffan Gómez añadió que en los últimos años, los grupos han aprendido que si bloquean una vía, les abrirán espacios de diálogo y negociación.
“Eso significó que los sectores se dieron cuenta de que son un repertorio muy útil para llamar la atención de la Administración, sin tener que seguir todos los procedimientos administrativos. Y la literatura comprueba que, cuando eso ocurre, los grupos aprenden que eso es una vía útil, más fácil. Entonces genera una bola de nieve, y es un poco lo que estamos viendo ahora”, concluyó Gómez.