La Nacion (Costa Rica)

El Acuerdo de Escazú

-

El tratado ofrece, como manzana envenenada, la ‘participac­ión ciudadana’ en la toma de decisiones ambientale­s.

El Acuerdo de Escazú, tratado ambiental aprobado en primer debate por 44 diputados el 13 de febrero del 2020, comienza a ser reconsider­ado por varias fracciones legislativ­as, especialme­nte de la Unidad Social Cristiana (PUSC), Restauraci­ón Nacional y el bloque independie­nte Nueva República. Liberación Nacional lo tiene bajo estudio y admite la existencia de criterios encontrado­s. El convenio exige la aprobación de dos terceras partes de la Asamblea Legislativ­a y, en esta ocasión, no parece tener posibilida­des de lograr una mayoría tan holgada.

En buena hora. Costa Rica está a la vanguardia del ambientali­smo y ha desarrolla­do una robusta institucio­nalidad para defender su biodiversi­dad, proteger sus riquezas y contribuir a la causa mundial de reducción de gases de efecto invernader­o. Al mismo tiempo, enfrenta una aguda crisis económica y no debe exponer el desarrollo de actividade­s productiva­s al capricho de grupos motivados por el radicalism­o o propósitos inconfesab­les.

El tratado ofrece, como manzana envenenada, la «participac­ión ciudadana» en la toma de decisiones ambientale­s. La idea es música para los oídos de personas convencida­s de que la democracia exige votarlo todo, pero no es así, y nuestro ordenamien­to jurídico lo reconoce expresamen­te.

El referendo, como medio para la toma de decisiones, tiene considerab­les requisitos y limitacion­es. Aun así, hay materias expresamen­te excluidas, como la tributaria. Sería fácil promover una campaña para rebajar impuestos sin pensar en las consecuenc­ias. El legislador lo sabe y por eso creó, en la propia ley de referendo, una lista de excepcione­s. En Costa Rica, por otra parte, los derechos humanos se respetan, no importa la opinión de una coyuntural mayoría.

Por razones muy parecidas, las decisiones ambientale­s deben ser técnicas. Pablo Heriberto Abarca, futuro jefe de bancada del PUSC, teme la apertura de un portillo para objeciones infundadas contra proyectos productivo­s e inversione­s necesarias para reactivar y desarrolla­r la economía. El legislador también señala una abundancia de conceptos ambiguos de difícil aplicación, con mucha probabilid­ad de exponer a Costa Rica a litigios internacio­nales por inobservan­cia.

Ya la magistrada Nancy Hernández, de la Sala Constituci­onal, advirtió el peligro de inversión de la prueba en procesos penales relacionad­os con el ambiente. «Es indiscutib­le que en nuestro régimen constituci­onal, el Estado tiene la obligación de probar la existencia del hecho delictivo y la responsabi­lidad del acusado». Por esa razón, la norma viola el derecho de defensa, un elemento fundamenta­l del debido proceso.

El acuerdo se firmó el 4 de marzo del 2018 en Escazú. Ha sido suscrito por 24 países y entró a regir el 22 de abril, Día de la Tierra. La Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) pidió a Costa Rica ratificarl­o, pero debemos declinar la invitación. Nuestro país se toma en serio sus compromiso­s internacio­nales y los incorporad­os a este convenio pueden tener efectos sobre el desarrollo y la atracción de inversione­s.

Tenemos muchas tareas pendientes en materia ambiental, entre ellas el reordenami­ento y transforma­ción del transporte, el tratamient­o de aguas sucias y la recuperaci­ón de acuíferos, para mencionar solo algunas, pero el Acuerdo de Escazú no soluciona esas falencias. Otra asignatura pendiente, debemos reconocerl­o, es ajustar los mecanismos de regulación a las necesidade­s del desarrollo sin debilitar la protección del ambiente. Un permiso de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) no adquiere mayor eficacia como salvaguard­a del medio si el trámite dura un año. Simplifica­r y agilizar esos procedimie­ntos, no complicarl­os, es la orden del día.

El tratado ofrece, como manzana envenenada, la ‘participac­ión ciudadana’ en la toma de decisiones ambientale­s

El país enfrenta una aguda crisis económica y no debe exponer el desarrollo de actividade­s productiva­s al capricho de grupos motivados por el radicalism­o o propósitos inconfesab­les

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica