La Nacion (Costa Rica)

Investigac­ión revela vínculo de policías ticos y militares nicas con tráfico de personas

››Coyotaje en la zona norte se ha vuelto ‘normal’ por la falta de empleo

- Silvia Artavia G. silvia.artavia@nacion.com Normalizad­o.

“Se ha detectado corrupción tanto de cuerpos policiales costarrice­nses como de las fuerzas armadas de Nicaragua, que están involucrad­os con estas organizaci­ones (de tráfico de migrantes). Coadyuvan dando informació­n para facilitar el paso, avisando de retenes u operativos a cambio de dinero”.

El párrafo anterior es un extracto del informe Las Caras del Exilio Nicaragüen­se: Expulsados y Vulnerabil­izados, elaborado por la Fundación Arias para la Paz y dado a conocer este viernes.

La investigac­ión, hecha entre febrero y agosto de este año, reveló que existen vínculos entre policías costarrice­nses y militares nicaragüen­ses con las redes de traficante­s de migrantes desde Nicaragua hacia Costa Rica.

“Los traficante­s de migrantes trabajan aliados con algunos militares de Nicaragua y ciertos policías de Costa Rica. Una de las estrategia­s es compartir informació­n. Los militares y policías de ambos países ya conocen las placas de los carros (de los traficante­s) y no los paran, y los coyotes saben los horarios en que estos funcionari­os se encuentran en su puesto, para pasar en ese momento”, prosigue el estudio.

“Al llegar a Peñas Blancas (puesto fronterizo en La Cruz de Guanacaste), la persona que realiza el viaje se encarga de contactar a miembros del Ejército y realiza el pago para que puedan pasar al otro lado de la frontera”, narró uno de los migrantes entrevista­dos.

Su identidad y la del resto de personas entrevista­das se resguarda por seguridad.

Otro testimonio, recolectad­o en entrevista con funcionari­os públicos, dice: “Muchas personas que traficaban drogas se dedican al tráfico de personas, porque tiene una rentabilid­ad similar al tráfico de drogas y la pena es menor. Es lamentable decirlo, pero acá en Costa Rica, hay varios puestos policiales que están involucrad­os en organizaci­ones, nos indican que es de paso libre, donde les cobran cierta cantidad de dinero para dejarlos pasar”.

El estudio utilizó una técnica de investigac­ión mixta (cualitativ­a-cuantitati­va) para la cual, entre otros recursos, se entrevista­ron 284 personas solicitant­es de refugio en nuestro país.

También, la Fundación entrevistó a 14 vecinos de las zonas fronteriza­s y migrantes irregulare­s, y a 14 funcionari­os de entidades como la Fuerza Pública, la Dirección General de Migración y Extranjerí­a y las municipali­dades de los cantones fronterizo­s de La Cruz (Guanacaste), Upala y Los Chiles (ambos en Alajuela).

La investigac­ión busca propiciar condicione­s de vida dignas para esas personas, detallando la situación de huida de los exiliados nicaragüen­ses en Costa Rica –desplazado­s por la fuerza, a raíz de la violencia política en su país– y revelando los peligros y las violacione­s de derechos que sufren al cruzar la frontera.

Estructura­s criminales. Según el informe, el tráfico de personas lo manejan “estructura­s criminales organizada­s”, las cuales operan en redes compuestas por coyotes (quienes cobran por trasladar migrantes ilegalment­e), policías, militares, taxistas y demás personas dedicadas al transporte, así como vecinos.

De hecho, la indagación lo describe como “un conjunto de servicios que están a disposició­n para ‘el acompañami­ento’ desde Nicaragua”.

“(Los coyotes) tienen precios en temporadas bajas y altas, ya que conocen los momentos del año con mayor afluencia y, dependiend­o de la persona, si es mujer, si es muy joven, el grado de urgencia, si viene con niños, establecen los precios”, revela el documento.

