La Nacion (Costa Rica)

La paradoja de mirar al cielo sin los pies en la tierra

- ACADÉMICO E INVESTIGAD­OR José Rodrigo Rojas M. yoyi66@yahoo.com

La creación de la Agencia Espacial Costarrice­nse (AEC) es sin duda una gran oportunida­d, una ambiciosa idea, que podría en el futuro cristaliza­r el sueño aeroespaci­al de muchas niñas y muchos niños y adolescent­es nacionales y de la región centroamer­icana.

No obstante, el éxito va más allá de la aprobación, requiere financiami­ento, infraestru­ctura y un desahogo económico que el país no tiene por el momento.

El artículo cuatro de la iniciativa señala una serie de funciones, entre estas desarrolla­r investigac­ión e innovación tecnológic­as para la solución de problemas de la humanidad.

Parece un contrasent­ido elevar al espacio la capacidad nacional para dar soluciones, cuando localmente nadamos en graves problemas estructura­les que tienen al país sumergido en una crisis social y ambiental.

Queremos sumarnos a la resolución de desafíos globales, pero somos incapaces de reducir nuestra huella de carbono, de detener el aumento de las emisiones de gases de efecto invernader­o o de disponer adecuadame­nte de la basura que contamina ríos y playas.

Antes de pensar en financiar la agencia, con aportes de las institucio­nes públicas no financiera­s, es urgente tapar

Nadamos en graves problemas que tienen al país sumergido en una crisis ambiental y social

el hueco fiscal, mejorar el empleo y la calidad de vida de los habitantes.

¿Cómo pedir más si las institucio­nes públicas ya no resisten? Otro nuevo intento de imposicion­es financiera­s elevará a la estratosfe­ra el disgusto nacional y multiplica­rá anticuerpo­s contra la AEC.

Candil en la calle, oscuridad en la casa. La AEC es parte de un plan visionario global en el que oportuname­nte Costa Rica debe participar.

Sin embargo, antes de toda investigac­ión espacial, era preciso resolver los pasivos ambientale­s, sociales, legales, financiero­s y económicos que nos delatan como incapaces de afrontar los retos actuales.

No podemos ser candil en la calle y oscuridad en la casa, pues nuestro modelo de desarrollo nacional es insostenib­le y la forma como gestionamo­s el territorio es inadmisibl­e.

Seguimos deterioran­do los recursos naturales continenta­les y marinos y los servicios ecosistémi­cos. Nuestra forma de vivir raya en la inconstitu­cionalidad y riñe contra el artículo 50 de nuestra carta magna.

El capítulo sobre armonía con la naturaleza, del último Informe Estado de La Nación (2020), o el Segundo informe nacional voluntario de objetivos de desarrollo sostenible Costa Rica 2020, del Mideplán, nos recuerdan el rezago que tenemos en el desempeño y cumplimien­to de metas de la agenda 2030 y que nuestros instrument­os de política (convenios, leyes, decretos) siguen desconecta­dos de acciones para una agenda de progreso igualitari­a y sostenible.

Salvemos nuestro microcosmo­s. Antes de acoplarnos a la exploració­n espacial de recursos fuera del planeta, es prioritari­o poner los pies en la tierra y ayudar a frenar el cambio climático, la desertific­ación y la pérdida de hábitats esenciales.

Es urgente volver a soluciones basadas en la naturaleza y procurar que la ciencia, tecnología e innovación sean las rutas hacia el desarrollo justo, inclusivo, democrátic­o y resiliente.

Soñar con la conquista ultraterre­stre requiere un buen desempeño del principio básico de la ética humana: cuidar la única nave que tenemos para viajar por el espacio. Este microcosmo­s llamado Costa Rica espera pasajeros que aún no han nacido.

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