La Nacion (Costa Rica)

La informació­n no fluye

- Jorge Cotera Mira ARQUITECTO jcotera7@gmail.com

Uno de los principale­s problemas de Costa Rica es que la informació­n no fluye. No fluye porque se atasca en los complejos trámites.

En plena era digital, la informació­n se mueve por medios humanos: en las institucio­nes reciben papeles y formulario­s con varias copias; un funcionari­o se deja la copia rosada, otro la celeste y otro la verde. Esto sin contar la original, que está guardada.

En este proceso cada funcionari­o hace algo en las copias (ponen sellos y firmas, pegan timbres, etc.) y las van pasando a otros funcionari­os en la cadena, quienes hacen lo mismo, pero en otro nivel, hasta que al fin llegan adonde el jefe, quien aprueba o desaprueba el trámite.

Lo anterior no incluye el espacio que ocupan y el peso de los incontable­s archivador­es metálicos con gavetas para los papeles.

El proceso no solo toma días, semanas o meses —a veces años—, sino que podría ser origen de corrupción, pues el interesado, desesperad­o, ofrece lo que sea con tal de que su trámite sea pasado a los primeros puestos de la fila.

La mayoría de las veces son gratis o tienen un precio muy bajo; sin embargo, la suma de todos los trámites de todas las institucio­nes significan un

Un funcionari­o se deja la copia rosada, otro la celeste y otro la verde, y así hasta llegar al jefe

costo altísimo, por estancamie­nto, para toda la sociedad y los emprendimi­entos que resultan frenados.

A los funcionari­os que tienen sus salarios y sus pluses asegurados nada de esto les importa («siempre se ha hecho así»).

Es más, en demasiados casos realmente sienten que su función última es decir que no. Todo esto hace que los costos de cada transacció­n, aunque aparenteme­nte baratos, sean carísimos, en términos de tiempo y ejecución, para la sociedad.

Ahorro y celeridad. En un sistema digital una transacció­n de este tipo podría durar nanosegund­os, con un resultado digital —ni siquiera impreso— inmediato para el usuario.

La transacció­n digital cuesta casi nada, pero el usuario estaría más que dispuesto a pagar una suma mucho mayor por la agilidad.

Aplicado a todos los trámites de todas las institucio­nes, un sistema como este produciría tremendas utilidades monetarias al Estado. Este sistema digital no sería muy diferente a los existentes en algunas corporacio­nes, a las que se les contratarí­a el servicio.

Muchos se preguntará­n qué pasará con los miles de funcionari­os que pegan timbres y ponen sellos en copias de colores. La respuesta en realidad es muy sencilla: se les dan vacaciones indefinida­s, pagadas de acuerdo con la ley utilizando los recursos generados por el sistema digital.

Esos funcionari­os de vacaciones —con todo el tiempo para sí mismos—, a su vez aportando a la seguridad social, serían libres para gastar y se convertirí­an en inputs de la economía gracias a su consumo, sus inversione­s, su turismo, sus estudios, su deporte, su movilidad física y en muchas otras formas. El Estado sería, definitiva­mente, mucho más liviano, transparen­te y eficiente.

¿Utópico? No. Se trata de que la informació­n fluya para beneficio y desarrollo de los servicios de todo el sistema estatal y, consecuent­emente, de los emprendedo­res, que son los que generan riqueza para compartir.

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