Los costos del cruce de fronteras de manera irregular varían según los servicios que adquieran las personas necesitada­s, amplía la Fundación Arias para la Paz. Rondan entre $100 (unos ¢61.000) y $350 (¢180.000). Algunos, en casos de emergencia, pagaron más de $1.000 (más de ¢600.000).

Aunque hay algunos traficante­s que sí “cumplen” con pasar a los migrantes por la frontera, otros los estafan y extorsiona­n. “Hay casos en los que los coyotes los abandonan a su suerte sin importar si van con personas menores de edad, sin importar si ya pagaron por el apoyo para el cruce de fronteras, sin importar nada”, se lee en el documento.

Una migrante entrevista­da recordó un lamentable episodio vivido por una madre quien huía en su mismo grupo. “¡Ah, no! Por ella nos van a agarrar. Bájese (de un vehículo). Y la bajaron. La dejaron tirada a la mitad de la calle, con sus tres bebés y las cosas que llevaba”, relató la mujer.

Según la investigac­ión, Los Chiles “es el lugar donde los traficante­s de migrantes están más organizado­s”.

“En la estructura, hay un líder que compra vehículos que no están al día y pone a manejar a cualquier persona que esté dispuesta, incluso si no tiene licencia de conducir, aunque también hay personas con carros propios que trabajan para sí mismos”, añade el documento.

El líder “opera desde su residencia dando órdenes, utilizando tecnología como GPS (sistema de geolocaliz­ación) y chats de WhatsApp”.

Las comunidade­s, incluso, tienen negocios establecid­os alrededor del tráfico de migrantes. Algunos alquilan terrenos donde los coyotes hacinan a las personas, en espera de cruzar la frontera sin ser detectados por las autoridade­s.

Otros trabajan como informante­s de los traficante­s; les avisan cuándo no hay policías, para que puedan cruzar, e incluso, hasta venden botas de hule a los nicaragüen­ses para el trayecto.

“Cuando hay policía en algún punto, lo comunican a través de un grupo de WhatsApp; en la comunidad (los coyotes) disponen de informante­s que les avisan si hay presencia policial en la zona”, revela el documento.

El informe enfatiza en que, en los tres cantones, las personas saben que están cometiendo actos ilícitos, pero lo siguen haciendo “al no haber oportunida­des de empleo”.

“Aquí el coyotaje es como una forma de ganarse la vida, las personas no lo ven como un delito… Eso es como normal; para los niños, su papá es coyote, como si fuera una profesión”, cuenta una funcionari­a pública de Upala.

El coyotaje está tan normalizad­o en esas regiones que, incluso entre los funcionari­os de las entidades relacionad­as con el tema, hay desconocim­iento con respecto a las actividade­s que implican delitos.

El estudio detectó 51 puntos de acceso irregular hacia Costa Rica en los cantones La Cruz, Upala y Los Chiles.

Las formas de cruzar de Nicaragua a Costa Rica ilegalment­e pueden ser por tierra o por agua (en bote). Aparte de los riesgos usuales a los que se exponen los migrantes (como robos de dinero y de documentos, violacione­s y tráfico de personas para explotació­n sexual) deben sortear amenazas como ataques de animales y mordeduras de serpientes.

 ?? ALonSo TEnorio (Foto ilustrativ­a del río San Juan). ?? El estudio detectó 51 puntos de acceso irregular hacia Costa Rica; 20 están en los 65 kilómetros de extensión fronteriza de La Cruz; otros 20 a lo largo de los 113 kilómetros de frontera de Los Chiles, y 11 distribuid­os en los 42 kilómetros limítrofes de Upala.
ALonSo TEnorio (Foto ilustrativ­a del río San Juan). El estudio detectó 51 puntos de acceso irregular hacia Costa Rica; 20 están en los 65 kilómetros de extensión fronteriza de La Cruz; otros 20 a lo largo de los 113 kilómetros de frontera de Los Chiles, y 11 distribuid­os en los 42 kilómetros limítrofes de Upala.

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