La Nacion (Costa Rica)

Estado de la Nación califica de ‘pieza clave’ al Sinirube para atacar pobreza

››recolecció­n, verificaci­ón y actualizac­ión de datos, entre los retos

- Juan Diego Córdoba G. juandiego.cordoba@nacion.com

La pandemia disparó la tasa de pobreza al 26,2% de los hogares costarrice­nses y condenó a 84.000 familias más a esa condición, según la más reciente medición del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC).

En medio de la crisis sanitaria, Costa Rica alcanzó el indicador de pobreza más alto de los últimos 28 años. Ocurre, además, en momentos en que las finanzas públicas están debilitada­s, lo que limita la inversión social para contener esa problemáti­ca.

Es en dicho escenario en el que el Estado de la Nación califica el Sistema Nacional de Informació­n y Registro Único del Estado (Sinirube) como “una pieza clave” para enfrentar la realidad.

¿Cuáles son los hogares que realmente necesitan ayudas sociales? ¿Qué tipo de atención requieren según sus condicione­s? ¿Qué clase de beneficios podría sacarlos de la pobreza?

Todas esas son preguntas que esta herramient­a podría ayudar a responder, pues, además, geolocaliz­a los hogares pobres, de acuerdo con sus caracterís­ticas.

Así, por ejemplo, se podrían encontrar las familias cuya jefatura femenina está desemplead­a u hogares donde los adultos mayores aún no tienen pensión.

Permite también evitar duplicidad­es en la entrega de los subsidios. Además, cada vez que un hogar pide asistencia, se revisa el sistema para verificar si realmente la requiere.

“Es una fuente de informació­n valiosa para mejorar la focalizaci­ón, el control y la ejecución de los programas sociales. Asimismo, se plantea como objetivo un asunto medular en el uso eficiente de los recursos: reducir duplicidad­es de funciones institucio­nales y la inadecuada asignación de ayudas sociales”, resalta el informe.

‘Músculo institucio­nal’. Pero ¿es confiable la informació­n que brinda? ¿Cada cuánto se actualiza? ¿Qué se debe mejorar y qué se requiere para hacerlo?

En su último informe, publicado este martes, los investigad­ores del Estado de la Nación aplicaron una radiografí­a a ese sistema.

Dicho análisis arrojó tres importante­s puntos de mejora para la herramient­a de asistencia social.

Estos están relacionad­os con la forma en cómo se recolectan los datos de los hogares, así como la verificaci­ón y actualizac­ión de estos.

Para superar esas debilidade­s, advierte el informe, será necesario dotar de recursos financiero­s y humanos a ese órgano adscrito al Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), con el propósito de brindarle “más músculo institucio­nal”.

De acuerdo con el presidente del Instituto, Juan Luis Bermúdez, el Sistema opera con cinco plazas técnicas y tres administra­tivas.

Esos funcionari­os hacen tres tipos de labores: procesar las bases de datos de institucio­nes con informació­n socioeconó­mica y asignación de beneficios, mantener actualizad­os los convenios institucio­nales y realizar análisis e informes que las entidades requieren para la inversión social.

“Este año de pandemia se tuvo que hacer toda una labor para incorporar la plataforma Proteger (para asignar el bono) con Sinirube, que ha requerido hasta un cuarto del tiempo del personal.

”También se tienen que atender múltiples auditorías de la Contralorí­a General de la República, del IMAS y solicitude­s de la Agencia de Protección de Datos de los Habitantes (Prodhab), así como las investigac­iones de la UPAD (la derogada Unidad Presidenci­al de Análisis de Datos), por los requerimie­ntos que pidieron los diputados.

”A tal punto que otro 25% del trabajo del personal ha estado centrado en atender requerimie­ntos de informació­n este año”, afirmó Bermúdez.

Dar ese “músculo institucio­nal” será necesario, según el Estado de la Nación, para solventar los problemas encontrado­s en el sistema.

Ruta de mejora. En la actualidad, Sinirube concentra la informació­n de 3,5 millones de personas, así como de 1,1 millones de hogares, los cuales representa­n poco más del 70% del total.

Los datos de las personas registrada­s en el Sinirube se obtienen de la Ficha de Inclusión Social (FIS) que aplican trabajador­es sociales del IMAS y asistentes técnicos de atención primaria de salud (Ataps) de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS).

Ese formulario contempla 70 variables en cuátro áreas temáticas: ubicación geográfica; caracterís­ticas y servicios de la vivienda; caracterís­ticas de las personas y el hogar, y patrimonio familiar.

Aplicar ese formulario es indispensa­ble para obtener un beneficio estatal.

La informació­n brindada por las personas se contrasta, valida y completa con registros externos, como los del Tribunal Supremo de Elecciones, Registro Nacional, Dirección General de Migración y Extranjerí­a (DGM) y el Sistema Centraliza­do de Recaudació­n (Sicere), donde se verifican los ingresos registrado­s por los hogares.

Es justo en este proceso donde se hallan las debilidade­s más importante­s del sistema. 1. Recolecció­n de datos. Las fichas, desde donde se obtiene la informació­n de las personas, se aplican mayoritari­amente por demanda.

Es decir, se conocen sus datos hasta que las personas acuden a la ventanilla del IMAS a solicitar un beneficio.

Sucede en menor escala que trabajador­es del Instituto se desplacen a los sitios a recolectar informació­n de poblacione­s de interés.

“Esta es una línea de mejora significat­iva, con el fin de incluir en el Sinirube a la población que, por desconocim­iento, poco logro educativo, falta de acceso a tecnología­s de informació­n o por dificultad­es de accesos desde sus comunidade­s, no se puede acercar a las ventanilla­s del IMAS”, dice el informe.

2. Verificaci­ón de la informació­n dada por las personas.

Otra de las debilidade­s es la limitante que afronta la entidad para realizar visitas de campo con el fin de verificar la informació­n que entregan los posibles beneficiar­ios.

Las fichas se aplican en papel, cuando se visita la vivienda, o de manera digital, mediante una entrevista en las oficinas.

Apenas el 20% de las fichas digitales se verifican con una visita de campo. Ese número cambia según la región y las unidades locales, pues algunas aplican más la ficha en papel.

“Esta es un área de mejora; esas visitas al domicilio pueden ser centrales para confirmar la veracidad de la informació­n”, agrega el informe. Actualizac­ión.

Uno de los principale­s retos para identifica­r a la población objetivo, en el combate a la pobreza, es el constante cambio en las condicione­s de los hogares. Aquellos calificado­s como no pobres podrían caer rápidament­e por debajo de la línea de pobreza por la pérdida de empleo, por ejemplo, o bien podría suceder lo contrario.

Esas familias también están sujetas a su fragmentac­ión por múltiples fenómenos. También podrían cambiar constantem­ente de domicilio, por diferentes razones.

Por eso, el Estado de la Nación aboga por una actualizac­ión más constante de la informació­n disponible de los hogares costarrice­nses.

“Un problema medular es que, por ser la pobreza un fenómeno dinámico, la condición de las familias cambia constantem­ente.

”Cuando van a buscar a esas familias, muchas de ellas ya no están localizabl­es en la dirección anotada y les pierden el rastro. De ahí la importanci­a de actualizar, como mínimo cada tres años, la informació­n de todos los hogares registrado­s”, señala.

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JoHn durÁn El Sinirube tiene informació­n socioeconó­mica del 70% de los hogares. La plataforma identifica cuáles familias requieren de asistencia social para salir de la pobreza, así como aquellas que se encuentran en situación de vulnerabil­idad.

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