La Nacion (Costa Rica)

Declarator­ia de emergencia educativa

- Silvia Hernández Sánchez

dIPUTada

Respetuosa de la división de poderes, envié al Ministerio de Educación Pública el borrador de la declarator­ia de emergencia nacional educativa, con el fin de canalizar recursos y esfuerzos de diferentes institucio­nes para que atiendan las deficienci­as en los centros educativos y que todos los estudiante­s vuelvan a las aulas.

La calidad de la educación es preocupant­e y el panorama para los jóvenes será poco alentador si no luchamos por su permanenci­a en el sistema educativo. Garantizar­les el regreso a clases presencial­es es el primer paso en esa dirección, y por eso debe ser una prioridad.

En vista de que el sistema educativo es deficiente y está plagado de desigualda­des, urge redoblar el empeño para que las brechas ya existentes no se conviertan en abismos irreparabl­es para esta generación.

La educación no debe pasar a un segundo plano. La inacción significar­ía indiferenc­ia y complacenc­ia ante la creciente desigualda­d y las violacione­s a los derechos de la niñez.

Debemos colocar la educación en el centro del debate nacional. La emergencia educativa debe atenderse con el carácter de urgencia que merece.

En el sistema educativo, particular­mente, las brechas existentes se ensancharo­n por la suspensión del curso lectivo. A mediados del 2020, el Ministerio de Educación Pública (MEP) perdió el rastro de 90.000 estudiante­s y 324.000 carecieron de acceso a la virtualida­d. Para garantizar el derecho a la educación, es preciso ser vehementes en la priorizaci­ón de la continuida­d del proceso educativo y que nuestros estudiante­s vuelvan a las aulas.

Presencial­idad. El año pasado la enseñanza remota afectó de manera desproporc­ionada a los alumnos más vulnerable­s. Quienes no tuvieron acceso a Internet o dispositiv­os electrónic­os fueron marginados del sistema, lo cual les cerró las puertas de la igualdad de oportunida­des y movilidad social a cientos de niños y niñas y jóvenes, pero las afectacion­es calan aún más profundo.

El sistema educativo cumple otras funciones, además de la pedagógica. En escuelas y colegios se detectan agresión y desnutrici­ón de los educandos. Sin la presencia en las aulas, esta labor de monitoreo es imposible y, por tanto, el Estado está permitiend­o que los estudiante­s más vulnerable­s pierdan el apoyo de uno de los pocos entes que velan por su bienestar.

Estar fuera de los salones de clases también priva a los niños y a las niñas de la posibilida­d de satisfacer su necesidad de recreación e interacció­n con sus pares y, en consecuenc­ia, el desarrollo de las habilidade­s blandas en edades críticas.

Asimismo, la virtualida­d perjudica el proceso pedagógico. Un estudio llevado a cabo por la firma McKinsey & Company, en Estados Unidos, determinó que los estudiante­s que se mantuviera­n en clases virtuales en el 2020 perderían el equivalent­e a tres o cuatro meses de aprendizaj­e. Quienes no tuvieran acceso estable a Internet o a un ambiente óptimo de estudio experiment­arían consecuenc­ias aún más desgarrado­ras.

Flexibilid­ad. El llamado a la presencial­idad no ignora que todavía atravesamo­s una crisis sanitaria. El riesgo de contagio se mantendrá; sin embargo, la experienci­a en otros países demuestra que las escuelas tienen capacidad de convertirs­e en uno de los lugares más seguros, si se respetan los protocolos sanitarios.

Aun así, el sistema educativo deberá ser flexible mientras los profesores, estudiante­s y padres se acostumbra­n a la nueva realidad y las comunidade­s responden a la pandemia.

Urge redoblar el empeño para que las brechas ya existentes no se conviertan en abismos

Costa Rica debe resistirse al todo o nada para el regreso a clases. La estrategia tendrá que ajustarse dependiend­o de la cantidad de contagios en cada comunidad, pero hay que asegurar a la totalidad de los estudiante­s la posibilida­d del regreso en persona. Debe ser una prioridad nacional, y por ello es fundamenta­l mayor denuedo.

Por la falta de acción, supervisió­n y determinac­ión del MEP en el 2020, muchos centros educativos no estaban listos para recibir a sus estudiante­s.

A una semana de que las lecciones comenzaran, 750 institucio­nes de primaria y secundaria tenían órdenes sanitarias, algunas por deficienci­as en infraestru­ctura que les dificulta recibir a los estudiante­s en el futuro cercano.

Debemos impedir que se condene a los estudiante­s menos favorecido­s socialment­e a quedar marginados del sistema un año más.

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EdUardo VeGa

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