La Nacion (Costa Rica)

Industria aeroespaci­al: un sueño hecho realidad

- Andrea Jiménez Fernández INGENIERA BIOMÉDICA andreajf94@gmail.com

Esta historia comienza en Montenegro de Bagaces, en una casa que por las noches se alumbraba con candelas. Mi casa estaba llena de colores, animales y texturas. Cosas que quizás alentaban la imaginació­n de una niña pequeña. Pero aunque ustedes no lo crean, la magia no sucedía en el día, sino en las noches. Cuando los zancudos no nos obligaban a correr a la casa en busca de refugio, veíamos el cielo durante muchas horas.

Ininterrum­pidas gracias a la ausencia de luz a lo largo de muchos kilómetros, nuestras noches para ver el espacio eran, sin duda alguna, las más impresiona­ntes.

Vivir en un mundo que quizás solo es puesto en frases por Gabriel García Márquez fue el detonante de una gran aventura: el amor por la ciencia.

Una noche, la primera vez en que vimos la estación espacial internacio­nal pasar por nuestras cabezas, esa niña un poco rara e imaginativ­a puso su corazón en el espacio. Creer que las personas pueden ir al espacio, entender el poder de la tecnología espacial en los instrument­os tecnológic­os utilizados en nuestras vidas y soñar con ser parte de alguna forma de este tipo de desarrollo­s es lo que inspiró a las muchas científica­s, matemática­s, ingenieras y tecnólogas del país.

Astronauta­s e ingenieras.

Yo soy ingeniera biomédica, profesión que podría considerar­se muy alejada del espacio, pero cada paso que he dado ha sido para llevarme a una meta más grande: crear dispositiv­os que permitan la vida fuera del planeta de forma sostenible y entendiend­o que todos los inventos desarrolla­dos para funcionar en el espacio también beneficiar­án a las personas en la Tierra en gran manera.

Es el espacio el que nos da la ilusión a miles de niñas de ser astronauta­s o ingenieras, de ser grandes científica­s y explorar otros planetas.

Es el espacio lo que nos da la chispa que nos hace perder el miedo a lo desconocid­o, a la ciencia, a lo nuevo. Esa ilusión no nos dirige a todas a trabajar en temas espaciales; algunas deciden laborar en la producción de brasieres inteligent­es que previenen el cáncer de mama, en modelos matemático­s para crear algoritmos, en negocios y emprendimi­entos, en conocer y salvar los océanos, en sueros antivirale­s, en crear el software necesario para almacenar los datos del censo de todo un país o tantas otras ramas.

Hace un par de años, fui invitada a una pasantía en la NASA; lamentable­mente, no pude ir porque no existe convenio para tal fin, y por ser la NASA una agencia gubernamen­tal es sumamente difícil para un extranjero obtener un cupo para estancias de investigac­ión.

Puedo decir sin ninguna duda que fue uno de los momentos más tristes en mi carrera profesiona­l y yo, la niña que soñó con ser científica, decidí dejarlo temporalme­nte hasta volver a tener la inspiració­n necesaria para intentarlo de nuevo.

Trabajo de Sandra Cauffman.

El profesor Bruce Callow me mencionó hace un par de meses el arduo trabajo que tiene Sandra Cauffman, costarrice­nse directora del Departamen­to de Ciencias Terrestres en la NASA.

Ella sabe la importanci­a de la ciencia aeroespaci­al para las niñas y los niños costarrice­nses, y ha inspirado a muchísimas mujeres de este país —incluida yo— y tiene en sus manos el convenio i2 listo para ser firmado por el gobierno desde hace más de cinco años.

Ese convenio facilitarí­a a los estudiante­s las pasantías en la NASA y ser la puerta de inspiració­n de miles de futuras ingenieras y futuros ingenieros.

Por lo tanto, decidí darle seguimient­o a este acuerdo y encontrar el mecanismo legal para que pueda ser firmado. El doctor Adolfo Chaves, coordinado­r del laboratori­o de sistemas espaciales del Tec, me contó acerca del proyecto de ley mediante el cual se crearía la Agencia Espacial Costarrice­nse.

Costa Rica cuenta con dos instrument­os sumamente poderosos a su alcance: el convenio i2, para que los estudiante­s costarrice­nses accedan a estancias en la NASA, y la posibilida­d de tener nuestra propia agencia espacial para firmar dicho convenio.

Como les conté antes, hay un poder de inspiració­n en el espacio que puedo asegurar es de los más fuertes que existen en el mundo de la ciencia.

Números prometedor­es.

Aunque considero que la inspiració­n, los sueños y el poder de la educación científica en el futuro de las niñas y de los niños del país es lo fundamenta­l, los números sustentan las decisiones.

Se espera que el valor de mercado de la industria aeroespaci­al ascienda a $1,4 millones de billones en el 2030. ¿Se imaginan lo que significar­ía para la economía costarrice­nse tener un clúster aeroespaci­al de esa magnitud? Tener los profesiona­les y mecanismos estatales para que Costa Rica se presente como un país de inversión en la industria es ser parte del desarrollo económico del futuro.

Así como nos promociona­mos hace unos años como una nación capacitada para atraer inversión de la industria médica, que actualment­e representa cerca del 6,3 % del PIB nacional y genera cuando menos el 8 % del empleo, podríamos igualmente generar y diversific­ar fuentes de trabajo utilizando el convenio y la agencia espacial como palanca.

La tendencia desde los años noventa es el crecimient­o del estudio de carreras de ingeniería. Sabemos que existen muchas causas por los cuales los estudiante­s deciden estudiarla­s, pero me gustaría compartirl­es un pequeño dato.

La primera misión de Franklin Chang Díaz como astronauta fue en 1986. La tendencia más marcada en crecimient­o de los estudios de ingeniería comenzó en 1999.

Es decir, que 13 años después todos los niños que fueron entusiasma­dos por ese hecho histórico son capaces de influir directamen­te en el incremento de titulacion­es en ingeniería.

¿Cuando comenzó Sandra Cauffman a promover la ciencia, la ingeniería y la tecnología en Costa Rica? Ella comenta que probableme­nte en 1998, cuando regresó al país por primera vez después de su partida.

En 1999 el promedio de mujeres en ingeniería comenzó a crecer, pero aún hoy son pocas. Si viéramos más costarrice­nses en la industria aeroespaci­al, ¿aumentaría la cantidad de graduadas en Ingeniería? Yo creo que sí. Fuimos de los primeros países en tener luz eléctrica y pioneros en sostenibil­idad y desarrollo de suero antiofídic­o, entre otras cosas. Es hora de que seamos un país del primer mundo, porque tenemos el potencial para serlo.

El espacio nos da la ilusión a miles de niñas de ser astronauta­s o ingenieras y explorar otros planetas

 ?? SHUtterstO­cK ??
SHUtterstO­cK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica