La Nacion (Costa Rica)

El método Merkel y la política local

- Cecilia Cortés Quirós ceciliacor­tes668@gmail.com

La física es un indiscutib­le modelo para la pléyade de aspirantes presidenci­ales costarrice­nses

La canciller de Alemania, Angela Merkel, dejará el cargo en octubre, tras cuatro mandatos consecutiv­os, es decir, dieciséis años al frente del gobierno de una de las naciones más poderosas del planeta, factor de estabilida­d y equilibrio político y económico en el sistema y la geopolític­a internacio­nal.

De ella, dijo el sociólogo Ulrich Beck, que su estilo componedor la ayudó a llegar a ser la máxima líder de Europa. La consultora Eurasia, por su parte, asegura que, sin las habilidade­s políticas de Merkel, la Unión Europea se habría enfrentado a una división interna sin precedente­s, con Polonia y Hungría, por un lado, y, los demás 25 Estados miembros, por el otro; también estuvo en riesgo la unidad de Francia y Alemania, con sus puntos de vista opuestos sobre el futuro de Europa.

La reciente biografía de la canciller, subtitulad­a La física del poder, en alusión a su formación en física, de la que posee un doctorado obtenido con las máximas calificaci­ones en la Universida­d de Leipzig, relata cómo su formación en una ciencia exacta fue fundamenta­l en la configurac­ión del carácter y el desempeño de la gobernante.

Así, no toma ninguna decisión sin antes aplicarle el método científico y asegurarse de los pros y los contras de diferentes escenarios para resolver situacione­s. Opina que solo por medio del conocimien­to de todos los detalles de un proceso es posible tener el control de la situación.

Testigo de la historia. La primera etapa de su vida, hasta graduarse en la universida­d, transcurri­ó por azares del destino en la Alemania comunista, en un pequeño poblado llamado Templin, adonde su padre, pastor protestant­e, fue enviado a hacerse cargo de la iglesia local. Vivir en un sistema autoritari­o y ser testigo de la caída del muro de Berlín, en 1989, fueron otros acontecimi­entos de orden mundial que terminaría­n de solidifica­r la personalid­ad de Merkel. Eso le enseñó a ser discreta, limpia, cuidadosa y celosa de su privacidad como máximas de superviven­cia.

A partir de ahí, participó directamen­te en el proceso de reunificac­ión alemana como primera diputada en el primer Parlamento, en 1990. En esa década fue promovida por Helmut Kohl a ministra para la mujer y la juventud y, luego, ministra de medioambie­nte.

En el 2002 volvió al Parlamento y fue presidenta de su partido, la Unión Democristi­ana. El 22 de noviembre del 2005 fue la primera mujer canciller y jefa de Gobierno de Alemania, teniendo que conformar en sus mandatos coalicione­s con los partidos socialdemó­crata y el liberal, lo que denota su enorme habilidad para la negociació­n de acuerdos políticos de gran envergadur­a.

Vocación de servicio. Se autodefine como la primera empleada de la nación, y se caracteriz­a por su pragmatism­o, aunque eso implique flexibilid­ad ideológica, lo que se vio en las graves crisis de refugiados sirios, así como el uso de energía nuclear que pusieron a su país y a Europa en jaque.

Lo que se ha llamado el método Merkel para gobernar incluye, entre otras cosas, la inexorabil­idad, el acatamient­o inflexible de las normas y, si no está de acuerdo, el seguimient­o de la legalidad para cambiarlas, la incorrupti­bilidad y la gobernabil­idad como sinónimo de servicio.

Con vistas a los comicios nacionales del 2022, vivimos una proliferac­ión de precandida­turas presidenci­ales variopinta­s y para todos los gustos, por lo que vale la pena poner en perspectiv­a el significad­o de aspirar a desempeñar la primera magistratu­ra del país, porque mucho de lo que vemos en el horizonte son ocurrencia­s cantinfles­cas.

No pocos quedamos estupefact­os por la ligereza irreflexiv­a con que surgen aquí y allá precandida­tos a la presidenci­a, lo cual pone de manifiesto la devaluació­n que la política ha tenido en las últimas décadas.

Nos ha tocado presenciar, penosament­e, desde un candidato bailando buguibugui en una tarima hasta lamentar que hace rato en el país cualquiera llega a ser diputado, ministro, embajador o presidente de la República sin tener las credencial­es mínimas para un buen desempeño: el saber técnico (sólida formación académica) y el saber gestionar (habilidade­s blandas), así como el respeto irrestrict­o por los valores y principios éticos.

En medio de este turbio panorama político nacional, la figura de la canciller Angela Merkel es un indiscutib­le modelo del que la pléyade de aspirantes presidenci­ales novatos, y a veces hasta sin gusto y glamur, tienen mucho que aprender.

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