La Nacion (Costa Rica)

Lección de Talamanca

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La experienci­a con las remuneraci­ones en una de las municipali­dades más pobres es un manual para la redacción de una ley de empleo público.

La Municipali­dad de Talamanca es autónoma y está exenta de la regla fiscal cuando dispone de recursos «propios». En uso de tan amplias facultades y en cumplimien­to de diversas leyes, el Concejo retribuye a sus funcionari­os con mucha generosida­d. En algunos casos, los salarios no tienen rival en la Administra­ción Pública.

Talamanca es una de las comunidade­s más pobres del país; sin embargo, su alcalde gana ¢5,6 millones, es decir, ¢800.000 más que el presidente de la República. Parece excesivo, mas no tanto cuando se considera el sueldo de un encargado de maquinaria pesada en la municipali­dad. En abril del 2020, ese salario llegó a ¢4,6 millones, claro está, incluido el pago de horas extraordin­arias. Ese ingreso está ¢200.000 por debajo del asignado al mandatario, aunque supera en más de dos veces y media el del ministro de Hacienda (¢1,7 millones).

El mismo ayuntamien­to se distingue por tener la secretaria mejor pagada del régimen municipal, con un sueldo promedio de ¢2,6 millones, pero otra funcionari­a, en el mismo puesto, gana ¢501.000. El contador privado mejor pagado de todas las municipali­dades (¢4,2 millones en promedio) también trabaja en Talamanca, mientras su homólogo de Atenas gana ¢480.000. Al parecer, en Talamanca las cuentas son complejas, porque también hay una contadora pública remunerada con ¢4,1 millones.

En suma, los salarios no guardan relación con el resto de la función pública ni con la remuneraci­ón de puestos similares en otras municipali­dades. Tampoco hay coherencia en el propio Concejo de Talamanca. El ayuntamien­to explica las disparidad­es y excesos como consecuenc­ia de «diversos pluses», muchos de ellos incorporad­os a la convención colectiva.

El caso de Talamanca tiene mucho de caricatura. Su cuarta posición entre las municipali­dades con mayores salarios contrasta con la pobreza de los habitantes, el puesto 80 (penúltimo) en el índice de desarrollo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el segundo lugar en el ranquin de desigualda­d y una de las peores calificaci­ones en el índice de gestión municipal elaborado por la Contralorí­a General de la República.

Pero Matina, con el más bajo indicador de desarrollo, paga los salarios promedio más altos del régimen municipal (¢1.394.776) y Quepos aparece de quinto en la lista, con ¢927.809, apenas ¢3.492 menos que Talamanca. No obstante las disparidad­es y el alto monto de los salarios promedio en muchos otros ayuntamien­tos, Talamanca destaca como ejemplo insuperabl­e de la urgencia de una ley de empleo público sin la pretendida excepción municipal y sin otras salvedades.

El caso de Talamanca destaca entre muchos ejemplos a mano para desacredit­ar el argumento de la supuesta desigualda­d creada por el proyecto de ley. Vista a la luz de las planillas de los gobiernos locales, en particular el de Talamanca, la objeción suscita una sonora carcajada. Las desigualda­des existen en toda la Administra­ción Pública, son graves y más bien acreditan la urgencia de la ley, entre cuyos objetivos está la equidad. El texto no la impone de golpe porque implicaría una súbita e incosteabl­e erogación, pero establece la ruta para conseguirl­a: los salarios menores al global crecerán hasta alcanzarlo, de conformida­d con las reglas vigentes. Los superiores se mantendrán mientras el global los alcanza a ellos.

La experienci­a de Talamanca, singular por el grado de abuso, pero no única, es un manual para los legislador­es. Los excesos e inequidade­s son enormes en el todo el Estado, en cada una de sus ramas, en el seno de las institucio­nes y hasta en los despachos que las componen. Contrastan con las necesidade­s y aspiracion­es de la comunidad, desacredit­an la institucio­nalidad y se deben a causas confesadas con toda candidez por los propios funcionari­os municipale­s: «Diversos pluses», muchos de ellos incorporad­os a las convencion­es colectivas. No podría haber mejor plan de trabajo.

La experienci­a con las remuneraci­ones en una de las municipali­dades más pobres del país es un manual para la redacción de una ley de empleo público

Matina paga los salarios promedio más altos del régimen municipal (¢1.394.776) y Quepos aparece de quinto, con ¢927.809, es decir, ¢3.492 menos que Talamanca

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