Penoso espectáculo
El trámite legislativo del proyecto de ley de Empleo Público ha mostrado, con descarnada claridad, los penosos espectáculos que, en Costa Rica, suelen terminar siendo los procesos de diseño e implementación de políticas públicas y, aún más preocupante, la discusión política generada alrededor de ellos.
Esta reforma es el cambio más significativo de las últimas décadas y, la transformación más profunda que contendrá el legado de la actual administración. A pesar de que el momento histórico ha teñido su discusión de tintes fiscalistas lo que se propone es mucho más significativo, pues es una transformación que asegura, primero, que las instituciones públicas puedan atraer el talento necesario; y, en segundo término, introduce orden, pero sobre todo justicia, al reducir inequidades derivadas de una distribución ilegítima que opaca a la ciudadanía del poder de negociación entre grupos de interés.
Pese a lo que significa, la discusión legislativa de esta importante reforma ha resultado, siendo benévolos con el uso de los adjetivos, penosa.
En una sociedad sumamente polarizada algunas fuerzas políticas que pretenden alcanzar el poder usan la frustración e indignación de la ciudadanía han querido desfigurarla presentándola como una reforma reivindicadora de lo privado frente a lo público, como un ajuste de cuentas del ciudadano frente al burócrata causante, junto al Estado, de todas las calamidades posibles.
Ante esto, tampoco han sido de gran ayuda la forma en como los intereses sindicales y de las altas burocracias se han comportado, pues lejos de ocuparse y preocuparse por el valor colectivo que contribuyen a crear han adoptado el discurso panfletario, la mentira descarada, la postura ideológica y, tristemente, una interpretación manipulada de los hechos y del marco institucional para vetar la transformación.
En medio de esta hoguera de intereses y vanidades y de una profunda crisis de representación, algunos en el Legislativo no han contribuido en nada a la búsqueda de equilibrio y coherencia; ya sea porque introducen cambios sin sentido al contenido del proyecto o, en el peor y más triste de los casos, simplemente sirven de reproductores y amplificadores de la campaña de desinformación y manipulación de los grupos de interés. jlarce@fcscapital.cr