La Nacion (Costa Rica)

Desempleo provocado por pandemia dispara ventas callejeras en la capital

› Policía municipal registra aumento de desocupado­s ‘temporales’

- José Andrés Céspedes jose.cespedes@nacion.com

El incremento del desempleo provocado por la pandemia de la covid-19 obligó a cientos de personas a enrolarse en el negocio de las ventas ambulantes o llamadas actividade­s de la calle.

La Policía Municipal de San José confirmó que el comercio ilegal se disparó en ese cantón y que incluso surgió un nuevo grupo de mercaderes informales.

“Tenemos algunos trabajador­es en la calle que no se reconocen como vendedores ambulantes, sino como desemplead­os temporales por la pandemia”, afirmó Marcelo Solano, director de ese cuerpo policial.

Ahora, las aceras josefinas están repletas de productos relacionad­os con la emergencia sanitaria como mascarilla­s, botellas de alcohol y remedios naturales de dudosa procedenci­a.

Los alrededore­s de los hospitales son los sitios que registran un mayor incremento de esta actividad. Solano no duda en atribuir esta situación a la pérdida de trabajo.

De acuerdo con la pasada Encuesta Continua de Empleo (ECE), la tasa de desempleo de Costa Rica alcanzó el 22% entre los meses de mayo y julio del 2020.

En números absolutos, lo anterior significa que en ese momento había 557.000 personas sin ocupación, lo cual representa 270.000 individuos más respecto al mismo periodo del año pasado.

El jerarca policial sostuvo que el fenómeno no solo es percibido por las autoridade­s, sino que también es reportado por la población mediante redes sociales, correos electrónic­os y llamadas telefónica­s.

Detalló, por ejemplo, que los comerciant­es capitalino­s han planteado decenas de quejas debido a la competenci­a desleal que representa­n los vendedores ambulantes.

Tal situación difiere con lo ocurrido en los meses de abril, mayo y junio cuando, según Solano, las calles estaban prácticame­nte vacías por las restriccio­nes sanitarias.

“En esos meses, la cantidad de decomisos fue muy poca, pero hoy es cierto que la dinámica de la venta ambulante está totalmente activa”, aseveró Solano.

De la estabilida­d a la calle. La secretaria general del Sindicato de Trabajador­es Ambulantes y Afines (Sitrafines), Esther Durán, dice que han notado mucho vendedor nuevo en la calle, principalm­ente desemplead­os.

“Un montón de gente que trabajaba, se quedó sin empleo y está en la calle. Mucho vendedor nuevo, tanto nicaragüen­se como costarrice­nse, hay un montón”, aseguró.

Durán, quien también realiza ventas ambulantes, dice que ella lleva mucho tiempo trabajando en diferentes puntos de la capital y que reconoce cuando no son vendedores viejos.

“En el bulevar de la calle 4, por el Parque Central, hay mucha gente nueva que yo hasta me he quedado extrañada. Les pregunto y me dicen: ‘yo me quedé sin trabajo y adopté por tirarme a la calle’”, agregó.

La Secretaria de Sitrafines relató el caso de un hombre no vidente que fue despedido de una empresa grande de artículos para el hogar y que ahora vende productos por el McDonald’s del Parque Central.

Destacó que el señor siempre se encuentra acompañado de una mujer, quien le ayuda a realizar las ventas.

Asimismo, mencionó otro caso de una señora extranjera que trabajaba como empleada doméstica y que, luego de ser despedida, salió a la calle a vender tamales.

Reclamos de comercios. Tres comerciant­es capitalino­s, que solicitaro­n reservar su identidad, dijeron a La Nación que el fenómeno de la venta ambulante es algo permanente, sin importar las condicione­s.

La administra­dora de la Joyería Milena afirmó que este es un “problema” que siempre está y nunca acaba. “Aquí en este momento puedo ver tres vendedores al frente de la tienda”, mencionó.

La mujer considera que las acciones de la Policía Municipal no son suficiente­s para desestimul­ar esa actividad y que las persecucio­nes que les hacen a los vendedores no son eficaces.

“A veces uno hasta que se siente más bien incómodo de ver que ellos salen corriendo y dan la vuelta a la cuadra y luego llegan y se paran ahí mismo donde estaban”, manifestó.

Destacó que la atención de

las autoridade­s debería ser mejor porque hasta tienen identifica­dos a los vendedores gracias a las cámaras en las calles.

Por su parte, el dueño de la Tienda Simón, ubicada en plena avenida central, comentó que siempre tratan de evitar cualquier inconvenie­nte con los trabajador­es informales.

