La Nacion (Costa Rica)

Banda ancha para ayer

- Roberto Sasso inGeniero roberto@sasso.cr

Una enseñanza de la pandemia es la necesidad de redefinir qué significa banda ancha. Para que una conexión merezca ser llamada de esa manera debe permitir el estudio y el trabajo remotos.

Lo anterior conlleva que la conexión sea simétrica o por lo menos que cuente con suficiente velocidad de subida.

Para que un hogar se considere conectado a través de banda ancha debería operar como mínimo a 50 Mbps en ambas direccione­s; centros educativos y oficinas requieren 10 o 20 veces esa velocidad.

Actualment­e un porcentaje muy pequeño del país posee ese tipo de conexión, resultando, para la mayoría, una experienci­a insatisfac­toria de estudio y trabajo virtual.

El país tiene casi un millón de conexiones mal llamadas de banda ancha porque la gran mayoría si acaso llegan a 10 Mbps de bajada y, con suerte, a 2 Mbps de subida.

Eso se debe a que, a pesar de una eficiente red de transporte (aproximada­mente 35.000 kilómetros de fibra óptica), que ha lidiado satisfacto­riamente con el aumento del tráfico que trajo la pandemia, la red de acceso está prácticame­nte obsoleta.

La red de acceso es el último alambre que llega a los hogares, centros de estudio y oficinas. Cerca de 800.000 son de cobre y coaxial. Solo unos 200.000 son de fibra óptica.

Cobertura requerida.

Costa Rica deberá haber instalado a corto plazo 1.770.000 conexiones de fibra óptica, el equivalent­e al número de medidores eléctricos.

Para lograrlo, será necesario proveer de fibra óptica cerca de 1,5 millones de lugares, para lo cual serán necesarios inversión en infraestru­ctura y órdenes de magnitud menor que la requerida en infraestru­ctura vial para producir un impacto rápido y profundo en el desarrollo del país.

El monto de la adquisició­n dependerá de muchas variables: de si la fibra se instala en postes (sin problemas con los dueños de los postes); de si se sigue una estrategia no discrimina­toria, es decir, fibra en todas partes; y de si se utiliza mano de obra local entrenada para el proyecto. El costo podría rondar los $350 por conexión.

La inversión total ascendería a $550 millones, equivalent­es al 1 % del PIB, y el trabajo podría completars­e en un año, aunque la contrataci­ón precisará mucho más tiempo.

Solicitar un préstamo al Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) o al Banco Mundial, luego buscar la aprobación de la la Asamblea Legislativ­a para después sacar la construcci­ón y operación de la red de acceso a concurso público, sin duda tomará años.

Posibilida­des para acelerar el paso.

Otra alternativ­a sería que el gobierno asuma el desarrollo de esta infraestru­ctura digital, que lleve a un inversioni­sta privado a redactar los términos de referencia para que, utilizando la figura de concesión por iniciativa privada, licite el proyecto de construcci­ón y operación de la red. Sería una vía más rápida, pero no por mucho.

Una tercera alternativ­a es que el operador estatal que mantuvo el monopolio de la telefonía fija, y que está actualment­e perdiendo miles de millones de dólares anuales manteniend­o una red de cobre y centrales de conmutació­n de circuitos (ambos obsoletos), construya la red para deshacerse de la telefonía fija.

Esta parece ser la forma más expedita y además corrige el despropósi­to cometido al concederle el monopolio de algo que iba a estar desfasado a muy corto plazo (la telefonía fija probableme­nte ya estaba caduca cuando se dio la negociació­n).

Ya sea que el operador estatal consiga financiami­ento (contra los ahorros y nuevos ingresos que la red generará) o que un aliado estratégic­o construya la red, el arranque se produciría rápidament­e.

Lo más difícil de conseguir, si el Estado se decanta por esta tercera alternativ­a, quizás sea el acuerdo de ofrecer la red en las mismas condicione­s a todos los proveedore­s del servicio.

Costa Rica deberá haber instalado a corto plazo 1.770.000 conexiones de fibra óptica

Telefónica­s de acuerdo.

Es necesario el consenso para que las conexiones de coaxial instaladas inicialmen­te por proveedore­s de servicio de televisión pagada sean desechadas y, en su lugar, ofrecezcan servicios utilizando la misma red de acceso, terminado así con la duplicació­n de infraestru­ctura que hemos estado sufriendo, la cual, obviamente encarece los costos de todos. Este esquema también reduce drásticame­nte el valor de cambiar de proveedor, pudiendo incluso tener diferentes empresas que brinden diferentes servicios, todas compartien­do la misma red de acceso en un solo cliente.

De concretars­e, se logrará una marcada tendencia a la reducción de precios gracias a la competenci­a (algo similar a la portabilid­ad numérica en la telefonía celular).

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