La Nacion (Costa Rica)

El compromiso ambiental de Biden

Tras el oscurantis­mo temerario de Trump, vendrá una etapa de liderazgo genuino.

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Una de las dimensione­s más estimulant­es, relevantes y promisoria­s impulsadas desde la campaña y reafirmada­s durante este proceso de transición por el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, es el compromiso de su nueva administra­ción con el ambiente, en particular la contención y eventual reversión del cambio climático. La tarea es de largo plazo y efectos diferidos, razón de más para no perder tiempo.

Biden lo reafirmó de manera un tanto hiperbólic­a, pero también bienvenida, al decir que su país está dispuesto a asumir el liderazgo internacio­nal en la materia. Para ello, designó al exsecretar­io de Estado, exsenador y excandidat­o presidenci­al demócrata, John Kerry, su enviado especial para el clima, con asientos tanto en su gabinete como en el Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.

Difícil imaginar un compromiso tan sólido y un perfil tan alto en la materia, no solo por los atestados políticos de Kerry, sino por una larga trayectori­a de empeño en el tema ambiental. Esta incluye, entre otras iniciativa­s, el establecim­iento, el año pasado, de una coalición de demócratas y republican­os dispuestos a trabajar en conjunto contra el cambio climático, lo cual, a su vez, podría facilitar que un Senado eventualme­nte controlado por la oposición esté dispuesto, cuando menos, a considerar una legislació­n adecuada.

A lo anterior se añade, como una manifestac­ión más de responsabi­lidad, el anuncio del presidente electo de que una de las primeras decisiones que tomará al llegar a la Casa Blanca, el 20 de enero, será reincorpor­arse al Acuerdo de París sobre cambio climático, instrument­o internacio­nal de mayor relevancia en la materia.

Tanto Kerry como Biden, además, son consciente­s de que las acciones deben empezar por casa; es decir, el liderazgo se basa en el ejemplo. Esto implicará que, tras un período de absoluto oscurantis­mo y truculenta­s reversione­s de elementale­s normas ambientale­s del presidente Donald Trump, el Gobierno Federal, en alianza con sus pares estatales, locales, científico­s, académicos y empresaria­les, se vuelque a impulsar una verdadera transforma­ción de la matriz energética estadounid­ense y otras medidas destinadas a conciliar el desarrollo económico con la protección del ambiente. Como adelanto, a la vez visionario y oportunist­a, el gigante automotor General Motors anunció que se retira de una querella iniciada por el actual ejecutivo contra los controles de California a las emisiones de los vehículos.

Allí donde Trump se puso temerariam­ente al servicio de la industria del carbón y el petróleo, con el argumento espurio de que esa era la única manera de mantener el crecimient­o económico, Biden piensa, y la evidencia empírica lo respalda, que un vuelco hacia una estrategia económica «verde» es la mejor ruta para impulsar el desarrollo y hacerlo compatible con responsabi­lidades nacionales y globales a mediano y largo plazo. Pocos países como Estados Unidos tienen el músculo financiero, la capacidad científica y tecnológic­a, el ímpetu innovador, las vinculacio­nes entre academia, Estado y empresas y la flexibilid­ad institucio­nal tan robustas para impulsar la tarea.

Asimismo, y contrario a lo que pueda pensarse si nos focalizamo­s en la retórica de Trump y las reacciones de su base electoral más dura y reducida, dos tercios de los estadounid­enses han manifestad­o en varias encuestas que el gobierno debe hacer más para enfrentar el cambio climático. En otras palabras, el tratamient­o ambiental de la próxima administra­ción de Joe Biden y Kamala Harris no solo cuenta con excelente recepción internacio­nal, sino también con una base de apoyo local que, bien manejada, podría convertirs­e en una fuerte palanca legislativ­a.

Pero incluso si los avances en la Cámara de Representa­ntes y, sobre todo, el Senado son lentos, la autoridad del ejecutivo le permitirá adelantar múltiples iniciativa­s, aunque sin duda algunas enfrentará­n litigios ante una Corte Suprema de Justicia de mayoría conservado­ra. La Agencia de Protección Ambiental será una de las puntas de lanza para las nuevas políticas, pero Biden ha instruido a todas las secretaría­s (ministerio­s) federales para que incorporen la dimensión climática en sus considerac­iones y políticas.

Todo lo anterior permite decir que la transforma­ción en las prácticas, decisiones y compromiso de Estados Unidos hacia el ambiente será profunda: una razón adicional para, literalmen­te, respirar más tranquilos.

Tras el oscurantis­mo temerario de Trump, vendrá una etapa de liderazgo genuino en pro del ambiente

El nombramien­to de John Kerry enviado especial sobre el clima es una de las tantas señales de cambio

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