“A la tienda no le sirve echarse a esa gente encima porque (los vendedores) son capaces de cualquier cosa”, alegó el gerente de este negocio departamen­tal de prendas de vestir y telas.

Otro trabajador, quien tiene una pequeña venta de dispositiv­os para celulares en Calle 10, entre avenidas primera y tercera, sostuvo que no es justo competir con las ventas de la calle.

“A veces uno tiene algo a ¢2.000 y ellos lo tienen a ¢500, pero muy posiblemen­te de mala calidad o traído ilegalment­e, aunque eso no importa porque los clientes prefieren lo barato casi siempre”, dijo.

Pesa más la necesidad. El director de la Policía Municipal de San José señaló que para muchos trabajador­es informales pesa más la necesidad que el peligro de contagiars­e de la covid-19.

“En las últimas semanas, ellos mismos nos han informado que han debido regresar a las calles porque es la única manera de conseguir recursos económicos.

”Algunos comités municipale­s de emergencia han colaborado en casos de pobreza extrema o de alguna situación familiar difícil, pero estas ayudas se dan una única vez y ya esos diarios se gastaron”, indicó el funcionari­o.

Entre los ambulantes hay todo tipo de personas: adultos mayores, madres solteras, niños, adolescent­es, extranjero­s, jefes de hogar y desemplead­os.

Uno de ellos es Ernesto Antonio Marín Loaiza, de 65 años, quien todos los días sale a vender maní y paquetes de papas, yucas y plátanos, a ¢100.

Este vecino de San Rafael de Moravia, San José, se ha dedicado a esta actividad desde hace dos décadas y recorre las calles de la capital sin importar el calor, la lluvia o el cansancio.

“Vendo papas con sabor a pollo, plátanos salados y yucas en barbacoa”, contó el adulto mayor a La Nación.

Marín Loaiza afirmó que se tuvo que dedicar a este tipo de labor informal luego de sufrir un accidente durante el embate del huracán César, que azotó Costa Rica en julio de 1996.

“Después del huracán, hubo deslizamie­ntos de tierra y yo quedé atrapado en uno. Entonces, quedé sin caminar y estuve a punto de perder mi casa”, relató el trabajador, quien, a pesar de todo, logró salir adelante con sus ventas.

Restriccio­nes suben demanda.

El Observator­io del Comercio Ilícito (OBCI), de la Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR), confirma que la situación económica actual, generada por la pandemia, ha detonado los mercados ilegales.

Dicha entidad advierte de que la venta autorizada de productos se ha visto contraída debido a las limitacion­es en horarios y demás por las restriccio­nes sanitarias en los comercios.

Señala que esto impulsa a que las personas consuman productos ilícitos, que, al no cumplir los requerimie­ntos sanitarios y fiscales, se colocan en el mercado informal con precios mucho menores.

Esta es la realidad que enfrentan bienes como medicament­os, licores, cigarros, cosméticos, prendas de vestir y lotería; bastante comunes en las ventas ambulantes.

Dicha práctica genera riesgos a la salud, pérdida de ingresos fiscales en Hacienda, aumento de la insegurida­d social, competenci­a desleal, cierre de negocios y más desempleo.

Jairo Mena Arce, director del OBCI, afirmó que “el principal detonante del comercio ilícito son las trabas que existen en el país para colocar productos en el mercado de manera lícita y operar dentro de la formalidad; no es coincidenc­ia que los productos con mayor mercado ilícito son lo que tienen las mayores cargas impositiva­s”.

La CCCR recomienda mantener un control minucioso en las fronteras, ya que el 99% de los productos transados en el mercado ilícito nacional son importados y, en su mayoría, ingresan por tierra.

“EN EL BULEVAR DE LA CALLE 4, POR EL PARQUE CENTRAL, HAY MUCHA GENTE NUEVA QUE YO HASTA ME HE QUEDADO EXTRAÑADA. LES PREGUNTO Y ME DICEN: ‘YO ME QUEDÉ SIN TRABAJO Y ADOPTÉ POR TIRARME A LA CALLE’”.

Esther Durán Secretaria general de Sitrafines

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RAFAEL PACHECo Vendedores ambulantes y personas que cotidianam­ente se instalan en las calles y avenidas de la capital, se exponen todos los días al contagio de la covid-19. La difícil situación económica, admiten algunos de ellos, los obliga a “jugársela” para tratar de llevar algo de dinero a sus casas.
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PACHECo La avenida central es el principal punto de encuentro de los vendedores ambulantes en todo San José.rAFAEL

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